lunes, 28 de septiembre de 2009

Mapa de los sonidos de Tokio



En la primera secuencia vemos –y tú lo puedes ver en la primera secuencia del trailer- cómo unos cuantos japoneses y algunos americanos comen sushi sobre el cuerpo desnudo de una buena moza. Mientras hablan de negocios importantes.
Los japoneses, según parece, son muy dados a esas extravagancias. A las japonesas, por ejemplo, les hacen mil perrerías y luego las publican en la red para estupefacción de los europeos, que las vemos también en la tele, como la historia esa de meter a cuarenta japonesas en pelotas en una cabina telefónica.
El día que los orientales dominen el mundo –entre indios y chinos ya son un tercio de la población mundial-, será muy posible que los japoneses tomen el mando, y nos veremos todos abocados a celebrar eventos freakies de este calibre:



Seguro que nunca viste algo igual, y lo que te queda por ver, Catalina.
A mí las japonesas me gustan mucho, sobre todo después de lo que dijo Fernando Sánchez Dragó, que está casado con una de ellas. Según parece, como no conocen el concepto del pecado original, no tienen culpa, y se te meten en la cama como si fuesen angelillos inocentes. Don Fernando, que ya es un líder mediático, algún día se hará con la voz del pueblo, y todos toditos nosotros, además de no probar la leche y el queso –que según él son pecado-, nos alimentaremos de yogures de soja y fornifollaremos como querubines travestidos de marcianos, después de jugar a la sexy-petanca-japonesa, cosa no inventada aun, pero todo se andará.
Yo por ahora me conformo con ser un judeocristiano lleno de culpa y temores. Caudal inmenso este del pecado original para nuestro ejercicio de la literatura. Además, que el pecado es sazón añadida para las cosas del querer.

El Sábado a la tarde estuve viendo El mapa de los sonidos de Tokio, de Isabel Coixet, en los cines Princesa de La Plaza de los Cubos.



No había visto yo ninguna peli de esta mujer, tampoco me llamaba mucho la atención, pero algo de curiosidad sí que tenia.
Creo que está bien dirigida y hace un buen retrato de las costumbres de allá, la fotografía es para quedarte ensimismado con tanto exotismo urbano, y la música es muy buena, Anthony and the Johnsons –que según parece ha cantado otras películas de la Coixet- surge en voz al final, para deleite de nuestros oídos. Lo mejor, la actriz protagonista, y la expresividad silenciosa de sus gestos. Lo demostró en Babel, que la lanzó al estrellato y a los Oscar.
Creo que le falla el guión… No ha llegado a convencerme.
Y Sergi López tampoco me convence en esta película.
Sergi López es David –pero yo no soy él, es decir, no sé por qué ecuación de la lógica voy a ser yo Sergi López-, que lleva una casa de vinos españoles en Tokio.
Ella es una asesina a sueldo –trabaja en el mercado del pescado y en sus ratos libres se pluriemplea matando a la peña, sin contrato ni nada, ni seguridad social siquiera, seguro que todo lo cobra en dinero negro, ya verás tú como se entere Hacienda el puro que te va a meter, chiquilla, el crimen, como cualquier otro gremio, también ha de tener sus derechos y deberes con el fisco, vamos, digo yo- que se tiene que cargar a Sergi López porque una chica se suicidó por él y el padre clama venganza.
Pero ella se enamora de Sergi López, y se van a una habitación de hotel muy molonga, que simula ser un vagón de metro.
Él, obsesionado por su antiguo amor perdido, le dice a ella:
-Cuando te hago el amor en quien pienso es en ella, no en ti.
Pero a ella parece traerle sin cuidado. También le dice:
-Quilate las braguitas y siéntate en mi cara.
Luego Sergi López, deprimido, se va de marcha solipandi por Tokio, se mete en un karaoke donde hay tres japonesas con pinta de amas de casa y canta aquello de…



... porque le recuerda a su chica suicida. Es decir, entra en el karaoke, coge el micrófono, canta, las tres japonesas le miran, se va sin decir nada, las japonesas le miran irse, y en ese plan.
Pero bueno, como la peli es rica en sugerencias, al salir decidimos ir a un japo, pero como el que está en Plaza de España está cerrado, nos metemos en el primer chino que encontramos y para nuestro regocijo vemos en la carta platos exóticos. Pedimos fideos transparentes y arroz sobre flor de loto, entre otras cosas. Yo finiquito con helado frito, cosa extraña que sólo se le ha podido ocurrir a un japonés antes de hacerse el harakiri.
Pero la peli es bonita, no sé, te puede gustar, le falla algo el guión, y Sergi López.
Es que vamos, me mete a mí mano Sergi López y me dice que está pensando en otra y le meto dos sopapos, por aprovechado y por pervertido.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Soy demasidado inteligente para ser buen pintor



Salvador: Estaba destinado como mi nombre indica a nada menos que salvar la pintura del vacío del arte moderno.

