Siempre hay bailes de máscaras
en los palacios de invierno
locos y perdedores
en un mundo perfecto
que sin fé llamarán
a las puertas del cielo
triste y solitario está el jardín del deseo
donde sólo se escuchan
las mentiras del viento ...
carrusel de la pena
en el jardín del deseo ...
preguntas sin respuesta
en el jardín del deseo ...
El ridotto en Venecia, de Pietro Longhi |
Otro año el tiempo de carnaval, cuando la máscara y el baile.
Yo soy un príncipe, y vivo desde siempre en el palacio de invierno, porque fuera siempre es invierno.
Aquí en palacio celebramos el carnaval a diario, al igual que a diario tenemos la cuaresma, y hasta pasión para la resurrección.
A cada momento la máscara, porque está la desnudez de la no-máscara, pues ir sin máscara es como ser expulsado del palacio, desnudo, a la nieve, formada por las lágrimas del hambre de los desposeidos, congeladas como se congela una fotografía para grabar el instante, para que el instante no se pierda nunca.
La nieve es el sollozo impotente de los que están solos, eso es el invierno.
La nieve es el llanto de la impotencia y la enfermedad, eso es el invierno.
Todo eso es el invierno, y nosotros, príncipes sin reino, reivindicamos nuestro derecho al Palacio de Invierno, derecho por el cual todo ser humano puede hacer uso libremente de todo aquello que le proteja del frío, la enfermedad, la soledad y el hambre.
Aunque sea una máscara, un simulacro de baile, un sueño de aristocracia, una mentira.
Coda
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