Woyzeck Uno también es de carne y hueso. La gente como nosotros siempre será desgraciada, en éste y en el otro mundo; yo creo que si fuésemos al cielo tendríamos que ayudar a tronar.
(Woyzeck. Georg Büchner.)
Perdone el retraso mi multidinaria audiencia. Este post debía haber sido escrito hace una semana, que fue cuando fuimos a la representación. ¿Qué hacía usted hace justo una semana? Cafetear, comer pizza, o ver algún capítulo pasado de dr. House, que es como el Cojo Manteca de la medicina, y uno siempre tiene simpatía por los rompefarolas. ¿No tuvo usted remordimiento alguno por abandonar su blog tan vilmente? Cuando el placer de la holganza supera al malestar cultural no valen remordimientos. ¿No le parece triste que malgaste los días de mocedad en siestas, alcoholes y otras molicies que aquí no han de ser descritas para no desatar los rubores de sus lectoras, joven? Desde aquí buscamos el rubor, el malestar, la complaciencia y otras emociones enfrentadas.
Todo esto es tan sólo un precalentamiento para escribir el post sobre el Woyceck, pues al igual que en los conciertos, las óperas, las zarzuelas y otros musicales los músicos afinan el instrumento para no desafinar in media res, aquí invocamos al talento al que no se recurrió durante días. Y si no llega te aguantas.
Este Martes consumamos por fin la degustación de Los Miserables, el musical, y al sentarnos en las butacas pude escuchar el afine de los músicos. Precalentamiento. Los jugadores de fútbol, antes de salir al campo de juego, hacen también un poco el lila para ganarse el pan virilmente metiendo goles. Paradójicamente.
Pero Los Miserables tendrán otro post, que será el próximo.
Dos fechas
O en Mayo del 99 o en Abril del 98.
Queda aún mi marca del sello en el libro de la biblioteca popular. En cualquiera de esos años, en esos meses, leí el Woyceck de Georg Büchner una tarde de Domingo como esta, para aquella asignatura de Historia del Teatro en la que tan buenos libros leimos. La Señorita Julia, de Strindberg, por ejemplo, o Martes de Carnaval, de don Ramón María del Valle-Inclán. Había que ver dos represenaciones en cartel y vimos una de Moliere ( o El Ávaro o El Tartufo) y Trabajos de amor perdidos.
Una especulación
Georg Büchner, médico de profesión, genio de la Literatura. |
Tómalo como simple especulación, pero creo que sucede lo mismo con las pesadillas de Kafka como El Proceso. Hay capítulos no terminados, quizá la obra no ha sido pulida. Con las heridas sin cauterizar y el pelo sin lavar y las puntas sin cortar, la obra se presenta en estado salvaje, con toda la frescura del buen salvaje, de la buena obra.
Rara avis
Sin embargo la calidad de la obra no es ni mucho menos fruto del azar, si Büchner la hubiera arreglado para publicarla es muy posible que hubiese sido más grande aún, aunque también hubiera perdido algo de ese misterio alucinado. O quizá no, quizá el autor buscara ese efecto.
Según la fecha de composición, 1836, la obra podría encuadrarse en los últimos años del romanticismo. Pero su en su rara identidad se halla la marca precursora y visionaria de otros movimientos que por venir están. Por su tiempo no es ajena al último romanticismo y al realismo, retratando de qué manera influye la sociedad en el individuo.
El expresionismo es el movimiento que inaugura, casi cien años antes. Distorsión, exaltación, y pesadilla. Aquí siempre hacemos elogio de la exageración, más que de la contención. Con la rapidez con que el lector lee el Woyceck, hace Büchner un spring hacia la meta. Seguro que estaba dopado, pues llega cien años antes. Hay que estar muy drogado para escribir algo así, o es que tan sólo Büchner era el genio que pensamos que era.
Esperpento
Al igual que Goya fue precursor de tantas corrientes que llegaron -otro genio, otro dopado sin necesidad de estupefacientes-, y vino Valle-Inclán e hizo uso del esperpento para representar la realidad tal cual era, ya que el realismo sólo mostraba la parte que se supone real por consenso.
