lunes, 15 de diciembre de 2008

Un nuevo género: cine de ninfas

Y menos mal que aquí a Holliwood no se le ocurre meter mano, que viva el cine francés -lo digo con la voz muy bajita, no sea que se lo crean-.
Desconfío mucho de Holliwood cuando toca un clásico, me pasó con Troya, que hizo de la Iliada lo que le dió la gana, cambiando hasta el temperamento de los personajes, adaptándolo a su manera de entender el mundo, que no digo yo que sea mala, pero las cosas no fueron narradas así.
Hoy he ido a ver Su majestad Minor, de Jean Jacques Annaud, que lo mismo te dirige un En busca del fuego que un El nombre de la Rosa, o aquella versión de El Amante, de la Duras. Es decir, que no es poca cosa.



Es una película desconcertante: zafia, fresca, divertida -aunque decae algo en la segunda mitad-, mágica, burda, bella, irreverente,erótica, poética, y un tanto cochina. Como que el personaje principal es Minor, el hombre-cerdo, unido sentimentalmente a una marrana, aunque luego se enamora de la hija del patriarca. Es, ante todo, sorprendente, aunque tiene en su contra a que recuerda algo al cine casposo tipo Jaimito contra todos. Pero siempre se parecerá más a las Metamorfosis de Ovidio una película así que cualquier tratamiento filtrado por la mentalidad imperante.
Cuando uno lee los clásicos se sorprende más que cuando ve una adaptación sobre el texto, la falta de tapujos y reservas de la época nunca será políticamente correcta para estos días. ¡Pero la vieja y decadente Europa siempre tendrá viejos lobos que salven la mitología, la literatura, el maravilloso mundo de la fábula, donde todo es posible!
Ya hace unos meses que fui a ver El romance de Astrea y Celadón, de Eric Rohmer, que adaptaba una novela del siglo XVII, La Astrea.



El genio de Rohmer hace que te traslades no a la época pre-cristiana en que suceden los hechos, si no que ves a través de los mismitos ojos con que miraban esa época en el siglo XVII. ¿Habéis visto esos cuadros de Velázquez que tratan los personajes mitológicos como personajes contemporáneos? Pues igual. O esas figurillas del Belén napolitanas, que visten como hace dos, o tres siglos.
Al menos no te llevan a engaño, te dicen: mira, esta película está basada en una novela pastoril del XVII que retrata la era mitológica, en la que ninfas y humanos convivían, y lo vas a ver con la visión del XVII. No así Holliwood, que te saca unos vestidos muy acordes pero que las mentes son muy de hoy en día, es que si no aburre.
Así pasó con la peli de hoy, que siendo día del espectador éramos cuatro gatos. Igual que cuando fui a ver la de Rohmer.
Sucedió una cosa curiosa la semana pasada, que fui a ver Gomorra a los Kinépolis. Gomorra es un film sin concesiones, que retrata las cosas tal como son, sin romanticismo alguno -he de confesar que me gustaron más las romántica saga de El Padrino, o pelis similares, no tengo nada en contra, prefiero el tratamiento romántico en el cine al realista-. Pues la gente se aburrió mazo, a partir de la primera media hora la gente se fue yendo, quizá por la crudeza de la película, quizá porque les parecía un tostón. Los cinco macarrillas que se nos sentaron atrás se marcharon en el minuto 31, y menos mal, había uno que comentaba cada escena en voz alta. Luego a mi izquierda una de esas parejitas que a falta de besitos se daba a la cháchara con una fluidez propia de tertulianos de mesa camilla. Y el colega con el que fui, mandando mensajitos con el móvil -pero por lo menos tenía el decoro de hacerlo en silencio, es de mi opinión, al cine se va a ver la película-. A mí me ha mirado un tuerto con esto del cine, siempre me tocan los mismos, cualquier día día les interpreto el papel de la niña del exorcista, a ver si así se divierten, que para algo han pagado entrada, los pobres.



Y ya, por último, lanzo mi deseo, más películas mitológicas -¿vió alguien las maravillosas Furia de Titanes (1981) -con el shakesperiano Laurence Olivier haciendo de Zeus- o Jason y los Argonautas (1963)? Más cine mitológico con respeto e imaginación, que no son incompatibles. Más cine de ninfas y sátiros irreverentes, como la peli de Annaud. Y menor chorradas al gusto efímero de las mentes estúpidas que manejan Jodiwood.

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