domingo, 12 de julio de 2009

Via-Matas e hijos

Me acabo de zampar ahora mismito y de un bocado el año 2005 del Dietario voluble de Vila-Matas.
No se alarmen ni sufran envidia por mi capacidad lectora, que Vila-Matas no es Andrés Trapiello sacando de un año centenares de páginas.
Son un par de páginas, tres o cuatro, no más de cinco. Así ventila don Enrique Vila-Matas el año 2005 en su voluble dietario publicado por Anagrama.
Yo también puedo con el año 2008, en cinco líneas:

“Los que tenemos que trabajar a cargo de otro somos como personajes de novela: la mente perturbada de nuestro autor puede manejarnos como a peleles. Pero yo siempre fui muy de Unamuno, así que suelo ser rebelde a lo James Dean en Rebelde sin Causa, cuando grita aquello de: “¡Me estáis aturdiendo!”

Como soy un socialista de corazón o de mierda, de esos que creen en el bien público –es decir, un tipo desfasado, sin ambiciones y vestido en el hipermercado, qué mal gusto, con un sueldo en torno a los mi euros, qué baja ralea, miro a un gato y telepático le hablo, aúllo un rato con la boquita cerrada, me enamoro de los rizos de mujeres anónimas, y de su andar garboso, y de esas faldas blancas semitransparentes tan de moda este verano, que insinúan la carne y el pecado de un mundo sin demonio-, pues suelo visitar las bibliotecas, esos lugares que desaparecerán por un stock de ausencias, en la próxima privatización a cargo de la Esperanza o la desesperanza. Allí vi en exposición las novedades, y Vila-Matas estaba de espaldas subiéndose los pantacas, en la portada del Dietario Voluble.
De Vila-Matas ya he leído algo, como la Historia abreviada de la literatura portátil, donde se da cuenta de la conspiración shandy. Yo soy un poco shandy,… bueno, qué cojones, después de leer las características de una de mis sectas preferidas he llegado a la conclusión de que soy un shandy en condiciones.
Pero ha escrito libros aun más interesantes, como Doctor Pasavento, donde escribe sobre Robert Walter, un tipo que escribía pequeñas obras: microgramas, como hiciera Ramón Gómez de la Serna con sus greguerías, valga la comparación. Pues yo también soy Walser. Y Ramón.
Bartlevy y compañía, donde habla de los bartlevy. También soy un poco como este personaje de Melville, Bartlevy, porque preferiría no hacerlo.
-¿El qué?
-No, sé, cualquier cosa.
Luego está El mal de Montano, paranoias literarias, de eso soy un pozo sin fondo.
El sello Cien Locos, marca del equipo de Literaturitas Crónica, está muy enojado con este padre literario que es Enrique Vila-Matas. En Manicomio Nos nos sentimos compungidos al ver que papá no nos vincula, siendo como somos bastarlos de alta alcurnia y curva praxiteliana, elegancia de dandi fauno ibérico:
http://www.enriquevilamatas.com/blogs.html
Lo mismo sucede con R. R. , alias el caníbal, y mira que de vez en cuando Nos nos pasamos por su blog a hacerle la pelota. Y eso que tenemos amigos comunes. Otro padre que no nos reconoce cuando nos encontramos por las calles cibernéticas de los wevis on line. Pues resulta que tanto don Rafael como don Enrique tienen hijos en común, preferencias Déjà vu, ¿Quién es papá, quien es mamá? Sin embargo estos dos no se vinculan.
Eso sí , para el día del padre van a lloverles corbatas metafísicas, de tanto hijo olvidado y desprotegido.
-Papa…
-¿Y tu quien coño eres?
-Dame la paga para chuches.
-No te reconozco, fuera, zape, zape, fssshh, fuera, bicho, lagarto, lagarto…
-Llevo en la tinta de mis letras los genes de tu tinta. Y fumo a la manera del tito Roberto Bolaño
-Fuera de mí, espectro, que me aspen, que me practiquen un exorcismo.
Marcho, dejando solo al padre sin uno de sus hijos.
Porque un literato se caracteriza por sus ausencias más que por sus presencias.

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