Aquí siempre estamos tratando a los mismos, a los padres literarios y artísticos de alucinados y maravillados como Nos.
Al salir del teatro me callé la boca por no parecer repetitivo, pero vino a decir uno de los akabaos: ¿no os recordaba a los esperpentos de Valle-Inclán?
Tal como lo soñé
Tiene el texto un campo fértil para la imaginación del lector y del que quiera adaptar la obra. Signos bíblicos, proféticos, abundan en la obra. Shakespeare también es influencia en la obra: Hamlet, Macbeth.
(Si no lo has hecho aún hazlo, que yo lo hago desde hace años, casi todas las semanas: lee a los Profetas del Antíguo Testamento, son párrafos llenos de imágenes alucinadas, literarias, simbólicas, con todo el aroma de una antiguedad de dragones y ángeles vengadores que no se acaba nunca, pues es también el futuro)
Javier Guitiérrez como el conejillo de indias Woyzeck |
Yo estaba algo escéptico, seguro que mi mente proclive a la chifladura imaginó en su día la obra con más fantasía. Sin embargo, la representación, dirigida por Gerardo Vera, fue tal como la soñé mientras leía. Agacharé la cabeza y confesaré: mejor aún que yo.
Luego estos días releí la obra, pero ya leía sus páginas con los ojos del director de la obra.
El ritmo, sobre todo el ritmo, la confusión de escenas, si se lee la obra de una sentada es lo que acaba sucediendo en la cabeza, ritmo y confusión de escenas. Con los dedos vertiginosos de un malabarista o un pianista loco, sin que se caiga nada en un sólo momento.
Es, sin duda alguna, una adaptación maravillosa, una de las mejores obras que he visto en teatro.
Los actores son también unos genios de la interpretación, todos y cada uno de ellos, son elementos bien colocados en este fresco caótico que descoloca.
Yo de mayor también quiero ser un genio, de lo que sea. Aunque sea el genio bueno de tus tres deseos.
Javier Guitierez, por ejemplo, yo tenía miedo de que me interpretara un personaje de Los Serrano, pues a veces pasa que un personaje se incrusta en los prejuicios y no nos deja mirar más allá de la máscara. Pues no, Javier Gutiérrez es Woyceck, el complejo Woyceck, la víctima, el verdugo, el pensador que no quieren que piense, el hiperactivo que no puede dejar de hacer algo para no pensar, el alucinado.
Marie es interpretada por Lucía Quintana, con todo el deseo y la tragedia del personaje soñado.
Pocas veces me levanto al aplaudir, esta vez la actuación lo requería. Así como la puesta en escena, la ambientación, el ritmo, todo.
Luego, al finalizar, fuimos a tomar un pincho de tortilla en un bar cercano. Allí vimos a uno de los actores, a Jesús Noguero, y no pudimos evitar el acercarnos a saludarle para mostrarle nuestra admiración. Noguero hace de Capitán, que junto al Doctor -interpretado por Helio Pedregal-, vuelve loco al pobre Woyzeck, como si éste necesitara más alucinación de la que lleva dentro.
Abuela. Érase una vez un pobre niño que no tenía padre ni madre. Todos se le habían muerto y no había nadie más en el mundo. Todo estaba muerto y no había nadie más en el mundo. Todo estaba muerto y echó a andar y lloraba día y noche. Y como no había nadie más en el mundo quiso ir al cielo, y la luna le miraba cariñosa, y cuando por fin llegó a la luna, era un trozo de madera podrida, y entonces se fue al sol, y cuando llegó al sol, era un girasol marchito, y cuando llegó a las estrellas eran pequeños mosquitos dorados que estaban prendidos con alfileres como el alcaudón los prende del endrino, y cuando quiso volver a la tierra, la tierra era una bacina volcada, y se sentó allí y se puso a llorar y todavía está sentado allí completamente solo.Este cuento es una adaptación distorsionada y existencialista que Büchner hace en la obra sobre un relato de los hermanos Grimm.
(Woyzeck. Georg Büchner.)
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