martes, 31 de marzo de 2009

Aguas del raro Abril.



Pero tú dime qué tipo de democracia es la correcta, cuando el uso de este vocablo, como tantos otros, está tan corrompido.
¿No es la moda por una parte y la moral por el otro, lo correcto, un consenso, una opinión mayoritaria, una elección del pueblo? ¿O es una élite la que dirige subliminalmente nuestras elecciones?
Estoy algo de acuerdo con la canción, aunque no del todo, hay que encontrar matices.
De política no entiendo mucho, pero sí de mis entrañas, y ahí es donde quiero centrar este discurso. Lo que concierne a mis entrañas es sagrado, y quiero salvaguardarlo de morales caducas y de costumbres modales cual mariposas brillantes pero con la señal de lo efímero en su sino.
Quien haya leído alguna narración extensa mía sabe ya de mi fobia a las modas.
El Arte no pasa de moda, sólo la moda pasa del Arte
. Lo que hoy es raro mañana puede estar perfectamente regularizado, ¿qué es lo que hace de un elemento algo extraño, desfasado, escandaloso, vulgar?
En Literatura, por ejemplo, era gracioso leer cómo Rafael Reig relataba en su Manual de Literatura para Caníbales el transcurso generacional de los Belinchones, que siempre iban a destiempo, eran clasicistas cuando tocaba ser romántico y eran románticos cuando tocaba ser realista.
Hay que estar por encima de toda esa parafernalia de reloj y calendario. Hay que buscar un eclecticismo desprejuiciado y ávido como el ansia de un niño.
Aunque sea para darse el gusto de llevar la contraria, o de ir contracorriente. Pero... ¿contra quién o a favor de quién?
No hace mucho los neoliberales se hicieron con el lema de "a contracorriente". Lema que también podrían haber hecho suyo los socialistas.
Es una tendencia al bipartidismo, a toda dicotomía maniquea.
En mi centro laboral, en los círculos de amigos, oigo hablar con el mismo desprecio de los otros, pero el desprecio es el mismo, y eso les une.
El dedo acusador les une.
A veces se habla de una tercera España, de una... ¿tercera vía también? O un término medio y medias tintas: socialdemocracia y democraciacristiana.
Pero tampoco es eso, que no, que las vísceras, en estos tiempos, piden reformas radicales.
Lo que es seguro, lo que es más seguro por el bien de todos, es que por ahora en política la democracia tiene que permanecer. Esa opinión mayoritaria sí ha de ser respetada.
Pero a título individual habrá que ir forjándose un alma aristócrata -noble, buena, exquisita, magnánima-, barruntar una anarquía alérgica a modas y morales moribundas y letales.
No quiero ser como tú, pero como vecino tuyo puedes contar conmigo, que yo te sostendré y te daré aliento en tus proyectos. A cambio sólo pido tu respeto e indulgencia. Y nunca juzgues mi voz, que puede que sea la tuya el día de mañana.



Pero son estas soledades laberínticas las que entorpecen estos afanes, son estas galerías donde resuenan todas vuestras voces enfrentadas las que me ensordecen, es este venero mío al que me abrazo sollozante como un reo antes del fusilamiento lo que me da la sed y me la sacia.
Y esta lluvia a destiempo, esta rareza, lo que nos aparta del hastío.

domingo, 29 de marzo de 2009

Soy un vicioso.

Ayer me enamoré.
De sus tapas, tamaño y título. Su autor ya se había ganado mi corazón hace dos primaveras por su El Hombre Que Fue Jueves.
El próximo libro que engrose los anaqueles de mi biblioteca será Lectura y Locura:

En un estado ideal, todo caballero absorto en abstrusos cálculos y descubrimientos debería estar obligado por decreto a conversar durante cuarenta y cinco minutos al día con un mozo de cuadras o con la casera de una pensión [...]. El Estado, asimismo, habría de someterlos a un examen; pero no sobre el griego ni las antiguas armaduras que son su deleite, sino acerca del dialecto cockney y de los distintos colores de las líneas de autobuses.

