domingo, 7 de junio de 2009

Mente Enferma (II)



Ya toque el tema de artistas e intelectuales y sus manias en Manicomio, y como el tema me gusta tanto como las antxoas, pues pondre sal a mi triste y dulzon ingenio para tratar el tema del genio hipocondriaco. Esta vez sin tilde.
Segun parece, si quieres ganarte un pase al Parnaso hay dos opciones: o te atiborras alegremente de drogas, alcoholes, cafeinas, tabaquitos y otras golosinas con la constancia de un corredor de fondo; o melancolicamente observas elegiaco el transito de cada enfermedad por tu tan machacado cuerpo.
Parece que los que se dedican a esto de la creacion o viven olvidados de si mismos, o viven demasiado atentos a su ombligo. O ambas cosas, que los hay que combinan ansioliticos con alpiste espiritoso, y que fuman mientras se toman las pulsaciones.
Woodie Allen, que arriba esta claustrofobico y neurotico, mas conocido por ser director y actor, tambien es escritor. E hipocondriaco, para regocijo de espectadores risueños.
Claro, que podia haber empezado este post con este poemazo de Carlos Barral, que alumbra muy bien este oscuro padecer:


VACIADO DEL MIEDO

Tan de repente no. No de improviso.

Despierta en lo remoto
como un perro enroscado a un lejano rumor
o sube por los miembros como una fiebre dulce,
un quebranto apenado con burbujas de grito;
un cóncavo reflejo
que excava las entrañas mansas del animal.

Viene luego hacia fuera
y el paso se hace frágil
y el gesto como vidrios
y la sílaba torpe y el pecho de ansiedad.
Y un abismo sin techo donde pesaba el cuerpo,
en los hilos del aire o en la memoria o sombras
del henchido de nada que pugna por seguir.

Algo anida en los huecos, algo oscuro,
un fardo ya de muerte
o su muda quietud, la no invocada
cuenta:
el miedo tan extraño,
decrépito, infantil,
peor que lo temido.


Peor que lo temido, sin duda, de acuerdo esta la martir Zenobia Camprubi paciente esposa del alma de artista que se lleva la palma en este via crucis de hipocondrias, el nobel Juan Ramon Jimenez:

Juan Ramon y yo hemos pasado, cada uno, por una fuerte crisis.
El de locura, lo mío cáncer. Pero creo que el sufrimiento por lo de él fue infinitamente mayor.


Son asi las cosas, hijitas, o desvarias o, si tienes inclinacion por las artes, mejor te metes a critico y teorico. ¿No veis como Rafael Reig presume en su blog de tomarse sus guisquitos -no, tampoco me funciona la dieresis-? Aprended, si no, de Don Pio Baroja, y gozad de una solteria acatarrada y medicamentosa, familia de medicos, ya se sabe...
Cuentan las cronicas del corazon literario que Monsieur Marcel Proust vivia aquejado de la peregrina idea de que su dia siempre era el ultimo. ¡Oh, crear desde joven en el ocaso, y asi por muchos años! Quiza el cenit de la grandeza literaria se halle en la creencia absoluta del ocaso.
Si envases de tinta andante como esta parejita de Joses que son Pla y Lezama Lima fumaban segun escribian porque si no no hay tu tia, en el otro bando tenemos a otro gran hipocondriaco, un Paco -¿Tendran que ver los nombres con las dipsomanias?-, un tal Umbral que iba siempre con bufanda de snob acatarrado. Decia en diversos medios que habia gozado de todas las enfermedades conocidas, conocidas por el, y que si, por ejemplo no tenia letaminosis afgana, era por que no se sabia los sintomas. Conocida por el es tambien esa anecdota en la que ya, a partir de una edad, cuando se ven los amigos ya no se habla de mujeres, sino de enfermedades. Y es que, amiguitas, siento decepcionaros: Don Francisco Umbral no bebia Chivas, lo olia, por crear ambiente.
Ramon Gomez de la Serna tenia un vicio, ademas de los senos y de los cachivaches de rastro madrileño y de su tan celebre escritura compulsiva: fumaba en pipa. ¡Pero oh, embuste, traidor a la causa nicotinica! Las pipas de Don Ramon nunca fueron encendidas.
Yo de mayor quiero ser como el, aunque a veces, entre otros sobrenombres en los años universitarios yo era conocido como Ramon, por cierto aire que me daban a ese gran señor de las vanguardias, pura gregueria de si mismo.
Una gregueria es como un cronopio, o viceversa.
No tienen mucho que ver pero son trajes intercambiables para el mismo tipo de entes felices y felices ocurrencias.
Y dime tu si puede alcanzar la felicidad un hipocondriaco en su oscuro delirio. Quiza solo a traves de la escritura puedan hallar un oasis de salvacion, un calmante, una caricia de nana para esta amenaza.
Yo, personalmente, me siento mejor y mas vivo cuando estoy aqui escribiendo, metiendole mano a Queritadora Amigatil, o curandome a base de sangrias sobre mis cuadernos. Mas alejado del abismo.
Aunque sea berreando sobre el papel exoticas y sugerentes inchoherencias, como German Coppini:

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