Salvador sobre sus compañeros de la Residencia de Estudiantes: Hemos sido anarquistas, ultraístas y juerguistas, somos miembros de la orden de Toledo y nos gusta el jazz y el dry martini




Salvador a Federico: Federiquito, en el libro tuyo que me he llevado por esos sitios minerales de por aqui a leer, te he visto a ti, la bestiecita que tú eres, bestiecita erótica con tu sexo, y tus pequeños ojos de tu cuerpo, y tus pelos, y tu miedo de la muerte, y tus ganas de que si tú te mueres se enteren los señores.

Salvador a Gala: dime ahora lo que quieres que te haga, pero dímelo despacio, mirándome a los ojos, con las palabras más crudas, más ferozmente obscenas que puedan hacernos sentir mayor vergüenza.
Gala: Reviéntame

Gala sobre Salvador: Salvador se pasa el día entero ante el caballete, no salimos, el pequeño Dalí trabaja cien veces más que cualquier pintor mediocre.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Tristes veneros (II)

Lo decía el otro día, a través de una canción de Leonard Cohen: “llevaré cualquier máscara por ti”.
Sin rechazar la más frívola, o la más severa. Siguiendo aquel derecho, inalienable, por el que todo ser usará las máscaras que sean precisas para llegar a su propia autenticidad.
Pobre de aquel que siendo siempre el mismo nunca encuentra su lugar. Afortunado, bendecido sea el que llega a sí mismo, aunque sea travistiéndose de aquello que le es ajeno.

No hablo de la falsedad como medio para alcanzar la verdad. Una máscara no es una mentira, mentira es la faz que crees que te es propia y que te niega. Una máscara es un misterio más en el carnaval de esta vida enigmática.
Y así perdido estoy, para encontrarme, porque nadie que nunca se haya perdido se encontrará nunca, ni le encontrarán nunca.
Ven a buscarme.
Escucha el aullido feroz de auxilio.
Mírame vestido de jardinero, cortejando otras rosas, sin miedo a sus espinas, porque ya las espinas de la única flor a la que venero me sangraron la tinta de mis dedos tinteros.
Suya es la tinta, no de otras, suavemente heridas mis entrañas. Porque vestida de espina, enmascarada, protege su autenticidad de pétalo.
Mientras que yo distraigo los momentos cual zángano enamorado.
¡Oh, ven a apaciguar este corazón loco!
Ven a buscarme.
Ven, pastora, apacienta el rebaño de mis veleidades, ven a refrescarte y a beber de mí, a cuidar y mimar estos fecundos, perdidos, tristes veneros.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Sálvame. (Cotilleo literario)



En vez de dedicar la tarde del Lunes a escribir la gran novela del siglo XXI o a leer a los grandes del siglo XX , haciendo gala de mi proverbial indolencia, devoro -con el necesario sentimiento de culpa para el placer- el dominical del ABC del día anterior: artículos de los Revertes y Pradas; entrevista a la novia del infausto autor de la trilogía Milenium, que está muy cabreada porque no le hacen partícipe de la herencia; Quentin Tarantino escoge las mejores películas de cine bélico; y alguien que se ocupa de sacar a la luz el lado mas sórdido del gran Gabo.
Atención a este fragmento, que no estaría mal en el sumario de cualquier crónica rosa de sociedad, o sea…
XIII El puñetazo de Vargas Llosa
Su ruptura con Vargas Llosa fue sonada. Eran uña y carne hasta que la política empezó a separarlos. Primero, cuando Gabo decidió dar todo el dinero de un premio literario a una oscura organización revolucionaria. Luego, por un asunto privado que ninguno quiso aclarar. Lo cierto es que el 12 de febrero de 1976 Vargas Llosa viajó a México y se encontró con García Márquez en el vestíbulo de un cine donde ambos asistían a un estreno. Gabo abrió los brazos y exclamó: «¡Hermano!». Pero Vargas Llosa sin mediar palabra lo derribó de un puñetazo. Con García Márquez tendido en el suelo, Mario gritó: «Esto por lo que le dijiste a Patricia». O bien: «Esto por lo que le hiciste a Patricia». Depende de la versión. A los dos días, García Márquez apareció sonriente en unas fotos con un ojo morado. ¿Cuál es el misterio? Un par de años antes, Vargas Llosa se enamoró de una azafata sueca y abandonó a su mujer, Patricia Llosa (eran primos), y a sus hijos. Gabo se convirtió en el paño de lágrimas de Patricia y quizá le recomendó que se separase. O quizá, cuando Vargas Llosa se reconcilió con su esposa, ésta le dijo que tampoco había perdido el tiempo, pues había estado «con tu gran amigo». Sólo los implicados conocen la verdad. Los dos hombres no volverían a encontrarse nunca más.