Ayer por la noche no tenía intención de salir, tenía ganas de quedarme a echarme unas risas con el viejo Aristófanes mientras escuchaba el compacto de Satie que me había comprado a la mañana. Planazo de Sábado, olé. La semana anterior ya había satisfecho mis ansias callejeras, hoy quería satisfacer mi anhelo de idiota, es decir, de apartarme del mundo.
Pero uno no puede resistirse ante la animosidad del amigo que le llama para que se pase por el Bringas a tomarse unas guiness. La tentación tiene sabor amargo y un regustillo a café bien tomado: cerveza negra.
El Bringas es un castizo pub irlandés, toma paradoja. Soy asiduo, voy casi todas las semanas. Allí sucedió ayer el flechazo con el libro de Chesterton. Mis amigos me presentan a dos cráneos privilegiados, son dos químicos que acomplejan a un sencillo muchachito como yo, ¿ah, tú eres el cocinero? Preguntan, y enseguida se enciende la mecha y estalla el fascinante castillo de fuegos de artificio de una buena y desenfadada conversación sobre los objetos de la cultura.
La culpa la tiene Aristófanes, al que no he querido dejar en casa y me he llevado para hacer algo en el bus. Cuando lo suelto de las manos para meterlo en una bolsa, uno de los químicos se pica conmigo y me saca a Chesterton recién comprado. La pelea de gallitos de "a ver quien la tiene más grande" es irremediable. Pero hago lo de siempre, doy pie a la batalla y luego me aparto pícaro para símplemente admirar las florituras guerreras de cada cual. Uno me da una lección sobre derecho romano y germánico, estoy absorto, gracias a que conozco algunos conceptos no me pierdo, aunque no entienda nada. El otro se sabe los himnos de cada país y región. De ahí pasamos a la charla sobre literatura -estamos de acuerdo en que Baroja es el mejor de los primeros años del siglo XX, aunque yo me resisto defendiendo a Valle-Inclán, y entonces coronamos a Gómez de la Serna, y ahí no hay resistencia por parte de nadie- y música clásica. Luego seguimos cantando himnos, yo sólo me emociono con el himno de la transición, que entono a la italiana y pervirtiéndolo:

Habrá un día en que todos
al levantar la vista
veremos una tierra
que diga pubertad...

Los otros amigos, mientras tanto, nos han dejado por imposibles, je, je, se ríen, ya se han encontrado tres almas gemelas. Freakazos...
Al salir del bringas los químicos se piran, y yo también quiero pirarme, pero la tentación vive en frente y tiene sabor a bocata de calamares, así que hago un esfuerzo y cae más alpiste para este avecilla cantor.
Me avisan que vendrá M., así que ya me quedo sin reservas a terminar de ver el partido con más cervezas y luego los cubatas. M es una francesita de sangre española, pero no por ello menos francesa. Hace años que no la veo, quizá desde aquella fiesta en la que me encandilé de ella: acatarrada o griposa, cubata en una mano y en la otra un cigarrillo, me hablaba de la tesis que preparaba sobre el anarquismo, entre tos y estornudo. Puro romanticismo. Se acordaba de mí, pero como si nos hubiéramos visto hace meses y no años. ¡me tenía fresquito en su memoria!
Así que ayer todos bebimos cubatas y comimos queso, mientras discutíamos de política y de conceptos como anarquismo, socialismo y neoliberalismo.
Cuando llegó la hora de las discotecas definitivamente me piré, ahí os quedáis, lumbreras. Eran las 2, es decir, las 3, que la primavera se come una hora que nos devuelve el otoño. Sin intereses.
Antes de llegar a casa me encontré -como si me esperara, agazapado en una esquina-, a un gato o gata color canela, que me observó humano o humana y se fue lentamente y sin miedo de mí, echándome miradas de cuando en cuando, ya que yo paré para observarlo. Casi río de felicidad, últimamente sólo se me cruzaban pájaros negros de mal agüero, hasta que me saqué una muela que me estaba dando problemas. Entonces casi han desaparecido, los pajarracos.
Me han cogido simpatía los pájaros, los gatos, los dentistas.
Se puso bien contenta la dortora R. cuando me conoció, una extracción, dos empastes, y luego quiere sacarme también las muelas del juicio, te vas a enriquecer a mi costa, granujilla. Me hicieron una panteoglogradentigrafía o como cojones se llame el otro día, una radiografía dental, para que nos entendamos, para ver de qué manera las tengo, las muelas del juicio. Con el pánico que tengo a todo lo que lleve bata blanca de enfermera, ayssh. Me dijo la que me encerró en el potro de tortura para la radiografía: no sé cómo saldrá, tienes un vicio. Tuerces ligeramente la boca. En España lo llamamos tic. Después de perder el juicio ahora tocan las muelas.
No sólo tengo un vicio, darling, estuve a punto de decir, tengo mil. Soy un vicioso, y ahora una médico me lo ha detectado.
Si algún día tengo un retoño, haré lo que pueda para que se meta a dentista, ¡oh, sí! Ganan más que un ministro, seguro. Que no se me meta a cocinera, la criatura, es el oficio en que más se llora, picando cebollas. Mejor dentista.
Y tú, lector o lectora, si acaso estás en estado de soltería y buscas arrejuntamiento, hazme caso y no busques pareja en otro gremio.
Todo es afán y escarmiento, a no ser que te arrimes al amor de la bata del sacamuelas. Entonces la bonanza entrará por la puerta, y el amor no saltará por la ventana, ¡oh, sí!
No, mi dulzura, no busques entre cocineros, oficinistas, maestros o letraheridos. Tampoco esperes una príncipa o un princés encantado, encantado de conocerte.
Es mejor no esperar, no esforzarse en soñar tanto, mejor será...
Mejor será agarrarse al primaveral monedero, a la certeza de un eterno verano sin crisis.
Mejor será que un príncipe un dentista.



