domingo, 11 de enero de 2009

Los Detectives Salvajes

(No es posible copiar el código de este vídeo en el que Bolaño habla del rostro de sus lectores, pero si me pinchas con cariño podrás verlo).

Conocí al Bolaño-personaje en la novela Soldados de Salamina, de Javier Cercas, en la que le vemos en dos momentos de su vida, trabajando como guarda en un camping y, años después, ofreciendo importante información para las pesquisas del protagonista.
Es lo que tiene la literatura, que está llena de reencuentros. Si la vida es un pañuelo y la literatura es un espejo, pues la literatura es un pañuelo, también.
Una vez un profesor mío dijo que la literatura buena debía estar llena de juegos, matices, historias dentro de historias, guiños del autor al narrador y del narrador a los personajes y al lector. Es decir, que lo complejo, bien construído, es virtud en literatura.

Volví a encontrármelo en Los Detectives Salvajes, esta vez con el nombre de Arturo Belano-y no sólo le vemos en el camping, si no también ganándose el jornal en oficios variopintos-, y como uno de los protas principales. Y como autor, pero no como narrador, ya que es el joven poeta Juan García-Madero el que narra y luego se pone a investigar, entrevistando a casi un centenar de personajes. Creo que no he tenido el gusto de tratar con tanta gente a través de unas páginas desde que leí La Regenta.
Creo que no me confundo si digo -osado que soy- que es novela de exageración, algo que proviene de los tiempos de Rebelais, el del Gargantúa y Pantagruel. Los personajes de Bolaño, jovencísimos, tienen todos una capacidad envidiable en muchos sentidos. O es que en Méjico la gente madura antes, y hace todas esas cosas que aquí hacen. Como tomarse con el viejo Amadeo Salvatierra más de una botella de tequila cada uno, además del mezcal, y yo que me bebí un día cinco tequilas y terminé mal, muy mal, y ellos tan frescos.
Son personajes desafortunados, pero no tanto. Es decir, su dignidad es grande, trágica como de héroe trágico. Les seguimos la pista a través de las voces de demasiada gente, y vemos que es lo que van haciendo.
Arturo Belano, de amor en amor, siempre cogiendo -al igual que García-Madero-, de oficio en oficio, insolente o irónico, mágico -hace algún que otro milagro- y aventurero -le perdemos la pista en África, muy enfermo de todo, eso sí-.
Ulises Lima. Cuidado con éste, porque es personaje principal pero no sale tanto, no se le describe tanto. Es misterioso y místico, va siempre rayando la indigencia, con un libro en las manos, leyendo, haciendo anotaciones al margen, de lugar en lugar. Nunca se le ve cogiendo, pero sí enamorado, quizá llorando en mitad de la noche en sueños, cada noche. El misterio está donde algo se desconoce, y de Ulises todo se insinúa, pero no se explica, ni su comportamiento, ni su paciencia, ni su odisea. De su conversación con su enemigo Octavio Paz nada se sabe. Se les ve juntos, hablando, pero nada más.
Los dos siguen las pistas de Cesárea Tinajero, madre de los poetas real visceralistas. Heroína trágica, como Ulises Lima. Ella es el centro de la novela, lo que se busca, lo que se encuentra, y nada más hallarlo ya se pierde. Da a este libro ese paisaje de desolación, en el que el que se pierde se pierde porque quiere, huyendo o buscando algo.
Búsqueda y huida, sobre todo búsqueda. En seiscientas páginas con un largo centenar de historias. Tres partes, la primera y la última son el diario de García-Madero, y la central es larga y rica, y como todo lo rico y lo barroco tiene episodios geniales, y otros aburridos.
Es normal que falle el que se atreve con lo grande. y como no, no es una novela sin falla. Por ejemplo, yo noto que a Bolaño le pierde su estilo en todas las voces, sí, en la parte central hay decenas y decenas de voces, pero algo de Bolaño se reconoce en todas. Y que hay veces que entran ganas de estampar el volumen de la chingada contra la pared, no se termina nunca, pero es que tampoco quieres que se termine.
Es una novela para perderse, y necesita tiempo, pasarse unas cuantas horas seguidas cada día, yo tuve que interrumpir la lectura en el tiempo de Navidad, no es novela para leer media hora cada día.
Dicen que es de lo mejor que se ha escrito a finales del siglo XX, y que Bolaño abre caminos narrativos. Sí, es cierto, nunca se leyó nada igual, y no es que sea una novela hermética para iniciados, no es un objeto aburrido con un código que haya que interpretar, como tanta vanguardia. Es una novela vital y entretenida, con una gran intriga y bastante suspense. Pero has de ser un lector activo y con imaginación.
Es un libro para gente inteligente, como tú y como yo, que no nos gusta que nos mastiquen la comida, que preferimos masticar nosotros.
Por ejemplo, la novela trata el movimiento poético realista visceral, pero en ningún momento se transcribe un poema de esta gente. El lector habrá de imaginar algo que repele a muchos y atrae a unos pocos, y que pasado un tiempo es mejor olvidar. ¿Qué será eso? He ahí el misterio, el enigma, el horror que no se dice y se insinúa.
Los hay que comparan esta obra con Rayuela, de Cortázar. Y sí, seguro que es cierto. Pero yo con Rayuela me ayudé de la introducción de Anrés Amorós, en la edición de Cátedra, tuve esa guía. Y es seguro que pasados unos años alguien hará lo mismo con Los Detectives Salvajes, afortunado quien así guiado lo lea, para no perderse en tanto personaje, en este laberinto, en este desierto.
Roberto Bolaño no tuvo fama hasta finales de los noventa, con esta obra magna. Sólo pudo disfrutar de ese reconocimiento durante cinco años, que los pasó trabajando en 2666, su obra póstuma. Ya en Los Detectives Salvajes se barrunta algo, da la sensación que estas 600 páginas desquiciadas son sólo un prólogo. A ver, quien me regala el tiempo y la tranquilidad necesarias para acometer tamaña empresa, que es que son más de mil páginas...
Bolaño murió joven, aun podría haber escrito algo más grande, de cincomil páginas, al menos. Se metió él como personaje en libros propios y ajenos. Es ese gusto travieso de muchos escritores. Quizá Vilá-Matas, que tanto amor tiene por los escritores y a los que resucita en sus obras, vuelva a resucitarlo en alguna próxima novela.
Eran amigos, he aquí las pruebas del delito:

1 comentario:

Gabs dijo...

Me encanta la entrada, Príncipe de mis entretelas!
Llevo poco del libro que tu me regalaste, pero apunta maneras, me está gustando... ya te contaré!
Eres un crack, peque!
Besotes a granel, muaa!