SOS, pido con urgencia se investigue el caso, con la imprescindible ayuda de Jorge Javier Vázquez, y como contertulios, entre otros, a Jesús Morriñas y Maria Pestiño.
Aun hay más, ya no quiero que Vila-Matas me enlace, ahora le pido a Don Jorge Javier Vázquez que me ofrezca una sección en su programa, al que podríamos llamar, Rumores Letraheridos, y en los que se tratarían de manera desenfadada y erudita las morbosas relaciones que en literatura han sido. Por ejemplo:
-Las tórridas relaciones sexuales entre Rimbaud y Verlaine.
-De qué manera Quevedo y Góngora se hacían la puñeta de manera cobarde y vil.
-El plantón que le dio el Umbrales a Juan Manuel de Prada en la presentación del libro que el joven dedicó al maestro.
-Las amantes de Lope de Vega.
-Las cogorzas de Rubén Darío. Ernesto de Hannover a su lado sería un triste abstemio.
-El mobbing psicológico al que sometía Lord Byron a su médico Polidori.
-La herencia del fenecido autor de la trilogía milenium –participarían los implicados, la novia, y el hermano y el padre del fallecido.
-El secreto de eterna juventud de vuestro humilde servidor el Príncipe de ArroyoLuche, que a sus años aun conserva el cutis como el culito de un bebé. Podría patrocinarme una marca de cosméticos, ahora que lo pienso.
Literaturitis Crónica Rosa, siempre a su servicio.

sábado, 19 de septiembre de 2009

I'll wear a mask for you

Resiste, maestro, resiste, que aun te queda mucho por cantar

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Cohen/suspende/concierto/Valencia/sufrir/mareo/elpepucul/20090918elpepucul_4/Tes



If you want a lover
I'll do anything you ask me to
And if you want another kind of love
I'll wear a mask for you
If you want a partner
Take my hand
Or if you want to strike me down in anger
Here I stand
I'm your man
If you want a boxer
I will step into the ring for you
And if you want a doctor
I'll examine every inch of you
If you want a driver
Climb inside
Or if you want to take me for a ride
You know you can
I'm your man

Ah, the moon's too bright
The chain's too tight
The beast won't go to sleep
I've been running through these promises to you
That I made and I could not keep
Ah but a man never got a woman back
Not by begging on his knees
Or I'd crawl to you baby
And I'd fall at your feet
And I'd howl at your beauty
Like a dog in heat
And I'd claw at your heart
And I'd tear at your sheet
I'd say please, please
I'm your man

And if you've got to sleep
A moment on the road
I will steer for you
And if you want to work the street alone
I'll disappear for you
If you want a father for your child
Or only want to walk with me a while
Across the sand
I'm your man

If you want a lover
I'll do anything you ask me to
And if you want another kind of love
I'll wear a mask for you

jueves, 17 de septiembre de 2009

El escritor al desnudo (II). Una reflexión acerca de la crítica.



La literatura es desnudarse con la ropa puesta
(Andrés Trapiello)

De todos los críticos y columnistas que admiro y que publican reseñas y reflexiones en los tres suplementos culturales que suelo adquirir, hay tres que leo escriban lo que escriban:
-En el Babelia, la página Sillón de Orejas, de Manuel Rodríguez Rivero.
-En el ABCD de las artes, a Andrés Ibáñez.
-En El Cultural del Mundo, Ricardo Senabre.
Ricardo Senabre hace reseñas, y yo le leo por ese punto de sadismo que tengo como lector, por ver a este Hannibal Lecter de las letras diseccionando y desangrando y comiendose vivos y tiernos a los escritorzuelos que se creían alguien. Suele hacer critica, no de escritores primerizos, si no que de escritores de segunda o tercera obra en el mercado. Sin embargo, cuando encuentra algo que de veras le gusta, sus elogios seguro que valen más que el numero uno en el top ventas. Esto sucede rara vez, pero sucede, como el Sábado anterior con el último libro de Belén Gopegui, Deseo de ser Punk.
Así debe ser el camino del escritor, primero vienen las promesas de laureles y las palmaditas en la espalda, y luego viene don Ricardo, ese profesor severo, exigente y saturnino, que te desvestirá y te llevará de las orejas ante el público ávido de gore literario.
Hace poco escribí un relato para mi Literaturitis Crónica en el que un joven escritor no se atrevía a publicar, atormentado por el miedo a un tal Roberto Sanabria –personajes ficticios, oigan-, crítico literario de un suplemento cultural, por cuyo juicio y tamiz pasaban todos los escritores primerizos que publicaban en el lugar.
¡Pero es que ya, por la sola acción de lanzar un libro al mercado, eres carne de crítica, así son las cosas! Si no, no lo hagas. Escribe para ti. Si quieres ser escritor reconocido, leído, te has de ver con dos críticas implacables:
-La del lector anónimo, cuya voz escucharás por el número de ventas.
-La del lector con nombres y apellidos: el crítico consagrado, que a buen seguro será filólogo.
Y necesarios lo son tanto los unos como los otros. El lector anónimo es necesario porque para algo se publican libros. El critico, porque las guías son necesarias. Luego tú puedes hacer caso o no al crítico, no tiene él la última palabra, la tienes tú.
Se supone que hay unas normas de excelencia literaria por las que se rigen los créticos, otras distintas por las que se rige el lector medio, y otras, personales, por las que te riges tú.
Lo que es maravilloso es que en Literatura no hay amos, hay voces, opiniones, pero a no ser que trabajes como negro para un nuevo Balzac o que pactes con una editorial para escribir la biografía de Belén Esteban, eres completamente libre para escribir lo que te salga y como te salga de las vergüenzas.
Lo que se llama escritura genital.
Otra cosa distinta es el blog. Ahí sí que las cosas cambian.
El bloguero medio no busca la excelencia literaria, ni ser un célebre escritor por su bitácora. Alguien decide crear un blog para expresar ideas y sentimientos, publicar sus poemas y relatos, para un lector potencial, casi siempre anónimo. Relativamente anónimo, porque a buen seguro ese lector tendrá también su blog, y así como te lee puedes leerle.
El problema aquí está en los anónimos no identificados, los llamados trolls, que van a mirar, y con un improcedente tono avinagrado, critican lo que leen. Hubieran querido ser Ricardo Senabre o Francisco Rico, pero se frustraron por el camino y solo han podido ser unos cobardes, pusilánimes que se ocultan. Alguna tara psicológica tienen seguro. Es como si un niño, en un banco del parque pintara en su cuaderno con sus pinturas alpino los sauces que tiene ante sí, con todo su esfuerzo y pasión, y llegara un perturbado que un día estudió arte y tras él mirara sin ser invitado y le dijera: esto es una mierda, chaval, dedícate a otra cosa.
Ahí el niño tiene dos opciones, romper el dibujo y llorar, o decirle a ese señor: enséñeme algún dibujo suyo, a ver si lo hace mejor, si no es así váyase que seguiré dibujando como me salga de las entendederas, mamarracho.
Es la decisión mas acertada, a buen seguro, el tipejo aquel se verá en inferioridad y no molestará más, por pura vergüenza. Otra cosa es que la critica se la lance a algún pintor reconocido, claro que en este caso no se atrevería.
Este anónimo es legión, hay un millar pululando en los blogs de escritores ya asentados y de blogueros a todos conocidos. A veces, comentando con mi identidad visible, me he encontrado con estos estreñidos que arremeten no sólo contra el autor del blog, si no también contra los que van allí a comentar.
A veces dudo si no será uno sólo que no tiene nada mejor que hacer que pasarse todo el día –literalmente, no exagero- a lo zángano alrededor de la abeja reina. Lo digo porque su tono de acritud siempre es el mismo. Yo me divierto mucho a costa de ellos, o de él, o de ella, basta que hagan una ligera referencia a lo que yo he escrito para que todo este manicomio interior se revolucione y celebre una fiesta.
Lo decía hace tiempo en otras bitácoras: en esto de los blogs hay dos tipos de personas:
-Ya esta, zorras y erizos.
-Que no, que hemos cambiado de tema.
Textiles y no textiles. Esto es como una playa donde hay dos tipos de seres: los nudistas que van a bañarse y a disfrutar del sol, y los mirones. Dentro de los mirones hay dos grupos, los que se limitan a mirar, y los que encima que no son invitados a la fiesta ni se quitan la ropa, critican al personal: ese la tiene pequeña y esa tiene celulitis.
O en la vida diaria, cuando alguien que no te invita a su territorio entra en tu territorio sin permiso, y no gustándole lo que ve lo juzga y condena.
Yo aquí soy fuerte, mi defensa puede ser terrible. Soy como el niño que pinta rechazando el golpe de un ser de opiniones incoherentes.

Coda

Quien usa de la alegoría, el símbolo y la metáfora, nunca puede ser herido.
Va desnudo como en la cita de Andrés Trapiello.
Lanza la flecha contra mi pecho, y mi pecho no es más que la sombra de un espejismo.
Intenta sellar mi boca pero mi boca no es más que la sombra del océano.
Intenta atar mis manos, ¿a un lisiado atarle las manos? Mis alas no las alcanza ese lazo convencional.
Como al diamante, no puede herirme el filo de una navaja, solo caer de estas cimas puede romperme, pero ahí no llega quien no tiene alas, quien sólo mira a la tierra y nunca al cielo. Tan solo yo y quien conmigo vuela. Cayendo conmigo, como dos ángeles condenados por el pecado de Ícaro, derretidas nuestras alas por la proximidad a tanta, tantisima belleza.
Así en la vida igual, lo dijo Kafka, de quien soy reencarnado:

No soy más que literatura.


martes, 15 de septiembre de 2009

No soy una zorra, pero no me importaría



La zorra sabe muchas cosas; el erizo sólo sabe una, pero la sabe muy bien
(Arquíloco)


Esta cita de este griego ilustre da pie a dividir a la humanidad en dos maneras de pasear el palmito por los bosques frondosos y/o desolados desiertos de la existencia.
Según pienses y actúes, o eres zorra, o eres erizo.
Cuando leí el libro del pensador liberal Isaiah Berlin Dos conceptos de libertad, y cuando lei el prologo de Mario Vargas Llosa al libro El Erizo y la zorra del mismo Berlin, me llamó la atención ante todo que esta misma y simple clasificación no sólo se explicaba mediante ejemplos concernientes al pensamiento político y económico sobre el que versa el primer libro, sino que también hacían uso de literatos para hacer más claros los conceptos.
¿Qué dos conceptos de libertad están confrontados, y quienes son sus baluartes?
John Stuart Mill es una zorra. Dicho así parece otra cosa, pero bromas a parte –espero que nadie se ofenda por el chistecito-, le tenemos como representante de la libertad negativa que defiende el liberalismo: la libertad a no hacer. Pues vaya liberal, ¿no? Pues no, la cosa es más compleja y habría que leer el libro para que quede claro a qué se refiere, dicho desde mi nebuloso recuerdo: a la libertad de no ser uno más, a ser uno mismo en su propiedad privada y en su intimidad, con el derecho, por ejemplo, a no votar y a no ser solidario y a no participar en la comunidad. A vivir la vida sin que el prójimo te toque las castañuelas, también. Es decir, minimizar la acción del estado en la individualidad del ciudadano.
Rousseau es un erizo, y representa el concepto de libertad positiva. O la libertad, quieras o no, a que tu vecino te toque las castañas que asas en tu hogar. Libertad de ejecutar, de hacer, de participar. Y según lo que decida la libertad colectiva, ser uno más. Tal como lo presenta Berlin, Rousseau es el diablo, descendiente directo de Platón, que debe ser el señor de los avernos. De Rousseau vienen todos los males: romanticismo, socialismo, comunismo, fascismo, nazismo, la gripe A y la centésima temporada de Gran Hermano en T5.
Mira por donde, simpatizo con las tesis de Berlin más que con las de Rousseau, pero no creo que el segundo sea el anticristo.
-¿Pero usted no era de izquierdas?
-No, yo, Pasolosdiasvolviendomeloco, no puedo ser otra cosa que libertario.
-¡Ah, libertario capitalista, entonces!
- No, marxista...
Jamás aceptaría pertenecer a un club que me admitiera como socio. (Groucho Marx)
... yo soy anarquista de salón, campo abierto y altas cumbres.
Es decir, que me tienta más esa libertad de salvaguardar mi autenticidad antes que convertirme en un tipo gregario por imperativo estatal.
Pero es la complejidad del mundo, que es que también los estados con gobiernos liberales hacen ese mal uso de la libertad positiva que tanto critican los liberales. Todas esas enseñanzas de aquellos queridos, añorados maestros de la escuela de Francfort, maestros estructuralistas, maestros del postmodernismo, que nos demostraron de qué manera estábamos instrumentalizados. Por la publicidad, por ejemplo. Siempre hay un amo, quieras o no, ya lo decía en un post anterior.
Pero vayamos a la única utopía posible, regada por el venero de aguas cristalinas de la creación: La Literatura.
James Joyce es una zorra.
-Ya empezamos, muchacho, larga y viperina tiene usted la lengua.
-No, no lo digo yo, lo decía Berlin.
Joyce es una zorra y Proust es un erizo.
El escritor erizo sólo tiene una idea, genial o no, y obsesivamente escribe sobre ella una y otra vez. Umbral también lo sería, y Bryce Echenique, que siempre escribe la misma novela, ya sea en Lima o en París.
El escritor zorra da el perfil de escritor experimental, y se mueve muy bien en unas aguas o en otras. Como Perec, que en La vida, instrucciones de uso, lo mismo te hace una descripción minimalista de un conjunto de cachivaches desperdigados que te narra una trepidante historia de intriga.
Hoy me lo decia alguien: David, vives obsesionado. Por lo tanto, yo no soy una zorra, soy un erizo.
En lo que a literatura se refiere, Literaturitas Crónica no es un blog, si no una serie de relatos y novelitas que comencé hará más de diez años. Todo gira, y todo es, una variación sobre el mismo tema.
Este blog, y los otros, son sólo un capítulo más. En este blog me oculto, cuanto menos me lean, mejor, y hago uso de mi libertad negativa. En los otros me exhibía como un showman histriónico. Creo que tuve un acceso de gamberrismo simpático, por aquellos meses. Hoy me he aburguesado en blogger, donde sólo os recibo a ti y a cuatro gatos más.
Y mañana daremos la vuelta al post, y hablaremos del delicado tema de la crítica literaria. De qué manera es posible ser libre escribiendo, sin que nadie se entrometa en tus escritos.
Con esta cita de Andrés Trapiello, que nos servirá para que vayamos reflexionando hasta entonces:
La literatura es desnudarse con la ropa puesta

Cita sacada de:
http://www.elmundo.es/encuentros/invitados/2004/11/1309/

domingo, 13 de septiembre de 2009

¿Quién dijo que la literatura era cosa seria?

Humor vasco



Humor argentino



Humor catalán




Humor manchego



Y más humor manchego:



jueves, 10 de septiembre de 2009

El amo

Se creía dueño del mundo
Y no era dueño de si mismo.
(José Hierro)

El otro día escribía sobre los actores literarios del estilo de Johnny Deep y John Malcovich. ¿Y por estos lares? ¡Pues coño, Fernando Fernán Gómez!
Y si no revisen su filmografía, vean sus películas, este hombre transpiraba cultura por los poros del alma.
Como en aquella escena de Belle Epoque en la que le pide a Jorge Sanz, en la cama y en calzoncillos, que le lea La Biblia.
Pero me preguntas a mí, ¡oh, Belleza oh, Musa…!
-¿Y esa encuesta en tu juguete, chiquitín?
-¿Qué juguete?
-Tu blog, arriba a la derecha.
-Un ataque de existencialismo, ¡oh, Emperatrix Mundi!
-A ver si puedo ayudarte, ¿Qué quieres ser de mayor?
-Fernando Fernán Gómez mandando a la mierda a todo lo que se menea, suma expresión de la anarquía.



Se juntó don Fernando con unos amigos, entre ellos Francisco Umbral –vaya par, jodete y baila, Perica-, y sucedió esto. Sin embargo, dicen que luego se fueron de cafeses y charletas, increpador e increpado. Todo un caballero, como debe ser.
Una de las películas en las que Fernando Fernán Gómez se interpreta a si mismo -¿en cual no lo hace?- es Stico, no es de las más conocidas, pero es una de las que más me gusta. Es de Jaime de Armiñán, que por cierto, tiene una novela, Los amantes encuadernados, de muy grata lectura.
En Stico, un profesor de Derecho con problemas económicos se ofrece a un antiguo alumno como esclavo. Recuerdo que el alumno le pide su biblioteca, tan rica en tomos de Derecho, y él se la ofrece, creo recordar que quedándose, eso sí, con las obras completas de Shakespeare. En algún pasaje de la película recita a este inglés tan importante, versos de Romeo y Julieta, si la memoria no me engaña.
Aquí una secuencia genial, importante para este post:



Como no tengo libros de consulta a mano, y no me fío para nada de la whiskipedia, no puedo asegurar que sea el filósofo Hume el que dijo aquello de que no podemos estar seguros de que seamos nosotros los que pensamos nuestros pensamientos. Quizá un demiurgo es el que nos susurra al oído este caótico pensar. O un pequeño demonio, un duendecillo.
Caemos en el mundo heideggerianamente, arrojados a una vida que ya está prefabricada sin nuestro consentimiento. Esta cultura, nuestra civilización, quizá mejor o quizá peor que otras, es nuestro medio, queramos o no. Como decía el cineasta y poeta y ante todo heterodoxo Passolini, hasta los jóvenes antisistema están previstos ya en este medio, forman parte del sistema.
No somos dueños de nosotros mismos, siempre hay alguien, o algo, superior que nos encadena.
Quizá más allá de todo esto sólo exista un vacío. O sindicato vertical tipo falange, o la nada.



Like a bird on the wire,
like a drunk in a midnight choir
I have tried in my way to be free.
(Leonard Cohen)

Como un pájaro en el alambre,
Como un borracho en un coro a medianoche
He tratado ser libre a mi manera.


Sin embargo, el personal intento de libertad, de búsqueda interior para conocer nuestras necesidades y deseos auténticos -no los impuestos por la moda, aunque sí por la vieja cultura, a la que hay que amar y odiar como a un ser superior, una emperatriz amada, o un antiguo amor incrustado en el ánima-, ya es un logro, una trasgresión que la sociedad no perdona. Porque es que es lo que hay. Lentejas: o las comes, o las dejas.
Conócete a ti mismo y conoce tu cultura, conoce de qué manera estamos predestinados según las normas. O eso o cualquiera de los tipos de indigencia, que hay centenares.
Tengamos en cuenta también que gracias a estas transgresiones el mundo, la sociedad, la cultura, la norma, evoluciona.
Y aquí, como colofón, el Blues del Amo, de Antonio Gamoneda, también cantado por Loquillo:



Blues del amo

Va a hacer diecinueve años
que trabajo para un amo.
Hace diecinueve años que me da la comida
y todavía no he visto su rostro.

No he visto al amo en diecinueve años
pero todos los días yo me miro a mí mismo
y voy sabiendo poco a poco
cómo es el rostro de mi amo.

Va a hacer diecinueve años
que salgo de mi casa y hace frío
y luego entro en la suya y me pone una luz
amarilla encima de la cabeza....

Y todo el día escribo dieciséis
y mil y dos y ya no puedo más.
Y luego salgo al aire y es de noche
y vuelvo a casa y no puedo vivir.

Cuando vea a mi amo le preguntaré
lo que son mil y dieciséis
y por qué me pone una luz encima de la cabeza.

Cuando esté un día delante de mi amo,
veré su rostro, miraré en su rostro
hasta borrarlo de él y de mí mismo.

Antonio Gamoneda

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Agallas y escamas. (Yo maté a Camilo José Cela)

El Sábado fui al Kinépolis a ver Agallas, y quien conmigo iba se escandalizaba por el precio de la entrada: 7´30. Y yo, con mi coca-cola pequeña de 2´70, pues pagué diez euros. Ni más ni menos.
Pero hubo un tiempo de tiempo detenido, transcurrieron diez años –año más, año menos- en el que ir al cine fue como una nómina: subía, sí, pero poquito a poquito.
Desde que yo era niño hasta que, al cumplir diecinueve años, comencé a ir al cine con mi propio pie a tragarme todo lo que se me antojara. El cine, más o menos, siempre costaba lo mismo. Trescientas pesetas. Quizá cuatrocientas.
Y siete euros son más de mil pesetas.
Bravo por la filmoteca: el mejor cine al menor precio, dos euros con cincuenta. Cuatrocientas pesetas. Y a mí, que la universidad Carlos III me sigue mandando misteriosamente mi carné de estudiante, pues me sale más barato. Cualquier día se detienen a mirar la foto digitalizada que va con el carné y me dice la taquillera, o el taquillero:
-Oiga, señor, que este chavalín mofletudo y con el pelo largo no es usted.
-Mofletudo y peludo tu culo, bribón/a.
Con el cambio del euro el cine más o menos costaba lo mismo: quinientas pesetas/cinco euros. Y nosotros, como somos tontitos, vamos y nos lo creemos.
Pero dejemos las rabietas económicas para los tertulianos radiofónicos.



La peli Agallas la verdad es que está muy bien, no decae en ningún momento, es violenta y sorprendente como si el guión fuera firmado o por los hermanos Cohen o el mismísimo Tarantino, tiene humor negro para nuestro deleite. Las interpretaciones, por lo demás, rozan el esperpento valleinclanesco.
La acción sucede en Galicia, patria de Valle-Inclán, inventor de esta deformación, este exceso literario llamado Esperpento, donde si te pasas rozas el esperpento, o sea, la cutrez más chabacana. Pero no es el caso.
Supongo yo que le darán algún Goya. Habrá que ver más pelis españolas.
Es una película sorprendente, nunca se sabe qué va a pasar a continuación, ni se intuye si quiera. Es una peli de malos y de más malos aun.
Lo interesante, además, es la filosofía de los capos que se ofrece como trascendente máxima: los hay con agallas, los hay con escamas. Mejor, digo yo, lo segundo que lo primero. Resistencia frente a agresividad.
El malvado personaje interpretado por Hugo Silva tiene agallas. El que interpreta Carmelo Gómez, malo malísimo, tiene escamas, y por eso aguanta unas cuantas secuencias más.
Es lo que dice otro personaje, el pelirrojo: se puede ir de listo y de listillo. Los listillos –con agallas- piensan las cosas y actúan. Los listos –con escamas- se piensan las cosas una, dos, tres veces, y luego actúan.
Luego esta la hija, `la gorda´, -como dice Hugo Silva-, estudiante de filología francesa y lectora de Balzac, estupendo el guiño final con las páginas de Las Ilusiones Perdidas. Al igual que estupendo es su desnudo, como soñado por Rubens.
Yo, mire usted, señoría, no soy malo, pero tengo escamas. Y hubo un tiempo en el que físicamente también tuve escamas.
Era el tiempo en que estudiaba para cocinero e iba tanto al cine. Tenía dos opciones para las pellas: o me iba con otros compañeros a tirar piedras a los patos del lago de la Casa de Campo, o me iba solo al cine. Y elegí lo segundo.
Siguiendo la pista a Carmelo Gómez, que por entonces prometía como uno de los mejores: Días Contados, El Detective y la Muerte, El Perro del Hortelano, Tu Nombre Envenena mis Sueños…
Allí aprendí a desescamar pescado. Y por mucho que me bañara, amanecía con escamitas por doquier. Yo era un pez que poco a poco me iba transformando en pez.
Luego, años después, trabajaría durante un año en un restaurante vasco, en la partida de pescados, dónde si no, y ahí lo desescamaba todo, merluzas, besugos, lubinas, doradas. Tenía una compañera con la que hice muy buenas migas, y me presentaba así: él es el bacalao, el más salao, y yo soy la lubina, la más fina. Hace poco la vi, con las prisas hablamos poco, pero lo último que me dijo fue: tengo un hijo, ¿sabes cómo se llama? David. Cuánto honor.
Por entonces yo le decía: cuando me levanto y me miro al espejo me noto cara de pez. Y notaba pequeñas durezas en los brazos. Eran escamas. Yo le decía: tengo escamas hasta en el alma.
Yo, que nunca tuve agallas, año a año empecé a criar fama de tipo que todo lo resiste, con unas escamas duras, permanentes. Era como si el pescado, al desescamarlo, me fuera transfiriendo a mí todas sus escamas. Tan necesarias en este mundo de agresión continua.

Coda.

Yo desescamé, sazoné, metí en papillote con su zanahoria, fumet, sal gorda e hinojo, una de las últimas merluzas que se zampó Don Camilo José Cela. Iba acompañada de txangurro y trompeta de la muerte, una seta negra y de mal aspecto, pero muy rica.
Fue en aquel restaurante vasco, yo me ocupaba del tratamiento del pescado en frío, su limpieza, corte, sazón, etcétera. Otro se ocupaba de guisarlas.
Don Camilo iba a cenar allí de vez en cuando con Marina, su esposa.
Y bajó la jefa de sala: pues ha dicho Cela que la merluza estaba muy buena.
Meses después moriría.
Cuando le cuento a la gente esta real anécdota, me dice: o sea, que te le cargaste tú.
Y yo sonrío mala, malévolamente.
Cela, cadáver exquisito. ¡Coño, como que uno cocinaba para él!

sábado, 5 de septiembre de 2009

Tristes veneros

venero.

(De vena).


1. m. Manantial de agua.

2. m. Raya o línea horaria en los relojes de sol.

3. m. Origen y principio de donde procede algo.