Tú que eres tan guapa y tan lista
tú que te mereces un príncipe, un dentista,
tú, te quedas a mi lado
y el mundo me parece más amable, más humano, menos raro.

martes, 24 de marzo de 2009

Despertar en Primavera

Un poema:

ALMA DORMIDA

Me tendí sobre la hierba entre los troncos
que hoja a hoja desnudaban su belleza.
Dejé el alma que soñase:
volvería a despertar en primavera.

Nuevamente nace el mundo, nuevamente
naces, alma (estabas muerta).
Yo no sé lo que ha pasado en este tiempo:
tú dormías, esperando ser eterna.

Y por mucho que te cante la alta música
de las nubes, y por mucho que te quieran
explicar las criaturas por qué evocan
aquel tiempo negro y frío, aunque pretendas

hacer tuya tanta vida derramada
(era vida, y tú dormías), ya no llegas
a alcanzar la plenitud de su alegría:
tú dormías cuando todo estaba en vela.

Tierra nuestra, vida nuestra, tiempo nuestro...
(Alma mía, ¡quién te dijo que durmieras!)
José Hierro




Una canción:



¿Por qué no en italianini?





Una pintura:

Alegoría de la primavera, de André Charles Voillemot



Una fotografía:





Una melodía:

lunes, 23 de marzo de 2009

Paul Delvaux


Pierrot lunaire -The Sick Moon - Arnold Schoenberg


Las vírgenes sabias

Las fases de la luna

El jardín

El diálogo

Soledad

Jardín nocturno

La Visita

Entrada en la ciudad

Venus dormida

domingo, 22 de marzo de 2009

No hay Domingo sin fútbol...

... ni filósofo sin instinto de dar en la diana, o, como es aquí el caso, de meter un buen gol. Un buen regate o saber parar el balón...




Es el chiflado e inteligente humor de los Monty Python, irreverente humor inglés. Y esto de propina, el ministerio de los andares tontos:



¡Que la burocracia te acompañe!

lunes, 16 de marzo de 2009

Inglés, bueno y barato.


