domingo, 30 de agosto de 2009

Enemigos públicos



¿Estáis dispuestos todos a venir conmigo al cine?
¿y gozar y reír en el cine?
¡Mucho más, mucho más!


Se acerca el Otoño, comienza el nuevo curso. Vuelta a los cines, habrá que sacarse el bono de la filmoteca, cruzar La Plaza de España para ir a los Renoir, los Golem -o los Alphaville-, los Princesa. O tirar `palante´ la calle Atocha para los Ideal. Y no está mal una coca y unos picantones frutos secos mejicanos para ser uno más en los Kinepolis.
Queda inaugurada la temporada con:



Hay una escena en la película en la que Dillinger lleva a cenar a Billie –que es una de esas chicas que sale adelante como puede, en oficios como el de guardarropa en hoteles o salas de fiestas- a un sitio fino. Ella se da cuenta de cómo la miran todos, y se lo hace saber a John, entonces él dice:
-No me importa de donde viene la gente, lo que me importa es a donde va.
Nos gusta John Dillinger por que es un tipo sin prejuicios, porque además devuelve el dinero a los clientes de los bancos que atraca –como un Robin Hood metido a gángster-, y nos cae simpático porque vive al día, despreocupado, aunque es desquiciante ese optimismo salvaje. Algo egoísta en cuanto su chica, que se lo advierte, se ve luego metida en líos.



A John Christopher Depp II le queda bien el papel de ganster, pero decidme, ¿qué papel no le queda bien a este muchacho? Aunque Johnny Depp se vista de mona, seda se queda.
Le hemos visto como Willy Wonka, como Ed Wood, como Don Juan, como Sir James Matthew Barrie…, y deseando estamos en Manicomio de verle como Sombrerero Loco en la peli de Tim Burton. Actor más literario que Johny pocos hay, Branagh y Malkovich quizá, y conocida es su pasión por los libros antiguos, raros, por los libros de diversa índole, y por el buen tabaco.
Pertenece a raza de actores camaleónicos, el tipo más difícil y que se ha de valorar más, ya que nunca hace de sí mismo, si no de otros, y ha de hacerlo de manera creíble.
Luego están los actores histriónicos, como Robin Willilliams, y los actores que con sólo respirar ya son actores, como Bogart y Henry Fonda. Alguien dijo alguna vez que hubo una época en que el cine, ni más ni menos, era ver caminar a Henry Fonda. No se nota que estén interpretando, viven dentro de la pantalla.
El actor camaleónico tiene doble mérito, porque ha de saber ser histriónico –Jack Sparrow- o ser contenido -Donnie Brasco-, según el sanbenito que le pongan.

Aunque yo, ya lo sabéis, más que Mr. Depp hubiera querido ser John Dillinger, y atracar bancos. Pero me retiraría al primer embolso, para vivir de las rentas y poder leer tranquilo sin pensar en hipotecas materiales o espirituales. Recuerdo que en Libro de Arena lo repetí obsesivamente, ¿tú te acuerdas, si es que acaso me lees?
La película, cuya trama sucede en la década de los treinta del pasado siglo, tiene algo maravilloso y algo incoherente: la banda sonora original.
Es signo de la posmodernidad: el temperamento esquizoide.
Bravo por la música de jazz de las grandes orquestas de la época, por las canciones de Billie Holiday.
¿Pero a que viene ese sonido de guitarras eléctricas como fondo? Ya sólo faltaba sacar a Johnny Depp hablando por el móvil, “oye, cielo, que no me esperes para comer que tengo atraco a las tres”.
Un poco de autenticidad, por favor, otra cosa es que lo haga Sofía Coppola en Maria Antonieta, porque su intención es hacer un bonito vídeo clip, pero si quieres retratar un tiempo y ser creíble, mejor te metes el enchufe de la guitarrita allí por donde amargan los pepinos, so cretino.

