sábado, 27 de septiembre de 2014

Jakob von Gunten, de Robert Walser


Y si yo me estrellase y perdiese, ¿qué ser rompería y se perdería? Un cero. Yo, individuo aislado, no soy más que un cero a la izquierda. Y ahora al traste con la pluma. ¡Al traste con las ideas! Me voy al desierto con Her Bergamenta. Quiero saber si en medio del Páramo es también posible vivir, respirar, ser, desear y hacer sinceramente el bien, y dormir por la noche y soñar. ¡Bah! Ahora no quiero pensar en nada más. ¿Tampoco en Dios?  ¡No! Dios estará conmigo. ¿Qué necesidad tengo de pensar en Él? Dios está con los que no piensan. Adiós, pues, Instituto Benjamenta.

Robert Walser. Jakob von Gunten


Novela de culto


Rompo o interrumpo mi silencio o mi siesta para hablaros de esta pequeña y gran obra, fundacional y estupenda. 
Nos quedaba por leer, de entre los grandes pioneros de la modernidad, a Robert Walser, escritor para escritores. Iba adelantado a los adelantados. Kafka entre otros, entre risas, siguió sus huellas, dicho de otra manera: fue por él influido.

Jakob, personaje genuino


La verdad es que sí, que la novela es carcajeante por momentos, risueña entre esas paredes de tedio del Instituto Benjamenta, donde un grupo de adolescentes se prepara para el mundo, para ser nadie, para ser ceros a la izquierda. 
Jakob es nuestro virgilio por ese universo benjamenta, universo cerrado que nos abre con su espíritu curioso, su mente abierta, su corazón expectante. Hay cierta tensión entre la realidad esquiva y los deseos adolescentes. La vida está por llegar y Jakob se prepara para recibirla con los brazos abiertos y actitud desafiante, pero luego todo resulta ser nada, o es que no somos nadie y el mundo todo nos devora.
Jakob es uno de los personajes más perfectos que me he encontrado en mi periplo como lector -aún alumno lector, aún principiante, pues todo me queda por leer y aún soy muy joven, un Jakob von Gunten lector ante la literatura vida-.
El joven Robert Walser
Es, digo, un personaje literario perfecto. La narración es un diario, un monólogo interior sin la traca jamesjoyce aún, sin las voces afines faulknerianas todavía. Es la suya una voz narradora sencilla, con todas las complejidades propias al ser humano, por eso dirá Vila-Matas que Jakob von Gunten somos todos. También yo, por supuesto, y quisiera imitar su voz para escribir esta reseña, con la contradicción pura de ser humano y para más inri adolescente. Jakob von Gunten, con su voz, sería el reseñista perfecto de sí mismo, por eso todo acercamiento a ese microcosmos imagen del mundo será en vano.
Jakob es un joven inteligente -inteligentísimo- y lleno de humor -que se lo pregunten a Kafka- y de ternura -pese a su juego travieso a costa de los demás. Lo leemos por ejemplo cuando retrata a sus compañeros, sobre todo a Kraus, su antagonista. Kraus representa al alumno perfecto para ser nadie, un ser que no se plantea las normas, que obedece sin más.
Jakob es escapista, cae en el autoengaño, pero tiene el don de la genialidad, su interior es rico en fantasías llenas de metáfora, de humor y de ternura, de lirismo. También se escapa hacia fuera, no sólo hacia dentro. Le vemos paseando por las calles en la pose de ser otro, de alguien que aún no es y que quisiera ser. Hasta se va de putas alguna tarde ociosa, como usted podrá leer en la mediateca de nuestro amigo el Marqués de la Pollalzada. Es un ser erótico, vaga entre su puro amor a la maestra, Fraülein Benjamenta, a los libidinosos sueños con mujeres desnudas. Con una gracia única en literatura, relata también algún tonteo homoerótico entre compañeros.  
Recordemos que hemos leído aquí en Manicomio otros libros sobre institutos: el Törless de Musil y a Vargas Llosa en La ciudad y los perros, sendas metáforas del mundo viciado y vicioso, como el Instituto Benjamenta.
Un anciano Robert Walser bajo la lluvia
Lo que aquí nos parece genuino de este personaje es la pura contradicción, ese cariño interior hacia los demás personajes frente a su actitud traviesa y juguetona, sacando de quicio a todos, hasta el propio lector, que lee estupefacto e interrogante cómo puede ser posible en un ser tanto mundo para nada. 
Tanta nada para el mundo.

A lo Jakob von Gunten


Compré la novela uno de los últimos sábados del verano. Había pasado la tarde con mi amiga Perséfone, estuvimos en la terraza del Hotel de las Letras, donde la leí infames poemas de otros amigos -me amenazó con suicidarse tirándose a la Gran Vía- y bellos poemas míos -entonces me quiso un poco más, pero es lo que le decía luego a alquien en la Plaza del Olavide: toda la tarde leyéndole mis poemas y ni siquiera me mete mano un poco-. Luego paseamos hacia Callao, donde anochecimos, y antes de la noche cerrada, teniendo tiempo disponible hasta mi cita en Olavide, me metí en La Central y estuve posando para el mundo a lo Jakob von Gunten, modernamente, como Baudelaire. Un ser para la modernidad, que para algo me estoy dejando barba de talibán y llevo gorra -me han dicho de todo, que si parezco musulmán, dominicano, mafioso de la Costa Azul, hipster, Cortázar y hasta el mismo Che Guevara-. Voy a lo hipster mirando libros y me encuentro con esta joya de libro. Vila-Matas nos lo había recomendado en voz y escritos, y ya sabemos lo que es don Enrique, un escritor puente, alguien que nos lleva a otros, generosidad literaria, amigo generoso que nos presenta a otros y siempre acierta. ¡Oh, escritor musa! Gracias por este libro.

Un retal para Hilvanes


Vila-Matas a viva voz en mi jardín: yo también soy Jakob von Gunten