Un evocador comienzo; un lento desarrollo, con algunos chispazos que nos mantienen despiertos, alertas, entretenidos; un final ya conocido pero no por eso menos deslumbrante y estremecedor.
El maestro Garci escoge dos de los episodios nacionales de Don Benito Pérez Galdós para refrescarnos la historia de estos madriles que de manera tan chulesca pisamos algunos, y nos ofrece un par de horitas de buen cine, como ya hiciera en otras adaptaciones, como El Abuelo, Ninette, y Luz de Domingo.
Como sucede año a año -con alguna tregua-, será elegida para los óscar por la academia de cine española, será rechazada por "jodiwood", y la misma academia que le promociona para que se pasée por Los Ángeles, no le dará ni un Goya. Bueno, quizá sí al buen hacer del también oscarizado Gil Parrondo, que se ocupa del diseño de producción, culpable quizá de que yo me haya trasladado por el tiempo del pase a esa época.
Da igual, Garci, junto con Médem, Almodóvar, y Amenábar, es el mejor cineasta del lugar, pese a quien pese -y pese a que sus pelis son un pelín pesadas, a veces, todo hay que decirlo-.
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