viernes, 10 de octubre de 2008

Un año en el profundo sueño de Libro de Arena

Un año, en este instante, once de Octubre, hace un año.
Mi primer blog, y yo como un niño, subiéndome a la noria, haciendo de loco, o de mí mismo, alternando máscaras como en una Venecia siempre a mano y siempre en carnavales.
Me construí un manicomio sin premeditación, con un pelín de alevosía, mucha nocturnidad y nada, pero que nada de nada, de veneno.
Pasaba los días volviéndome loco, era como si tomara por vez primera la cafeína, y como si aquello me gustara y no pudiera parar.
No imaginé cómo pudo haberme cambiado tanto, que me apartara del camino, que me abofeteara para llevarme al centro de mí mismo.
Mi hiperactividad sedentaria supo amoldarse a los diversos roles, cuando algo me aburría, cambiaba, necesidad de expansión, aire fresco, con espíritu travieso me recreaba en otro blog, en otro personaje.
Me travestí de mujer hermosa y cruel y dio resultado, Marte y Venus aliados, un disparo de rosa letal sobre mi pecho.
Con esa comodidad que da el anonimato, no dejé atrás la honestidad ni olvidé que todo era un juego. Nadie me conocía, pero nunca tiré la piedra y escondí la mano. Tiré mi voz, y el eco a mi blog central os remitía.
Hice buenas amistades y me ví metido en lances, llegaba cupido más ciego que nunca y yo jugaba a desnudarle los ojos. Nunca, nunca olvidé que me movía en un mundo virtual. Otros sí lo olvidaron, y sufrieron por ello. La realidad es plana y es estepa, terreno idóneo para soñar edificios, montañas, curvas de mujer y todo aquello que sobresale de la llanura. Crear, recrear, acaso también creer.
Yo nunca me enamoré de una quimera encarnada en mujer para luego desilusionarme al conocer lo humano. Me enamoré de lo humano, por eso nunca quedé defraudado.
Yo sí defraudé, sin haber prometido nada. La escritura también es un arte que intenta superar lo humano, nada que ver el creador con lo creado, en la literatura, por mucho que lo proclamara, Flaubert y Emma Bovary no eran ni remotamente parecidos. Yo nunca metería la mano por debajo de las faldas de Flaubert, y con mucho gusto lo haría por debajo de las de Emma. Ni un jardinero se parecerá nunca a la flor que mimó y regó y protegió con su locura.
No es mi intención volver a Libro de Arena, acaso sí de visita a mis amigas. Lo dudé mucho, y mucha pena me da cada vez que vuelvo a esa comunidad literaria donde la cercanía fue posible. No sería lo mismo, aunque yo tampoco quiero lo mismo ya. Libro de Arena es un exquisito café con doble ración de cafeína.





Voy a revelar una historia que es a veces mentira y otras no es verdad
me quedé sentado esperando la llegada de la suerte no podia tardar.

Y pasó, tanto tiempo que llegué a ver sombras en color
y pasó, tanta gente por delante que nadie me vió.
Esperaría de pie que el anochecer se fundiera con la tarde y el amanecer
suave vendaval a mi paso se alborotan los trozos de un quemado papel.

Y creció, a mi lado camo un árbol toda una ilusión
y crecio, a su lado monstruosa toda una obsesión.

[......]
No perderia de pie la oportunidad de buscar en los cajones un recuerdo que amé,
esa sensación de encontrarme sin las pasos por segunda vez.

(Antonio Vega)

No hay comentarios: