lunes, 15 de febrero de 2010

El secreto de sus ojos



Sigo preparando la sección disco redondo, al igual que sigo con la lista de los libros del deshielo. Que te crees tú eso, ¿desde cuando sigo al pie las estrategias que me programo para una vida ordenada? Ahí tengo empezados unos cuantos tomos insatisfechos, con el amor a medio hacer, ¡David, sigue, sigue! Y yo buscando la mortadela fuera teniendo el solomillo en casa.
Es que son tan bonicos los libros que uno no tiene... Eso sí, hace ya años que no robo, hoy soy un ciudadano ejemplar, cedo el asiento en los autobuses y saludo cortesmente en los comercios.
Pero todo se andará, adoro hacer listas pero odio seguirlas, así que estoy con otras lecturas para el deshielo, ya contaré.
A lo que doy vueltas es a lo del disco redondo, años llevo dando vueltas a los mismos discos, ya que disco redondo es aquel al que uno siempre vuelve, y nunca se cansa de escucharlo y siempre siente las mismas emociones. Con las mismas canciones. Toma pareado.
Ray Loriga empezaba así uno de los capítulos de su novela Héroes, -que leí el siglo pasado, ahí es nada- donde el personaje escuchaba la canción Héroes de David Bowie una y otra vez.
Yo cuento con una buena veintena de discos redondos a los que recurro para reconciliarme más que con el mundo, conmigo mismo.
La discografía de los Héroes del silencio es de por sí un disco redondo. Pero fue El espíritu del vino la obra más intensa que escuché nunca. Una y otra vez, una y otra vez, yo había dejado de fumar y me nicotinizaba todas las noches escuchando tamaña obra maestra, a la que aún sigo dando vueltas, más que intentando comprender su misterio, zambuyéndome en él, en cada canción. Y no son las más conocidas las canciones que más me apasionan del disco, al menos Culpable no lo es:



¿querrán las glándulas lascivas
declararme culpable?
si me ofrecí a tus rodillas
y no quería quedarme...


Y esta canción que es para mí como un credo, Bendecida:



De la tierra perdida en la infancia
al mundo perecedero
bendecida fue la causa de mi fortuna.
Algo que no me han consentido
y que ahora busco entre tus huesos...


Sobre todo cuando escribo, escucho obsesivamente los mismos discos, Hoy, de la Dama se esconde, Como la cabeza al sombrero, de El último de la fila, Días extraños, de Bunbury y Vegas, Mujeres, de Silvio Rodríguez, Patente de Corso, de Jaime Urrutia -por eso el vídeo que colgué el jueves-, Mientras respiremos, de Loquillo y Trogloditas... Hablo de música cantada en español, claro, no terminaría nunca si me pusiera a escribir sobre todo lo que he oído una y otra vez en otros idiomas, Leonard Cohen, Rem, Beatles... Y el Jazz, que es por sí mismo todo un disco redondo que no se acaba nunca. O, por citar a un sólo autor, Vivaldi es un compositor que lo tomes por donde lo tomes es enriquecedor, bello, genial.



Últimamente lo que más escucho cuando escribo es Antonia Font, que es lo que escucha, según dice en su dietario, Vila-Matas. A ver si me contagia algo.

Es muy fácil decir que los otros son el infierno, pero cuando el infierno viaja contigo mismo, lo más prudente es retirarte del mundo y dedicarte a escribir un dietario.
Enrique Vila-Matas


Y el Helville de Luxe de Bunbury, y a Quique González, que no es que me apasione, pero acompaña bien con su voz suave y melodías delicadas.



Pero yo había venido aquí a hablar de buen cine...
Uno va al cine para ver buenas películas, no pide más, y esta película reúne en sus dos horas todos los ingredientes del buen cine sin artificios.
Ayer ya le dieron el goya a la mejor película hispanoamericana, no sé cuando la estrenaron, creo que en Otoño, y yo no tenía muchas ganas de ir a verla, pero tanto me la recomendaron que cedí, silenciosamente, sin decir nada a nadie. La película parecía de estreno, tan llena estaba la sala 1 de los cines Princesa. Otros estrenos he visto a los que tan sólo asistíamos cuatro felinos y yo.
Antes de salir, escogí entre los libros empezados, pito pito gorgorito, tocó el más voluminoso. Me gusta leer en los autobuses, el de Héroes de Loriga, por ejemplo, lo terminé en uno.
La película emociona, intriga, enamora, sorprende, violenta y hace reír. El personaje del alcohólico Sandoval es memorable.
Excelente, no pierdan la ocasión que aún está en cartel.



Coda

Éramos pocos y parió la abuela, cojo el envite y después del cine me paso por la biblioteca -la semana anterior, en unos cómodos sillones que han puesto tras las estanterías, un inglés no dejaba de monologar que daba pánico- y me alquilo gratis -por ahora es gratis acoger un libro desamparado- Tres rosas amarillas, de Raymond Carver. Así que el próximo post o versa sobre tal volumen de relatos, o sobre una cursilada muy bonita de la colección Harlequín.
Tóma cóctel molotov.

2 comentarios:

Bunbury te está leyendo.... dijo...

Vine a hablar de mi pelicula...jajajaja...

entonces Heroes de Loriga, en qué siglo fue? ...

Foro Vila-Matas, ya...!!!!

La GEmio está siempre recomendando esta película...

Bunbury, que no deja de aplazar su disco, podía hacer un duo con la Naranjo...pero no sé porqué he solicitado este duo...no pidan razones...

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

No se confunde Isabel, es recomendable para todo el que le guste ver una buena peli. Con eso basta.
Soledades, frustraciones, piedad, rencor... cuántas emociones juntas, y tan bien expresadas.
Dígale a don Enrique (Bunbury), que si me lee me deje un coment. Aunque sea uno de sus alaridos tan característicos, please.