miércoles, 24 de febrero de 2010

Nunca supe quién soy (pero siempre tuve un verso en la cabeza)


La actriz Rosemary Forsyth en la película El Señor de la Guerra, interpretando el papel de Bronwyn, musa cirlotiana.

Pueden ser versos de José Hierro "llegué por el dolor a la alegría, supe por el dolor que el alma existe, por el dolor, allá en mi reino triste, un misterioso sol amanecía", o de Constantino Cavafis "recuerda, cuerpo, no sólo cuánto se te amó...",
son versos que caen en mí como esta lluvia caprichosa e inadvertida de los últimos meses, gratificante siempre.
En momentos en los que estoy centrado en otra cosa, en el trabajo, por ejemplo, es como esa melodía machacona con la que uno se levanta un día y se queda durante horas, a veces más que horas.

Nunca supe quién soy,
pero voy
a ser lo que tú quieres sólo siendo
en el sol absoluto donde ardiendo
mueres porque eres.

Voy a ser la eternamente llama
de tu espiga de fuego;
mi resplandor entrego
a tu doliente niebla que me llama.

Caigo en tu corazón que ha de perderse
para que aprenda a rehacerse
desde el cristal azul del océano
al sarmiento quemado de una mano
cerrada al deshacerse.


Últimamente, los versos de Juan Eduardo Cirlot se me vienen de pronto como una epifanía. Ya esté haciendo croquetas -ayer-, o tortillas -anteayer-, en el trabajo. Compitiendo con las canciones de la radio, que siempre suelen ser las mismas, desde que empecé en este oficio de cocinero hace más de diez años.
Como Sting, por ejemplo, creo que no ha habido cocina -y eso que he currado en más de veinte- en la que esta melodía no me haya cubierto como un sudor alternativo al propio sudor.
Ayer, curioso y asombrado al oirla otra vez, no pude evitar buscar, escuchar, leer sus palabras.

Many years have passed since those summer days
Among the fields of barley
See the children run as the sun goes down
Among the fields of gold
You'll remember me when the west wind moves
Upon the fields of barley
You can tell the sun in his jealous sky
When we walked in the fields of gold
When we walked in the fields of gold
When we walked in the fields of gold


2 comentarios:

Unknown dijo...

Me sucede lo mismo. Los versos de Bronwyn se me abalanzan en los moments más insospechados, con ese "puñetazo de marmol" que nos reserva a veces la poesía.

Muy bueno el blog, gracias por cabalgar

W

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Gracias a tí, por comentar, y es una pena que no pueda enlazar con tu perfil.
Sin embargo me he llevado una alegría al ver que en la página que han dedicado a Cirlot en el Facebook -donde suelo interactuar más bien poquito- aparezca mi blog como referencia.
Pero este blog es un desastre...
Cirlot me parece una de de las cimas, desde que tuve noticia de él hace poco más de un año, leyendo una reseña en un periódico cultural sobre su vida.
Al adentrarme en sus poemas, noté algo muy especial, como un reencuentro.
Pocos autores hay que me parezcan sublimes en todo lo que escriben, Umbral y Cirlot son dos de ellos.