domingo, 29 de diciembre de 2013

¡Qué tristes parecen las burbujas de champán! (Un triste adiós para Germán Coppini)



Versión actualizada del año 98:  link


Por la casita encantada
no te has dejado caer,
los dulces se están perdiendo,
está volviendo a llover.

Regalos amontonados,
Hansel y Gretel están llorando,
las hadas buenas ya se han marchado.

La pequeña bailarina
por ti ha vuelto a preguntar.
Sentados los dos al fuego,
cuentan cosas de su capitán.

Te echamos todos de menos,
no han vuelto a dar cuerda a la caja musical,
¡qué tristes parecen las burbujas del champán!




Murió a las 9 de la noche, cuando todas las familias se preparaban para el discurso del Rey y la cena de Nochebuena; cuando yo corría por un extraño puente de Alcalá de Henares, bajo la lluvia, para no perder el último tren hacia Atocha.
Algún crítico ha dicho, acertadamente, que era el poeta del pop. Fue la mitad intelectual del que fue para algunos el mejor grupo de los 80, grupo de corta pero fecunda trayectoria: Golpes Bajos. 
En mi universo particular, en mi poética, conformados por intuiciones, emociones, ideas y búsquedas de rosas entre ruinas, su muerte me ha volcado la misma pena que sentí cuando se nos fueron Francisco Umbral, Gloria Fuertes, José Hierro, Carmen Martín Gaite y Gabriel Celaya. Su legado no pertenece a los libros, sino a la música, pero no por ello deja de ser literario, muy literario, increíblemente literario. Él mismo reconocía que no tenía idea de música, era su otra mitad en Golpes Bajos, Teo Carralda, quien se ocupaba de ello, poniendo el complemento ideal de una música de delicada belleza a esas letras morbosas, extrañas, que podrían haber sido creadas por un Poe, un Cortázar, un Busowsky en las canciones más extremas.
Con Umbral y con la Gaite me sentí huérfano, pues les leía contínuamente y sabía que no volverían a escribir, con lo que el pulso de su ausencia me hacía a mí un ser más incompleto para siempre. Con los otros es distinto, como si tuvieran una obra más acabada y la tristeza fuera más por el ser que se fue que por una obra que podía dar más de sí. Uno tiene la esperanza de levantarse un día y volver a ver una columna nueva en El mundo, o una nueva novela de aquella mujer elegante.
No era tan conocido como Santiago Auserón/Juan Perro, Antonio Vega, Sabino Méndez (Loquillo y los Trogloditas) o Joaquín Sabina, pero las letras de Coppini están a esa altura de calidad literaria, de historia contada como fábula o de poema necesario.
Su voz, como la de Bunbury, es característica y reconocible, no a todo el mundo gusta resultando cargante, pero es un estilo y como tal tiene sus adeptos incondicionales y acérrimos.

La bola de cristal


Cuando hace treinta años en la televisión trataban a los niños como proyectos de seres que un día madurarían y pensarían por sí mismos, y no como eternos corderitos sin capacidad de raciocinio que necesitan ser pastoreados, existía un programa infantil, La bola de cristal, asombrosamente libre y sin complejos.
El primer recuerdo que tengo de Golpes Bajos y de Germán Coppini fue un vídeo que con frecuencia emitían en este programa, como una pequeña película: Cena Recalentada.



Versión actualizada del año 98: link


Un beso en un portal, un abrazo, hasta mañana,
qué hombre me sentía cuando a ti te acompañaba.
Tú lo eras todo y yo era nada,
pisábamos los charcos, tan lejos estabas.

Es necesario ver el vídeo para disfrutar el relato poético, así podemos ver a Germán Coppini, todo un personaje. Podemos considerar a esta canción como precursora de esa obra de arte que es Allí donde solíamos gritar, de los Love of Lesbian. (link)

La cinta de mi hermano




No mires a los ojos de la gente
me dan miedo, siempre mienten
no salgas a la calle cuando hay gente
¿y si no vuelves? ¿y si te pierdes?

Vieja y gastada, la escuché mucho en los 90, con todos los éxitos que todos conocen, como la paranoica y desasosegante No mires a los ojos de la gente, la onírica y surrealista Fiesta de los maniquíes, y Malos tiempos para la lírica, que se convirtió en himno y nunca pasará de moda. Este último título está basado en otro título de un poema de Bertolt Brecht.



Seguro que algún día, cansado y aburrido,
encontrarás a alguien de buen parecer,
trabajo de banquero bien retribuido
y tu madre con anteojos volverá a tejer.
Malos tiempos para la lírica ...

Tengo la suerte de tener hermanos mayores, de los cuales heredé un gusto musical ecléctico. De mi hermana la canción protesta, de mi hermano mayor el rock urbano y la música de la Movida Madrileña. Este movimiento dicen que trajo un soplo de aire fresco, donde el talento sin más prevalecía sobre la profesionalidad. Muchos músicos no sabían tocar bien, muchos cantantes no tenían una gran voz. Dudo mucho que Coppini hubiera pasado una primera ronda de Operación Triunfo, tampoco tenía conocimientos musicales, pero como pasó con tantos grupos por aquel entonces, este talento no sólo les abrió camino, sino que crearon camino.
Antes de llegar a una segunda parte, he aquí una historia de amistad desengañada:



Versión actualizada del año 98: link

Pues mi deslumbramiento definitivo y mi admiración perpetua llegó poco antes del nuevo siglo, con un disco que vino a actualizar la obra ya realizada. Como si fuera Juan Ramón Jiménez, siempre trabajando sobre lo ya hecho y publicado, insatisfecho de su obra, pues una buena obra nunca se acaba, siempre se abre a la posibilidad de mejora.

Vivo




La pregunta es, ¿era necesario este repertorio con las canciones actualizadas? En algunas ocasiones, como en la bellísima Hansel Y Gretel, cambia la forma pero no el sentido, mientras en otras como Desconocido cambia el rumbo de la historia.
Creo que el disco no tuvo muy buenas críticas, quizá tengan razón en que no era necesario. Pero tampoco estaba de más, y para muchos que aún eran niños en el apogeo del grupo, como es mi caso, sirvió para que conociéramos su grandeza.
Uno escucha primero una canción original y luego su actualización y quizá prefiera en algunas, pese a la niebla original, a estas primeras, como si las actualizaciones perdieran algo de su encanto al ser más claras. Pero no pierden un ápice de su magia y misterio.
Viene a reunir además sus mejores canciones, aunque falte Fiesta de los maniquíes. 
A mí me sigue pareciendo un disco redondo, uno de esos discos que no nos cansamos de oír una y otra vez, y que no tiene desperdicio alguno.
Aún recuerdo aquella noche de fascinado deslumbramiento con los primeros compases de la primera canción, Necesito saber. Fui directamente al vídeo, metí una cinta y a grabar.
Se trataba de un concierto que era además una película, cada canción un corto cinematográfico o una simple pieza de canción pop, daba igual, a partir de entonces vi la película -dirigida por Juanma Bajo Ulloa- muy a menudo.
Algunas son canciones nuevas, junto con las antiguas son una serie de escenas cotidianas vistas a través del vino bueno de la literatura.
Es sobre todo una canción, mi preferida, Tendré que salir algún día. Es la última, el perfecto colofón de una gran obra. Forma parte de mí como si la hubiera escrito yo, pues me recuerda a ciertos estados de mi propia vida.
Cuelgo en este post la primera versión, y dejo para mi Jardín Inglés la versión actualizada, más clara y literaria aún: link

Un antes y un después


Es preciso mencionar que antes de ser el vocalista y letrista de Golpes Bajos, a primeros de los 80 también lo fue de Siniestro Total, donde puso su lado más gamberro, que no abandonó del todo luego en Golpes Bajos, como demuestra en canciones como Madame (la cuelgo en la mediateca del Marqués de la Pollalzada: link ) o Estoy enfermo. (link)


Después de Golpes Bajos su carrera fue fructífera, pero alguien que la conozca mejor que yo sabrá contarla con más interés y yo tendré placer en leerlo.
Sólo mencionar este pedazo de tema: Alien divino, de su disco El ladrón de Bagdad. Me recuerdo a mí mismo escuchándolo en la radio en el baño de mi casa, intentando un primer afeitado.


No perdemos la manía 

de tener esperanza. 
Que el dios de nuestra infancia 
nos venga a enseñar 
otro lugar más allá. 
No da para más, 
no da para más, 
que aparezca un alien divino 
y nos haga soñar.

Coda




Mi pequeña dama, dime, ¿cómo te encuentras,

acaso decepcionada de verme muerto en la escena?.
Yo quiero ser el guardián de esas noches sin estrellas,
no demores tu tardanza que te esperan, Cenicienta.