(Las tres canciones de Billie Holiday publicadas en este post forman parte de la B.S.O.)

jueves, 27 de agosto de 2009

Umbraliana (III). El simulteanismo mágico/ histórico de Madrid



Madrid es ir con las manos en los bolsillos como nadie en el mundo.
(Ramón Gómez de la Serna)

Esta cita le sirve a Umbral para su libro de crónicas Amar en Madrid, libro que adquirí gratis hace más de diez años porque lo regalaban de expurgo en la biblioteca, tan descuajaringado y demediado estaba.
Hoy hace dos años que la crónica de la ciudad va sin su sello.

Madrid no es una ciudad sucesiva, si no simultánea, que Madrid está dándose siempre todo entero, de golpe, como una mujer que se desnuda a desgarrones.
En cada piedra blanca y carolina de Colmenar, dorada por el medio resol de la resoleada tarde, hay, había una populosidad de siglos, de gentes, de motines, pronunciamientos y asonadas, de modo y manera que en la luz de estraza de Madrid está o estaba todo presente.
(…) está presencia total de Madrid en Madrid, esta totalidad del presente, este estar todo Madrid lleno de Madrid…
(Francisco Umbral. Los tranvías. Trilogía de Madrid.)


Años antes, yo escribía cosas empapadas de este misticismo umbraliano, habiendo leído a Umbral pero sin haber leído aún su Trilogía. Es lo que llama él el simulteanismo mágico/ histórico de Madrid.
Es la obsesión por recuperar la Ucronía donde todos los tiempos se funden.
La fascinación que hace año y medio me llevó a escribir estos haikus, inspirados por unas fotografías antiguas del barrio de Aluche:



Ucronía

1

Tiempo sin tiempo.
Todos los tiempos. Todo
lo que fue, es.

2

Trae el futuro
recupera el pasado.
Hazlos presente.

3

Todo lo que fue
y todo lo que será
aquí y ahora.

(Salix Babilónica)



Aniversario.

28 de Agosto del año 2007, el mejor escritor vivo en lengua castellana muere en el recitado de lo que hubiera podido ser su último artículo, alucinado y agonizante.
Como un torero en el ruedo, trabajando, cogido esta vez por la cornamenta mil veces toreada.
29 de Agosto del año 2007, permanece en mi memoria aquel perfil que hiciera sobre Ortega en Las Palabras de la Tribu, cuando cuenta que a su muerte él compra todos los periódicos para leer todas las neurológicas y todos los artículos que honran al maestro.
Ese día llueve, y el joven Umbral, camina leyendo la prensa ávidamente, protegido el espíritu por un paraguas de letras, mojado el traje, el cuerpo, los papeles.
Honro yo su memoria comprando todos los periódicos de Madrid, y así haré en los días sucesivos. Aún guardo una bolsa con todo aquello.
Pero ese 29 de Agosto no llueve, sol y calor de estío de camino al tren. En Atocha, me encuentro con R, compañero de trabajo y de viaje, al que nunca le gustó Umbral.
Días antes, yo le regalo a R el Gargantua y Pantagruel, clásico tocado por la gracia que versa sobre todos los excesos. Días después, él me regala Trilogía de Madrid, clásico tocado por la gracia que versa sobre todos los excesos y carencias de los literatos en Madrid. Cuando hago saber a los akabaos este trueque, alguno me dice que he hecho mal, pero es que Umbral no gusta a todo el mundo, pero al que le gusta le mantiene alucinado. Los alucinados, los cuerpos gloriosos, los tipos retratados por el maestro y leídos de su mano.
A la noche de aquel 29 de Agosto guardo luto de la manera en que a él le gustaría, bebiendo y leyendo. Soy fotografiado por un amigo en camiseta sin mangas, quedo muy umbraliano, muy cuerpo glorioso para gusto de todo alucinado.

miércoles, 26 de agosto de 2009

No soy más que literatura

... no soy más que literatura y no puedo ni quiero ser otra cosa ...
(Franz Kafka)

miércoles, 19 de agosto de 2009

Elogio de lo breve

Lo bueno, si breve, dos veces bueno, según dicen que dicen los italianos. ¿Y quien dijo aquello de que las grandes esencias se encierran en tarros pequeños?
Yo ahora me piro y ahí os dejo, unas mini vacaciones demasiado minis, tan pequeñas tan pequeñas que la semana que viene ya estoy de vuelta.
Lo que se dice un paseo.
Es la tónica habitual, el verano anterior no tuve vacación alguna, aunque esos días libres me sabían a gloria, como de crucero por el mediterráneo: islas griegas, Corfú, Sicilia años veinte, Cerdeña y todas esas mariconadas publicitadas en prensa para bochorno y enojo de currelillas.
Lo mío es currar los veranos al cien por cien, y si acaso pellizcar de aquí y allí algo para unir más de dos días y así poder hacer algo, poca cosa, pero cosa excelente, eso si.
Como otros veranos: Santander, La Serena, Ávila, Toledo…
No pilllo un Agosto completo, ni a la mitad ni al cuarto, desde el año 2001. Así como te lo digo.
Ahora me voy de ruta gastronómica, es decir, que si me he pasado todo este tiempo cocinando para otros, ahora otros cocinarán para mí.
Pero no a mantel puesto, que no, si no a pie de barra, tapeando.

Las tapas.
La tapa es un micro manjar que ha de reunir en su reducida rebanada la esencia de un plato.
Está a la orden del día tomar el pincho de tortilla o la cazuelita de paella. Hasta de migas la ponen algunos.
No cansan, pero tampoco llenan, pero no importa, siempre hay otra caña para otra tapa.

Los libros.
Pedro Páramo, de Juan Rulfo.
El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad.
Baterbly el escribiente, de Herman Melville.
Y mi preferida, por esa capa de lluvia que todo lo cubre, ¿qué no la has leído? Grandiosa y genuina como un grueso tomazo de mil paginas, pero es novela corta:
La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares.

Las canciones.


Los cortometrajes.
Ya sean de pelis o de dibus.



Las mujeres.
Siento cierta debilidad por las mujeres pequeñas de alma inmensa y carácter fuerte. Ahí esta por ejemplo la pin-up Verónica Lake, con sus 1´51 centímetros de gracia:



Coda
Pero no seas ruin y mezquino conmigo, no apartes de mí lo grande, que tambien es digno de elogio. Que ya me ocuparé yo de catarlo poco a poco.
Aquellos tres meses de veraneo de la infancia.
Los banquetes pantagruélicos.
Los gruesos novelones decimonónicos, ¡ay, esa Regenta!
Las largas películas de toda una tarde de Sábado o de Domingo, con anuncios para meadas y meriendas. Se me ocurre Kill Bill, al completo.
Las largas sinfonías, los infinitos temas de jazz y de rock duro.



O las Venus barrocas, renacentistas, prerrafaelistas, de cualquier tiempo y lugar.

martes, 18 de agosto de 2009

Nat King Cole. Una historia de racismo.




Según parece esto que voy a narrar a continuación no es más que una leyenda, como una anécdota, que superó su carácter casual para trascender a la historia del jazz vocal.
Nat King Cole no estaba orgulloso de su voz, no le gustaba, se avergonzaba de ella. Él era feliz tocando jazz al piano con su grupo, el Nat King Cole Trio. Era un pianista brillante.
Una noche, en un tugurio de blancos, un sureño borracho se le acercó dando tumbos e interrumpió el tema que Cole interpretaba:
-Canta, negro.
-No, señor, disculpe, yo no canto.
-¡Que cantes, te digo, jodido negro!
-Señor, yo no canto nunca, no se cantar, no tengo buena voz.
-O cantas o te caneo…
Y empezó a golpearle.
Ante esto, y consciente del lugar donde se encontraba, Cole no vio otra alternativa y obedeció, mientras sus dedos trémulos por el miedo apoyaban al piano su voz delicada.

Al finalizar, miró asustado a su alrededor, esperando la furia de aquel blanco.
Pero no fue así, encontró al borracho llorando emocionado a sus pies, rogándole perdón, arrodillado ante la elegante belleza de su voz.
Fue a partir de ese momento cuando Nat King Cole comenzó a cantar, poco a poco, primero una canción en un estado, dos en otro. Así, hasta convertirse en uno de los crooners más populares y apreciados, no sólo en Estados Unidos, si no en el mundo entero.

domingo, 16 de agosto de 2009

El escritor y la pose



Posad, literatos, posad.