The Prince - Madness

Diréis, mi categórico y grandilocuente auditorio, que estoy loco de atar con mis trastornadas neuronas desatadas.
Pero es que a veces la vida en su inefable devenir ofrece motivos para la chifladura, son signos o de otra realidad donde nada es azar, si no causalidad, o de una paranoia galopante. Eso no está en mí decidirlo, si no en tí, ya quieras tratarme como garante de cotidianas iluminaciones o como loco sin más.
Este Viernes pasado tuve otra epifanía, y esta vez aquel santo no se me apareció en sueños, si no a pie de calle. Si no era el Sto Cortázar, poco le faltaba, pues los rasgos jovial y elegantemente felinos eran los suyos.
Pero empezaré por el principio, que dicen que no hay hombre que no se vista primero por los pies.


Por mi cumpleaños mi hermanita me regaló dos libricos: El Lector -será de las pocas veces que lea un libro después de ver la película-, y El Mundo, del grande y único Millás, que ya comenté acá. Mi hermana, a sabiendas que no era raro que yo hubiera leído un libro cualquiera, me envolvió el ticket de compra como un regalo más, por si las moscas zumbaban aleteo zeta zeta ( es decir: zzzzzz)
Así fue que, cogiéndome el Viernes libre por un trámite de la administración que debía llevar a cabo, después del deber me dí el placer, con alguna idea en la loca cabecita.
A la Fnac me fui más contento que si fuera yo por aburrimiento a comprar algo, que aunque fuera yo el que eligiera el regalo, lo apreciaba como tal, y no como mero intercambio de compra-venta.
Inglés, bueno y barato. Y extenso pero claro. 1200 páginas de 'ná', que seguro darán tardes gozosas a mi mente aún por cultivar. Un David Copperfield que no se lo salta un gitano, escritura clara y sencilla.
A mí los amigos de la fácul me llaman Copperfield, Coppe, o Coppy, así que no está de más que haga honor a uno de mis cien nombres conociendo el transfondo del personaje que me da mote.
¿Por qué razón elegí a Dickens y no a otro? De él no leí nada, salvo algún cuento de Navidad, así que ya iba siendo hora. Ahora me arrepiento por no haber tomado mejor Los Papeles del Club Pickwick, pero es seguro que me habría arrepentido aún más si no hubiese escogido a mi tocayo transcrito.
El actor Clive Owen



Me gusta lo inglés, es otra de las razones, tanto como lo irlandés y lo escocés, todo lo que me huela a pub donde rulan pintas de guiness, a Wilde y a Cropton y a Blyton, a té de las cinco y campiña, a finas lluvias célticas con melancólicos soplagaitas, a Stephen Rea, Neil Jordan, Jim Sheridan, Clive Owen, Kate Winslet, Stephen Frears, a Beatles y a The Police y a los Madness... Me pone todo lo anglocabrón, desde la fina ironía a la mirada distante. Hasta de mí dicen que soy un pelín inglés, por mi manera de vestir y caminar. Y ese humor negro sin moralina tipo Monty Pythony los Ropper. No podía ser de otra manera, si en una antigua encarnación humana fui amante de la Jane Austen, con besicos con sabor a plum cake y oh my god, my darling, for the prince of the Wales! Heaven, fucking love, for my horse!
La Austen



Me gusta lo inglés pese a que mi admirado Umbral llamara angloaburridos a los escritores que gustaban el estilo inglés. Pero a mí también me gusta Marías, y ahora que han sacado una nueva edición del Volverás a Región de Benet con los párrafos que fueron censurados, pues es buena ocasión de reanudar su lectura, o mejor iniciarla otra vez. No sé por qué lo dejé a las pocas páginas, si me estaba gustando. Dicen que es la obra más extraña y genial que se parió en imprenta en el siglo XX.
Subiendo por las escaleras mecánicas de la Fnac, miro a los mostradores, ¿y a quién me encuentro? Al sin igual Carlos Boyero, crítico cinematográfico de sugerentes sentencias. Es más majete en realidad. Todo un ejemplo a seguir, quien le leyó lo sabe.
Pero sigamos con la narración de mi odisea. Llegando al barrio, Aluche City, la ciudad sin ley, me saco un cigarrito y me lo enciendo. Es entonces cuando se me acerca ese tipejo con un aire cortaziano y me pide educadamente, pese a sus indigentes prendas, ¿tienes un cigarro, por favor?.
Asiento y saco el tabaco, lo mira y me observa admirado, diciendo:
-¡John Player Special negro! Inglés, bueno y barato. No es mal tabaco para un principiante.
Me encojo de hombros casi indignado, ¿después de tres lustros de fumeta principiante? Quiero hacérselo saber, pero después de las gracias se pira.
Pero quizá no se refería a principiante en el bello y nocivo arte del fumar, quizá hacía referencia a este contínuo aprendizaje mío en este periplo vital.
El JPS negro es el mejor tabaco que conozco, y claro que sabía que era inglés. No es tabaco negro, pero la cajetilla sí lo es. Es de lo más clásico que hay en un estanco, es el tabaco como se fumaba en los cincuenta, sesenta, setenta, antes de la llegada de lo light. Inglés auténtico. Bueno y barato.
Seguro que Barry Ryan lo fumaba entre toma y toma de este vídeo tan sesentero e inglés. Pese a su sospechoso parecido a Mr. Bean y a ese gritito de pisada en su británico juanete en el minuto cuatro segundo diez y en el mismo minuto segundo treintaicinco y todo el minuto cinco, pese a todo ello, digo, esta canción y vídeo me gustan muchísimo.