4. m. Ingen. criadero (‖ agregado de sustancias inorgánicas útiles).

(Real Academia Española © Todos los derechos reservados)


Punto y aparte.
Nunca creí que recibiría este cielo nublado y este frío otoñal con tanto alborozo.
Después de dos meses, o tres, sin tregua alguna.
Que caiga el chaparrón de las canciones infantiles, la lluvia amansada y benigna que con tus ojos quisiera ver.
En este café romántico y perpetuo, junto al gran ventanal por el que miramos la ancha avenida, el concurrido boulevard.
¡Cómo se mojan el pavimento, los señores con corbata,
Las damas de paraguas olvidado,
Los ladridos sin amo
Los maullidos sin gato,
Los niños y el desamparo!
A través de los ojos dañados, y de los ojos del cansancio, y de aquellos ojos míos ya perdidos, todos los ojos que tuve y no retuve, que fui dejando caer a lo largo de todos los otoños como hojas de acacia.
Somos como ayer, tan distintos…
Tan distantes las miradas al mundo siempre ajeno, sin, o casi sin posibilidad de reunión. Tan sólo en el manantial, venerable venero, origen de esta inclinación hacia ti, hay esperanza.
Ven a amansar la furia de mi instinto con tu voz musical, a pastorear el rebaño de todas mis veleidades, a cuidar y mimar, y tú misma bañarte en estos fecundos, perdidos, tristes veneros.






... y ya va haciendo frío...

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Anticristo, de Lars Von Trier



Como el título parece indicar, Anticristo es una película de terror, pero no es otra de esas películas de sustos, o con una temática sobrenatural. Es una película de terror existencial, el terror más real y auténtico que pueda sentir cualquiera de nosotros ante una pérdida.
“Soy el mejor director del mundo”, dice Lars, y se queda más largo que ancho, ya que dicen que según avanzaba en el rodaje se iba quedando delgado, y hasta le temblaban los brazos.
No tanto, no tanto, dejémoslo en que eres un tipo con talento, pero los talentudos abundan.
Aun es más, yo diría que es uno de esos raros genios que aparecen –y por turnos- en la historia de las artes cinematográficas. Un tipo con talento hace cosas buenas, mientras que el genio prepara el terreno para que los tipos con talento puedan dar rienda suelta a su creatividad. Dogma 95, con su voto de castidad incluido, es uno de esos escalones –preferiría decir recodo del camino- que han ayudado en la evolución del cine en las últimas décadas.
Pero lo que más me gusta de Lars Von Trier, es su poética de duelo y locura. Una poética cargada de simbolismo, al menos en esta película, y quien ya me conoce sabe la importancia que doy a esto en cualquier medio de expresión. Por ejemplo, el motivo de los tres mendigos: dolor, desconsuelo, desesperación.
Como en todo artista con estilo, el estilo Von Trier es reconocible: Rompiendo las olas, Bailando en la oscuridad, Los Idiotas, Dogville… No sólo en la manera en que esta filmada, ni en los diálogos, ni en la temática. Su estilo son unas mismas pulsiones que recorren su trayectoria.
No voy a escribir aquí sobre lo escabroso, lo pornográfico, todo elemento que ha ayudado a hacer de Anticristo una película polémica.
Tampoco aconsejare que vayan a verla. Si hubiera sabido con lo que iba a encontrarme en la pantalla, habría ido igual –ya estaba avisado-. Pero dudo mucho que quiera volver a verla otro día. No es una bonita película, ni mucho menos. Eso no resta lirismo y belleza, ¿oyen el aria de Georg Frederich Haendel que he colgado en la cabecera del presente articulo? En el prólogo y epílogo de Anticristo, el director danés usa esta pieza para forzar una emotividad extrema en conjunción con la plasticidad de las imágenes, de manera magistral, expresión desgarrada de lo que un espíritu atormentado quiere transmitir.
Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg -nacidos, casualidad, en días contiguos de distintos años, 22 y 21 de Julio- interpretan esta pesadilla con la autenticidad, surrealismo, y desolación que exige el guión. Creo yo que Lars Von Trier mama de Buñuel, no es más que una intuición.
Queda bien Dafoe como marido psicoplasta arrogante, él escoge siempre estos papeles polémicos, como La última tentación de Cristo.
Pero la Gainsbourg, ¡ay la Gainsbourg!



La Gainsbourg...
Esta devoción incondicional que le profeso hace lustros…
Porque fue en el penúltimo lustro del siglo veinte cuando me enamoré de ella, tan sólo de la expresión de su rostro, no me hizo falta más para caer rendido ante su misterioso gesto. En una foto en una revista que anunciaba una película.
Sucedió en unas navidades, que yo recuerdo por una canción de Diego Vasallo, y por esa fotografía. Escuchaba el disco una y otra vez, y adelantaba y rebobinaba aquella cinta para volver a escuchar aquella magnética canción. Y volvía a mirar su fotografía. Como si tuviera que ver aquella muchacha con esa canción.
... sombras de amor
hierros de dolor...



Pero ya le dedicó unas palabras el erotómano de Manicomio en Libro de Arena a este fruto del deseo.