miércoles, 8 de octubre de 2008

El amor, que le dicen

Tengo una tesis:
La Poesía nació para ser cantada. Luego, rescatada por un príncipe bastante... eh... bastante elitista, fue arrincoanada en un palacio de tinta y papel, donde podía ser mirada, y hasta recitada. Pero, si volvía a sus orígenes de música y voz, entonces... , ¿entonces qué? Que perdía su carácter serio, sublime, qué sé yo...
He aquí una prueba de cómo un hermoso poema pudo ser nacido para el canto, y no para el papel. Aunque cenicienta se desvista de sus principales trapos y tropos, y se descalce de sus incómodos zapatos, queda así, no deja de ser sublime.

No hay comentarios: