Para que el poema surja bello
como flor de luna llena
o como voz de lluvia primeriza
hay que barrer primero la despensa
de todas las ideas que se opongan
al latido sensorial que es el poema.
Hay que llenar la casa de sabores,
dolores, alegrías y tristezas.
Hay que elegir por rey al tiempo libre
hay que escoger por reina a la pereza
hay que crear imágenes de aire
mientras se gesta pose de alma en pena.
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