No en todos los países pueden presumir de haber tenido como directora de la Biblioteca Nacional a John Lennon. ¿O es que acaso perteneció Rosa Regàs a los Beatles?


Aquí otra Rosa, Rosa Montero, con carilla tímida y sonrisa de pilla. Lo que le gusta a esta gente posar rodeada de libros…


He aquí una excepción, toma chico de calendario recién paseado en harley, Ray Loriga marcando molla tatuada. Olor a sudor y gasofa, uouh!!!


Este caballero, sin embargo, tiene toda la pinta de ser pillado por algún vástago: papi, que me des el dinero del Domingo, porfis. O quizás, Don Rafael, señor Reig, por favor, por favor, fírmeme un autógrafos…


Y aquí Don Enrique Vila Matas. Una de tres: o es espía o detective, o se quiere hacer el longui para pasar desapercibido y no dar la paga a sus vástagos, o está haciendo uso de un urinario público.


Uno de nuestros literatos mas cultos… y horteras. Pere Gimferrer, que seguro que se viste así para que sus retoños no se le acerquen a pedirle la paga semanal. Yo también aspiro a tener talento para poder vestir como me salga de las vergüenzas y encima ser candidato al Nóbel.


No, ni es otra vez Gimferrer, ni siquiera es su hermano gemelo. Aunque quizá se pasen los modelitos a la hora del posado. Creo, eso sí, que Don César Vidal gana por goleada a Don Pere. La próxima vez que escuchéis a este señor por la radio imagináoslo así vestido y sin nada debajo del abrigo, ya veréis el subidón de adrenalina que os espera.


Doña Carmen Posadas sujetando su nombre o su ego, que viva la autopromoción. Lo que no sé yo es si Alberto Ruiz Gallardón habrá dejado también sin trabajo a esta mujer-anuncio, como hiciera en su momento con los trabajadores del centro de Madrid.


Marujita Torres haciendo oposiciones a Duquesa de Alba. ¡Por fin hallamos el secreto de sus peinados! Se peinan con un toldo. Este afoto es una alegoría de la tentación del suicidio.


A Lucía Etxebarría , sin embargo, no le hace falta ni peinarse ni vestirse. Hace bien, para no caer en la tentación suicida de Maruja Torres, Pere Gimferrer o César Vidal. Aquí la vemos firmando ejemplares de todas sus obras en la puerta de un convento de frailes dominicos.


Juan José Millás con cara de cabreo porque tiene que leerse todos esos libros que hay detrás suyo. O lo mismo esta haciendo yoga. O quizá esté firmando ejemplares de todas sus obras y ese careto de pocos amigos lo pone porque la Etxebarría sí que firma que da gusto y él no se come un rosco. Pero no se preocupe, don Juanjo, que usted está muy guapo así vestido. ¡Que clase, yo también quiero ser elegante!


¡Y he aquí el rey de la Isla de Redonda! Javier Marías es, desde hace mazo años, el que más y mejor posa para el Parnaso. Comparen a este señor y a Juan José Millás con César y Pere. Y oíggghhhhsss, lo bien que les sientan los libros como fondo a todos estos lumbrerillas.


Este señor, Fernando Sánchez Dragó, es lo peor de lo peor. Eso de hurgarse los dientes con el boli después de zamparse un galdosiano cocido madrileño de tres vuelcos no está nada bien. O lo mismo lo que lleva entre los labios es una cerbatana para dispararle a Juanjo Millás, que por eso está tan seriote.


Este hombre es uno de esos frailes dominicos que quiere que Lucía Etxebarría le firme algo. ¡Ah, no, que es Carlos Ruiz Zafón! En el cementerio de los libros olvidados, seguro, y voy yo y me lo creo.


Don Arturo Pérez Reverte, con el carajillo numero veintidós. ¡Cuidao, que se cae, don Arturooo! Que alguien me le sujete, oigan.


Que otro comente este afoto que yo no tengo palabras. Anonio Muñoz Molina entre las nubes o el tío manazas o el coco o el hombre del saco o el hombre lobo o qué sé yo. Miedo, pavor, huyamos, criaturitas. La próxima vez que dé de comer a un niño, si no come, le amenazaré con que ese tipo va a venir a llevarle a un lugar muy siniestro.


Esta señora es una madre que mira con orgullo cómo su hijito se lo come todo, después de enseñarle la foto de Muñoz Molina. También da una cierta impresión… como de literata atendiendo en una carnicería, ¡no!, es una tendera atendiendo en una librería. Me recuerda a Almudena Grandes, ¿a ti no?


Este señor está leyendo con cara de aburrimiento un libro de Juan Manuel de Prada.



Y este tipejo con gorrita de mariquituso marinerito genetiano es el Príncipe de ArroyoLuche, alias petimetre. Pero no se confundan, es una pose. Siempre a su servicio, señora. O señorita.



¡Ciudadan@! Ejerce tu derecho y vota en la encuesta de arriba a la izquierda.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Verano



Los pájaros de Baden-Baden.

Un último verso excelso es capaz de perpetuar un poema, ahí está por ejemplo el “polvo serán, mas polvo enamorado” de Quevedo, ¿Quién, que sea lector, no lo conoce? Pero, ¿y en la novela y en el relato?
Kafka finiquita mejor que nadie sus obras, grandes y pequeñas, así sucede con los últimos párrafos de El Proceso –siendo, paradójicamente, una novela de capítulos inconclusos-, y con las ultimas líneas del relato La condena.
También me gusta el final de Los pájaros de Baden-Baden, un título formidable y sonoro para cualquier obra, que hizo suya en un relato el gran escritor Ignacio Aldecoa.
“Idiotas de Baden-Baden. Gentes de Baden-Baden. Miserables de Baden-Baden. Veranos de Baden-Baden. Porquerías de Baden-Baden.” Luego intentó vislumbrar los pájaros que piaban entre las hojas del plátano de su derecha.

(Para quien quiera leer el relato al completo aquí lo puede encontrar:
http://66.240.239.19/1/4/3/14323.ZIP)


El título se basa en un dicho popular en la época del desarrollismo en España:

Madrid en verano, sin familia y con algo de dinero, es Baden-Baden.

La cosa va de los Rodríguez, de ese casposo espécimen que con la excusa del trabajo enviaba mujer, suegra e hijos a Cullera, Gandia, Benidorm, Torrevieja o similar destino, para darse al living la vida loca, aunque en su contexto seria mejor decir vida noctívaga y crápula de jaranas y congas de Jalisco.
Hace poco vi en la tele una peli muy simpática en la que Jesús Puente, Juanjo Menéndez y otros se dedicaban a ligotear con extranjeras en noches de ferragosto, dejando churumbeles y parientas al fresco de las fragantes brisas marinas.



Vivaldi, colofón de compras literarias.

Pero han pasado décadas como cañones que han derruido las murallas del tópico.
Yo ayer, como un buen chico, hice de acompañante de mi amiga La Rizos, que se quedó aquí en este Madrid de Rodríguez, pero ni los Rodríguez ni las Rodríguez son ya lo que eran. Ahora uno se ve más como ese tipo de personaje que tan a fondo estudió Carmen Martín Gaite en su tesis Usos amorosos del dieciocho en España, cuando la moda dictaba que las mujeres casadas se buscaran un amigo fiel que les sirviera de casto confidente y público acompañante, más con la aceptación del marido que con su consentimiento, porque en esa costumbre ellos no pintaban nada. El cortejo, así se llamaba esa moda por entonces, concepto que contemporáneamente tiene una finalidad distinta.
Primero estuvimos comprando libros. Yo le regalé Los Detectives Salvajes, de Bolaño, ya que hace poco fue su cumpleaños. Ella adquirió el Tokio Blues de Murakami. Yo, con ansias de inmensos horizontes, adelgacé con gusto mi recién comprado monedero en un chino por 90 cts. –atención a la cutrez del que esto escribe- para comprarme La vida, instrucciones de uso, de Georges Perec, ya que dicen entendidas lenguas como dedos sucios de tinta que es de lo mejorcito que se hizo en literatura allá por la segunda mitad del siglo anterior. Por ejemplo, tal como se lee en la contraportada, don Paul Auster:

Prodigiosamente entretenido –en el sentido en que Lewis Carroll y Laurence Sterne son entretenidos-.


Y si lo dice Paul Auster, que es prodigiosamente entretenido, en el sentido en que Lewis Carroll y Laurence Sterne lo son, pues habrá que hacerle caso.
Al salir a la calle del Carmen la tarde nos regaló con una pequeña banda de músicos que interpretaron con lozana frescura el Tercer movimiento del verano de Vivaldi.



La insoportable levedad de todos los veranos.

Cuesta abajo caminábamos aquel verano…


Ansias también de algo que pueda ser perdurable.
Pero nada que suceda en verano puede ser eterno, el verano está abocado al fracaso, siempre.
La promesa lanzada en la primavera crece y madura en el verano, tan efímero y liviano como livianas son las prendas de moda en la estación.
Estrellas fugaces, lluvia de perseidas en la noche de San Lorenzo.
Ansias de eternizarse a través de los libros leídos y escritos, eso sí que dura, como el recuerdo de besos tan auténticos y perdurables como versos excelsos.
Yo siento predilección por el verano, pese a que el otoño es mas honesto y hermoso. Nada hay más cierto que la paulatina desnudez del árbol de hoja caduca, reproducción sin pausa de lo que vamos viviendo.
Las hojas caídas del otoño son las ruinas del espléndido sol del verano.
Y las ruinas, como dicta el imperativo del romanticismo -única moda en la que creo-, existen para recrearse en ellas, construyendo, siempre construyendo.
Edificando el Palacio de Invierno donde protegernos del frío.
Que largo es el invierno, y nosotros somos tan jóvenes…

¡Qué alegre, en primavera,
ver caer de la carne
del invierno el vestido,
dejándola en errante
amistad con las rosas,
también de carne amable!

Ahora, en el otoño,
¡qué alegre es ver cuál cae
la carne del estío,
del espíritu, dándole
por amigas las hojas
secas inmateriales!
(Juan Ramón Jiménez. De estío. 1915)

domingo, 9 de agosto de 2009

Amor por la literatura: Dietario Voluble, de Enrique Vila-Matas



1. Epifanía.
Mañanitas de Domingo, en las que si no hay demasiada resaca me ocupo de mis labores, las propias de la casa y de la persona, en lo que toca a la edificación del hombre que seré el día de mañana y a la limpieza de esta vivienda que podría ser una pocilga si no se la cuidara con esmero, de lo grande que es.
Y eso que la casa no es mía, fijare tú si algún día tengo casa propia, mas limpia que un palacete-museo la iba a tener, para que los turistas-amigos, cuando vayan a verme digan: mira David que curioso nos lo tiene todo.
Terminadas las ultimas paginas del Dietario Voluble, de Vila-Matas, estaba yo fregoteando los cubos de la basura, con especial atención al de la basura orgánica, que ahora con el calor se da a la fermentación de residuos que da gusto, o, mejor dicho, asco, siguiendo el ritmo de las canciones de la primera radio-formula que he pillado, cuando surge de pronto para mi excitación la afrodisíaca voz de Mai Meneses en la canción del verano, que también lo fue de la primavera, el invierno, y el otoño, que a todas horas esta y en cualquier esquina se apoya, como ramera canción corruptora de mancebitos tiernos como yo:

Y en esto que en mi aturdimiento caigo de hinojos –si no esta bien escrito que venga Ricardo Senabre y me pegue- y rezo a Venus Calipigia, musa golfilla y pilla, emperatriz desdeñosa y cruel:
-¡Oh, musa! Haz que el día de mañana yo sea un literato como Enrique Vila-Matas. Si quieres te seré más fiel que el mismo Umbrales.
-Niño, que Vila-Matas y Umbral no pertenecen a la misma mafia literaria. No se reconocen el uno al otro en sus memorísticos libros. Seguro que para Don Francisco Don Enrique es uno de esos angloaburridos, y en el dietario voluble Don Enrique no hace mención alguna al fallecimiento de Don Francisco.
-Me la pela, Canela. A mis diecinueve años tengo aspiraciones y afanes y energías de sobra para ser un empedernido lector, un monje de las letras, un eunuco follarín y todas esas cosas que son los grandes de la literatura.
-Pues macho, a los diecinueve años el cojo Rimbaud ya lo había hecho todo, a ver a que aspiras, con diecinueve casi en cada pata.
-A casarme contigo, a una unión plena en comunión con tu carne lozana, Lozana.
-¿Otra? Me vas a destrozar con tanto ímpetu, busca una novia o algo, que yo sola no valgo para inspirar al Vila-Matas, al Amos Oz, al nocillas, al falcones, al zafones y a ti juntos, cojones.
-Jooo, vengaaa…
-Que te den por el ojal, chaval. Toma el portátil y haz los deberes, ¡oh, esclavo! Nunca serás liberto, tú lo has querido.

2. Dietario Voluble.
Y marcha dejando su aroma a fruta y leche fresca, su calor de vientre fecundo, el recuerdo de su imagen como estampa de una promesa o una añoranza que busca su permanencia en un constante presente.

Uno lee a Vila-Matas y siente una envidia impotente, como la que siente el niñito que aún no da sus primeros pasos y ve a su padre tan alto y tan suelto en sus gigantes zancadas.
Este señor es un señor que cita a otros señores que citan a otros señores.
Viaja constantemente, es un hombre muy ocupado, pero no en negocios y contratos de empresas y comercio, si no en las cosas de libros y escritores.
Una cita atrapa a otra cita, y un viaje encierra otro viaje, en meses que a veces son como matriuskas, las páginas del señor Vila-Matas no se acaban nunca, no tienen origen ni final.
Vive en su casa de Barcelona, vive en hoteles de todo el mundo, vive en casas y estudios que le prestan los amigos.
Narra sus peripecias, pero siempre a través de la literatura, peripecias que a veces son casualidades unidas a lecturas y misteriosas llamadas de amigos. Hay que decir que es amigo de Paul Auster, al que ya le tengo dedicado un post, y todos los que hayan leído a este mago del azar sabrán que las casualidades juegan el papel fundamental en su obra.
Hay algo que no hay en este dietario: nunca habla de comida ni de sexo. Sin embargo un día dice que al día siguiente se casa, como quien se va de caza o se va de casa a un papeleo sin más importancia que la de cualquier trámite burocrático. Yo, personalmente, echo de menos frases como: tiernísimas carnes bien aderezadas, sabrosos guisos sazonados por manos sabias, y expresiones tales que suelen decir los escritores viajeros para darnos envidia.
Es una obra inmensa y caudalosa, y sin embargo sobria como un hombre vestido de negro.
Tiene elementos cómicos y elementos emotivos.
Dispara o lee en el fondo del alma, que no es lo mismo pero es igual, porque quizá leer a un hombre sabio sea como dar en la diana de la existencia.
No, no voy a citar las citas del señor Vila-Matas, aunque pienso ponerme una pizarra frente a la cama para escribir en tiza ciertas máximas de grandes hombres que no quisiera olvidar.
Estoy de acuerdo con la muchacha que me recomendó el libro, es para releer. También es para subrayar, pero yo, ¡ay de mi! Lo cogí de la biblioteca pública. Tendré que sustraerlo de alguna librería o de la casa de alguien, de manera vil y literaria, con antifaz a rostro descubierto. Menuda cara.
Me ha gustado que en el Dietario se hablara de Cirlot, y de su ciclo de Bronwyn, cuando trata de esos amores que se encuentran pese a la diferencia de siglos y se desencuentran a costa del innegable tiempo.
También me ha emocionado que hablara de un señor al que yo he citado mucho en otras bitácoras, Hugo von Hofmannsthal en su Carta de Lord Chandos, con aquello de:
Las palabras se me deshacen como ceniza en la boca.
Enrique Vila-Matas es lo que llamo yo un escritor MUSA (motivador universal de la sabiduría y las artes), es decir, un incitador, un instigador, un provocador, alguien que despierta la curiosidad por el conocimiento y los objetos y juegos literarios. O sea las fichas y sus reglas.
La impresión que deja su lectura es la de un amor supremo por la literatura con todos sus atributos y circunstancias.
Ficción, máscaras, Kafka, Pessoa, Borges, Rimbaud, autenticidad, vocación, enfermedad… todo esto y más, qué menos que más, donde todo cabe en la vida de un hombre de hambre. Para llenar el vacío a base del vicio de las letras y las artes.
A favor del pensamiento y no de la acción, cuando cita a Flaubert –lee tú el libro y busca tú la cita-. Es ante todo esa preferencia por las terrazas, las ventanas, los miradores, los belvederes…
Don Enrique, gracias por las iluminaciones, y por estos descubrimientos:




Venus Calipigia, la de hermosas nalgas, diosa adorada en Sicilia y en Manicomio, ¡menuda mafia!

viernes, 7 de agosto de 2009

Felicidades, Caetano

Eu sou um leão de fogo
Sem ti me consumiria
A mim mesmo eternamente
E de nada valeria
Acontecer de eu ser gente
E gente é outra alegria
Diferente das estrelas...

Terra! Terra!
Por mais distante
O errante navegante
Quem jamais te esqueceria


Nacido tal día como hoy, en 1942, es considerado uno de los padres –y padre nominativo- del tropicalismo: canción tradicional brasileña, bossa-nova, rock, jazz, fado… Terra es, en mi opinión, una de las mejores canciones habidas en La Tierra.



Así vivo yo embrujado
por esa chiquilla tierna
signo de elemento tierra
y en el mar tierra a la vista
tierra para el pie firmeza
para la mano caricia
tras el astro que te guía.

Tierra.Tierra.

El más distante, soy errante navegante
que jamás te olvidaría .

Santiago Auserón, otro león de fuego –este nacido un 25 de Julio-, hizo esta versión de Terra, digna de la canción original.

(este video es otra joya)


Donde no hay tiempo ni espacio
sólo nos queda el coraje
de mantener tu cariño
mientras dure nuestro viaje
por encima del vacío
a traves del cual nos llevas
en el nombre de tu carne:

Tierra.Tierra.

El más distante, soy errante navegante
que jamás te olvidaría.

jueves, 6 de agosto de 2009

Un gato durmiendo en mi cama al despertar. (tres canciones sobre el sueño y la madurez)


Corazones Estrangulados, así se llamaba este grupo cordobés de estética siniestra que compuso esta canción sobre el derecho a la libertad y el poder soñar sin restricciones. Y, como dice la voz de Eva Riquelme, cantante del grupo, el derecho a estar sola. Una canción llena de certezas, como la del enfrentamiento a una imposición que no compensa.


Los Tequila adoptan aquí un ritmo lento, pero no por eso abandonan sus características guitarras estonianas. Es una canción de turbadora belleza, con el manido tema del despertar a la madurez.


En un programa de televisión les preguntaron, allá por los ochenta, la razón de su nombre. Lo que no recuerda la mente lo recuerda el corazón, y el mismo nombre del grupo lo dice: la dama se esconde. Es un grupo de culto, quizá el más literario que haya crecido en la península, con temas recurrentes y magnéticas canciones, uno de mis preferidos, que mas he escuchado siempre a la hora de escribir, por su carácter sugestivo. En un principio se llamaban Agrimensor K, en homenaje al personaje de El Castillo, de Kafka. Esta canción es un regalo cargado de magia.

domingo, 2 de agosto de 2009

Walkman, de Ivan Tubau




WALKMAN

Un barco, el mar
cuando anochece
—¿cómo
decir cuando anochece que anochece
sin decir que anochece?—
y el saxo de John Coltrane estallando
directamente en tu cerebro:
¿Queréis droga mas dura?

¿Cómo es posible
que aún sean legales
el mar, la muerte lenta
del sol,
los barcos
grandes como el mundo,
Miles Davis
y la cinta magnética, los Aiwa
portátiles baratos, las pilas
de todos los timbres que vos apretás
y sobre todo
los demoníacos auriculares?


Prohibid
la música y el mar y los atardeceres:
dan placer.


... ven a salvarme, Amor
he naufragado ya ...
http://www.youtube.com/watch?v=ECtDIqxEUuI