You know I'm on my knees - yeah
I said please
You're all I want so haer my prayer


Aunque la versión que hizo el genuino y asturiano -aunque no soplara la gaita, creo -Tino Casal también me place, pese a sus aullidos de escanciador con botella caída sobre juanete:



Dolor en tus caricias
y cuentos chinos.
Yo seguiré siendo tu perro fiel.


jueves, 12 de marzo de 2009

Savater travestido

De los treintaiún disfraces con que Fernando Savater se monta su personal carnaval literario, sin duda alguna prefiero el de Fernando Savater.

Antes que nada he de aclarar, y es una opinión discutible -como todas las mías-, que Savater no se convierte en aquellos personajes a los que admira, si no que sin dejar de ser él mismo, en ellos se disfraza.
Criaturas del aire es un libro de pensamientos que son como juegos filosóficos. Savater ama la literatura, y creo que la usa aquí como lo que es, un filósofo.
¿O quizá no es un filósofo y es un ideólogo? Aquella profesora de sociología bajita, gorda, y con un sospechoso parecido a Madame Blavatsky de la que anduve locamente enamorado...
(¡oh, sí, un amor intelectual, por fin era posible, ajeno a lo físico y la feromona! Ella era lesbiana, y contaba con gracia peculiar hechos de su vida que nos dejaban a todos ensimismados. La amé porque nos obligaba a leer para aprobar, porque nos aconsejaba elegir, pensar, baremar, ella, que tenía un retrato de Carlos Marx en su despacho. Fumaba, además, en pipa. Cuando recitaba sus apuntes de la manera más amena que jamás conocí, me miraba a mí como intentando ver algo tras de mi frente. Ella fue la primera persona que me felicitó por un examen, aquel de Sociología de la Cultura de Masas, fue antes del inicio de ese otro examen de Tª Social, y yo tan tímido y tan desconfiado de mí mismo, tan inseguro como hoy -¿es que nunca cambiaré?-, me dije, no es posible, la voy a decepcionar con este examen, pero los amantes somos así, y saqué el mismo sobre, de los pocos de mi currículum tan llenito de suspensos, ¡oh, sí, un amor a una mente clara y prodigiosa, como aquella! Sus clases fueron para mí sagradas, no me salté ni una, yo, que fui el rey de las peyas, que soy el rey de la dispersión y de la inconstancia, por un trimestre me concentré en ser mendigo esforzado de sabiduría y fui satisfecho por tamaña señora, poseedora de una talla intelectual inalcanzable)
... nos aclaró la diferencia, creo la cosa radicaba en el sistema, que Savater es un hombre de ideas y no de sistema filosófico, no sé, ya no recuerdo.
Da igual, sea lo uno o lo otro, pero yo creo que Savater es un buen maestro sobre todo para enseñar a vivir, dado su amor por la vida, como demuestra en el capítulo treintaiuno, que es el mejor. Quizá tambien porque comparto su opinión de que...

...todos somos verdaderos príncipes y no hay nadie tan abyecto que se sienta realmente indigno de la corona.


Luego hay de todo, hasta herméticas retóricas inalcanzables para cabecitas como la mía, tan trastornada y atrofiada y limitada por tantas horas perdidas frente al televisor y el espejo metafísico. Llámese ombliguismo.
Me gusta cuando se mete en la piel de Phileas Fogg y su defensa de lo cercano: la vida está aquí, no hay que irse fuera para comprobarlo. Es su gusto por la paradoja, el viajero abogando por la vida sedentaria.
O en la de Peter Pan:
Por favor, Wendy, desde hace rato no te hablo de otra cosa: tú eres el cocodrilo que sigue mi rastro por los caribes de Nunca Jamás, tú eres el cronómetro que envenena la eternidad inverosímil de la que me reclamo, tú eres la aliada de lo que va a desterrarme a la madurez... ¡mi dulce, anhelosa y anhelada, mi fugaz Wendy!


De Savater sólo he leído una obra más, Ética para Amador, un libro que vale por toda esa pseudoliteratura de autoayuda creadora de limbos, hablo como lector en una época lejana de esos cursos de milagros. ¡Cuánto tiempo he perdido en esas vanas lecturas! Hasta Dan Brawn reconforta más como farsa. Hay pocos libros de autoayuda que no te dejen gilipollas, que enseñen a vivir: el Eclesiastés, el Tao Te King, pocos más, que todo es vanidad y atrapar vientos, rodar y rodar, etcétera.
Ese libro de Savater lo defendí en un trabajo de la asignatura de Psicología, uno que hice sobre el libro El Optimismo Inteligente, de María Dolores Avia y Carmelo Vázquez. El profesor de esta asignatura era opuesto a aquella deidad: un mocetón bien parecido que se limitaba a poner transparencias y a recitar escuelas de psicología y psicólogos de manera impersonal, como un lorito con culo de pollo bien amaestrado.
No me enteré de nada, y si aprobé seguro que fue por la pasión que puse en el trabajo sobre El Optimismo Inteligente, al que emparenté con la Ética para Amador por su transfondo de prudencia y confianza ante la vida, difícil fórmula.
En la Ética para Amador, Savater relataba un sueño de su hijo, en el que éste se hallaba en una tormenta, o un naufragio, no recuerdo, y se oía la voz del padre gritándole: ¡ten confianza!
Es decir, mejor ver la botella medio llena, ¡pero por favor, que el vino sea bueno, por favor! Calimotxos postmodernos... ¡que ya somos mayorcitos!

He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte.
Eclesiastés, 5:18

lunes, 9 de marzo de 2009

Posiciónate. (Ya llega el sol, llora y mata cotorras verdes)

Es extraño, pero hay posicionamientos mejores y peores para la concentración a la hora de la lectura. Si coloco la cabeza en la almohada, en el cabezal de la cama, no me concentro pero nada de nada, se me va la olla, quizá, so estúpido, porque es la postura en que duermes, idónea para soñar despierto. Sin embargo, ahora que los días son más largos, aprovecho la luz del sol hasta quedar en penumbras leyendo a los pies, me resisto a encender la luz de la lamparilla y poner la cabeza en el cabezal. Es así como me concentro, cabecita debajo de la ventana, aprovechando el sol hasta su agonizante huída. Después debo encender el flexo y para no caer en la tentación del limbo, me posiciono en un lateral, los pinreles alzados, las plantas sobre Cary Grant y Katherine Hepburn, que es la foto de Marzo del calendario del Fotogramas, que es el que yo utilizo para hacerme una idea de dónde andamos. Así me cabreo con ganas con Fernando Savater, que pone su voz a Ulises para declarar osado que no oyó cantos de sirenas cuando fue atado al mástil sin cera en los oídos, y que se puso a cantar para que los otros creyeran que gritaba. O para aplaudir a Frank Sinatra cuando declara que la mejor canción del tándem Lennon-McArtney fue Something, compuesta por George Harrison. Últimamente me ha dado por escuchar la discografía completa del los cuatro magníficos de atrás a delante, empezando por el Let It Be. Harrison quizá no fuera el más carismático -Lennon- o el más talentudo -McAtney- o el más entrañable -el bueno de Ringo-. Pero sí era el más profundo, quizá el más auténtico. En estos días en que el sol se va quedando, acompaña más y mejor Harrison que los otros.



