jueves, 19 de abril de 2018

Comienzo para una novela de detectives

Cero


Reminiscencia y olfato, no necesitaba más para seguir la pista.

Corazonada e intuición, quizá fuera mejor elegir estas denominaciones para esos atributos que creía tener, y que quizá poseía.

Sexto sentido y ... sexto sentido y leches. Buscó con la mirada el diccionario en la librería, acorazado o escudado entre Recetas de la Abuela y Monasterios de España. Alcanzó de un vistazo el lomo del Sopena.

La palabra precisa. Habría que, tendría que encontrar, buscar, elegir las palabras justas.

Si había elegido el rol de detective y quería publicitarse tendría que definirse antes certeramente.
Angel Pou Lanzas, detective. Olfato y maniaco sexual.

No pude evitar sonreírse al igual que no pudo evitar la pereza para levantarse y tomar el diccionario.
Ángel Pou Lanzas, detective. Pervertido e intuición.

Llevaba dos horas tumbado en el sofá atusándose la barba descuidada de dos semanas y media.

Nueve Semanas y Media, la verdad es que no podía dejar de pasear a Marta por los descuidados jardines de su mente depravada, cierto que algún parecido con la Kim Basinger tenía, y él a Mickey Rourke también se daba una intuición, una reminiscencia, una perversión o una leche.

No había encendido el televisor ni había cogido alguno de los cinco libros que tenía comenzados, como hacía todas las noches al llegar a casa, si no se tomaba algo con Pedro -solía ser cuando había algún partido interesante-.

Se había tumbado en el tresillo desnudándose tan sólo los pies -los zapatos forzando a los calcetines mordidos a volar con ellos -, con la luz del salón encendida y apagada cualquier motivación para cenar o mear o hacer cualquier cosa que no fuera pensar en Marta y en lo que le había propuesto por la mañana en su breve e insolente visita a su negocio remanso de paz, mientras le robaba en sus narices cuatro o cinco revistas femeninas de belleza, salud, psicología y otras varietés que leían los dos ojazos de hielo que Marta llevaba como faros para este Ángel naúfrago y a la deriva.

-Deja este puesto de pipas de una vez y monta una agencia de detectives, yo pongo el dinero. Si para algo sirves y tienes talento es para detective o para tocarte las narices todo el día en pro de no sé qué filosofías budistas zens mal digeridas. Eres intuitivo y morboso a partes iguales, además de ser un depravado sexual tienes un sexto sentido que tendrías que potenciar par algo útil en la vida, se te van las horas vendiendo piruletas y crucigramas.

-¿Cómo?

-Que cierres este puesto de pipas y que montemos una agencia de detectives, yo pongo el dinero. Y cuando quieras follamos. Tú pones el dinero.

Y rió maligna con las revistas hurtadas en la mano, saliendo de la tienda meneando su añorado trasero sonando su risa cristalina. Como si fuera un cascabel.


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