Hay que tomar posición, para que no se vaya el sol de la lectura. Así leo unos cuantos poemas salmódicos y permutatorios de Cirlot, y hasta, creo que por primera vez en mi vida, se ma salta alguna lagrimilla leyendo poesía, y recito en alta voz:

Le he contado a mi madre que tú no me querías
Por mi cuarto asustado violetas se pasean
no me busques ya nunca, no me busques ya nunca
debajo de esta luna, de este llanto debajo


Pero estas lecturas han sido de hoy por la tarde, ayer bien que me reía con el filólogo Francisco Rico, el asesino de las verdes cotorras silvestres. Envidiando su biblioteca, como envidio toda biblioteca que no sea la mía. No sé cómo se puede ser tan erudito y extravagante a la vez, lean esta entrevista, y verán que ser raro es algo que sólo pueden permitirse las celebridades. Sí, las filológicas también.
Pues a mí me caen bien las cotorras verdes silvestres. Todas las mañanas las veo en el recinto de mi trabajo. Pese a su parloteo, me agrada mirarlas. Es un recinto por donde sobrevuelan avecillas de diversa índole. Cantan mejor esos pájaros negros que vienen hacia la puerta de la cocina a picotear el pan, no sé si son cuervos, urracas, bencejos o mirlos negros. Qué se yo de ornitología y de taxonomías de canticos. Con mirar y escuchar me basta. Quien se atreve a entender quizá acabe aniquilando el motivo de su goce.
¿Por qué me gusta tanto leer también sentado en el sofá con los piés en alto, mejor si es con luz solar? Quizá el día que lo descubra termine el gusto por la lectura.

domingo, 8 de marzo de 2009

8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora



Anteayer, las Hilanderas retratadas por Velázquez, cuando convivíamos con los dioses.




Ayer, por 1922, mujeres conmemorando su día.



Hoy:

jueves, 5 de marzo de 2009

Aliento e inspiración



Llevo mucho tiempo queriéndole dedicar un post a este grupo vasco, pero no encontraba esta canción.
Su disco Hoy me lo solía poner yo como inspiración, por su belleza contenida, susurrante, tórrida, mágico-cotidiana.
El otro día alguien me dijo que yo era débil, y no me lo tomé como una afrenta. A veces siento mi fragilidad -frágil, le aclaré, no débil- como un mal necesario.
Va para otro día el post, quede hoy esta hermosísima canción.



Musas danzando con Apolo de Baldassare Peruzzi

miércoles, 4 de marzo de 2009

El don del olvido



¿O acaso la maldición del olvido? Según el caso.
Recuerdo que en La Historia Interminable de Michael Ende, el personaje principal, Bastián, por el poder o debilidad de portar la medalla Aurin, cada vez que le era concedido un deseo, algo olvidaba. Así hasta olvidar su propio nombre.
Ahí está el gran poder renovador, catártico y mágico de la literatura. La realidad es su contrario, o su antagonista. La realidad y la fábula no son siquiera complementarios. Son alternativas.
A mí me sucede que a cada sueño roto olvido algo, quizá por un efecto biológico que desconozco, alguna sustancia que ejerce el poder de la adormidera en el alma, para poder continuar no ya con alegría, si no escudado. Es bendición olvidar, aquel personaje memorioso de Borges, ¿Funes?, ¡lo que daría él por poder olvidar!
Algún día, afortunadamente, olvidaré mi nombre, otro sueño roto más, porque yo creí que quería decir algo, pero nada dice un nombre si será papel en el fuego del olvido.´
Hoy fue mi cumpleaños: 19. En los meses anteriores estuve meditando si cumplir 20 o quedarme como estaba. En el currículum vitae he visto un tremendo retroceso. Así que me quedo como estaba.
Llevo unos cuantos lustros cumpliendo diecinueve años. Por que yo lo valgo, como Loreal.
Hace poco uno de mis hermanos recordó cómo, de niño, él creía que la edad la imponían los mayores. Es lógico, el pensamiento de los niños es lógico y desprejuiciado. Por eso dicen rompido y no roto, por sensatez. Si oyes a un mayor decir: mi niño tiene tantos años, es por que el lo decide, y no porque hay una ley natural que así lo impone, ¿qué sabe un niño de una ley natural, si para él la ley natural es la de los mayores, que son entonces la única voz que determina y nomina?
Por eso, yo ya soy mayor y elijo mi edad. Porque no conozco otra voz natural que la que a mis oídos llega, mezclada con mi voz. Tu voz y mi voz. Los cantos subjetivos:

Quisiera hoy ser feliz de buena gana,
ser feliz y portarme frondoso de preguntas,
abrir por temperamento de par en par mi cuarto, como loco,
y reclamar, en fin,
en mi confianza física acostado,
sólo por ver si quieren,
sólo por ver si quieren probar de mi espontánea posición,
reclamar, voy diciendo,
por qué me dan así tánto en el alma.

Pues quisiera en sustancia ser dichoso,
obrar sin bastón, laica humildad, ni burro negro.
Así las sensaciones de este mundo,
los cantos subjuntivos, .
el lápiz que perdí en mi cavidad
y mis amados órganos de llanto.
(César Vallejo)

lunes, 2 de marzo de 2009

Recurrid a los viejos manuales, a los tan usados discos



Dentro de los límites del mundo que conozco -demasiado reducido, lo reconozco-, prefiero a Mendelssohn antes que a Wagner. De lo poco que he escuchado de ambos compositores, me quedo con el primero, del que no sé mucho.
¡JAKOB LUDWIG FELIX MENDELSSOHN BARTHOLDY! Dura competencia para Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Borbón Marichalar. O algo así. Que me aspen si he acertado con el nombrecico.
Coñas aparte, este compositor alemán es conocido sobre todo por la marcha nupcial de su obra más célebre, Sueño de Una Noche de Verano -recomendable en todas sus versiones, desde la shakesperiana hasta la de dibus pasando por la vital que te puedas montar tú mísma o tú mismo saltando hogeras físicas y metafísicas, ¡oh, solsticio de Verano, qué nostalgia desde el invierno!-.
Yo compré un vinilo con esta obra en el rastro, hará dieciocho años, cuando yo tenía redundando dieciocho, en los tiempos en que los vinilos eran artículo común, no cosa de coleccionista freakazo. Se lo puse a mi hermano el día de su boda, en la mañana del 23 de Abril de 1993 -bonito día para contraer esponsales-, y casi vamos de entierro, el mío, pues el novio no estaba para coñas marineras en ese día tan señalado.



Lo mismo que mi hermano sintió por esta melodía aquella mañana luminosa de Primavera sanjordina debía sentir Wagner, contemporáneo de Mendelssohn, pues según parece le tenía un pelín de animadversión por sus ancestros judíos, aunque creo recordar que profesaba la religión católica.
Al igual que Mozart, Félix Mendelssohn fue un niño prodigio, quizá por eso les tengo a los dos en sendas biografías de un mismo libro, que dado la vuelta se lee la de uno y del revés la del otro. Originalidades de la cosa editorial. Eso sí, si vas en el metro con tan edificante lectura el de enfrente debe creer que o eres tonto o que tienes los ojos vertiginosos.
Wagner, además, tiene la otra marcha nupcial en el top-bodas:



Aunque en la página goear se empeñan en que sea de Vivaldi, ¡glups!



¡Que cacao, gersanta -que diría el Forges-! ¿y ahora qué hago yo con mi cultura de wikipedia on line?

Recurrid a los viejos manuales, a los tan usados discos. Quizá engañen, pero con la sabiduría del viejo zorro y no del necio tonto. Vamos de mal en peor, cualquier día mando internet a tomar viento fresco y me quedo con el rancio abolengo de los libros y los discos.
Hermoso, el concierto para violín de Mendelssohn, ¿verdad? Aquí de manos de otro niño prodigio: