martes, 25 de enero de 2011

Ulises, de James Joyce (II) Juicio. Primera sesión. Fiscal.

Dramatis personae:
Venus Calipigia: juez

Emperatriz: Juez, Venus Calipigia, Circe, Ninfa venero fontana castalia alfaguara donde sacian su sed todos los locos que en el mundo han sido.
Príncipe de ArroyoLuche: Fiscal, imberbe y barbilampiño, mozalbete zascandil mequetrefe petimetre filibustero on line, usurpador y enamorado.
Pasolosdiasvolviendomeloco: Abogado, lacayo y bufón del príncipe. Pasa los días buscando en penumbra.
Virginia Woolf: Testigo.
Juan Benet: Testigo.
El acusado.
James Joyce: Acusado y acosado, no aparece porque sigue petrificado por esta farsa que se ha montado en torno suyo.

(No he podido evitar el visitar la biblioteca más cercana para tomar prestado el Dublinesca de Enrique Vila-Matas. Carnet en mano, junto a la ventanilla, miro el soporte metálico que gira y que gira si se le mueve, ahora quieto, por ver si hay alguna novedad interesante.
Lo hay, lo último de Diego Vasallo, Canciones en Ruinas. Disco y libreto, protegido por lo que parece una piedra de un monumento en ruinas, así las canciones, que escucho ahora, parecen románticas ruinas añorando un tiempo de explendor.
U hoja caída en el Otoño: Las hojas del Otoño son las ruinas del sol del Verano.
Este es el lema de mi erpíritu: romanticismo).

En contra.
El nimbo gris del sacerdote en un hueco donde se vestía discretamente. No dormiré aquí esta noche. A casa tampoco puedo ir.
Una voz de tono dulce y prolongada le llamó desde el mar. Al doblar la curva dijo adiós con la mano. Llamó de nuevo. Una cabeza parda y lustrosa, la de una foca, allá adentro en el agua, redonda.
Usurpador.
James Joyce. Ulises. Capítulo Primero: Telémaco.


Emperatriz (juez): habíamos venido aquí a juzgar el Ulises, de James Joyce.
Pasolosdíasvolviéndomeloco (abogado): todo juicio necesita de una BSO, y al principito le ha dado por las melancólicas hojas del Otoño, ¿quizá porque asemejan el pubis suyo, oh, Venus?
Príncipe de ArroyoLuche (fiscal): banalidades aparte, comencemos cuando gustéis, no sólo he tenido que zamparme las mil páginas, que además me veo condenado a tener que escribir otras mil frente a una mujer desnuda como juez y un bufón como abogado.
Emperatriz: (mazo en mano) ¡Comience el espectáculo! ¡El estado de Riverluche contra James Joyce! Los cargos ...
Príncipe: (solemne) yo acuso.
Pasolosdías:(burlón) yo, iluso.
Príncipe: (arrogante) yo acuso a James Joyce de aburrir al lector, de crear un enjambre de pretenciosas páginas, le acuso también de hermetismo, de crear una secta de difícil acceso, así como se supone que Leopold Bloom, personaje, o es masón o flirtrea con la masonería, así mismo los lameculos de Joyce son unos pretenciosos iniciados. Date por aludido, querido.
Pasolosdías:(irreverente) ¡Protesto!
Venus: (asintiendo condescendiente) Aceptada la protesta.
Príncipe:(enfurruñado) jo.
Venus: (coqueto mohín) qué tonto te pones cuando te pones tonto. ¿Testigos de nuestro muy señor nuestro señor fiscal? ¿Te has traído la whiskipedia para el corta y pega y para cualquier cita buscada en el google? Menos mal que la dietética ley menestra de la ministra Sinde os va a dejar a todos los eruditos de pacotilla sin vuestros juguetitos, hasta para las descargas seminales cuando os den vais a tener que pagar, mariquitrinis.
Pasolosdías: (al respetable) como véis nuestra hermosa deidad siempre a favor del poder y los cuartos, o los cuartos del poder, tus cuartos traseros, ¡oh, Venus Calipigia! La Belleza, canónica institución para canónigos de la abstracción.
Usurpador: (buscando en la web, cortando y pegando) Llamo como testigo a Virginia Woolf.
Juez: (poniéndose el pelo así, retocándose asá) a ver, que pase.
Virginia Woolf:(cita) Ulises me parece el libro propio de un analfabeto, un libro carente de desarrollo; la obra de un obrero autodidacta, y todos sabemos cuán lamentables son esas obras, cuán egotistas, cuán insistentes, cuán primarias, crudas y, en última instancia, nauseabundas. Cuando se puede comer carne guisada, ¿a santo de qué comerla cruda?
Juez: (encogiéndose de hombros pues ella no es hombre) vale, guapa, el siguiente.
Virgina Woolf:(cita) He terminado el Ulises y creo que es una obra fallida. A mi juicio, no le falta talento, pero de baja estofa. El libro es difuso. Es enmarañado. Es pretencioso. Es de baja ralea, no sólo en el sentido evidente, sino también en la acepción literaria. Con ello quiero decir que un escritor de primera fila siente por la literatura un respeto tal que le impide servirse de trucos; de sorpresas; de hacer payasadas. Me recuerda constantemente a un colegial con tendencia al comportamiento brutal, rebosante de ingenio y capacidad, pero tan pendiente de sí mismo, tan egotista, que pierde la cabeza y se convierte en un ser extravagante, amanerado, vocinglero, torpón, y consigue que las personas amables le tengan lástima, y que las personas severas se irriten; y una tiene esperanzas de que todo lo anterior le pasará cuando crezca; pero como sea que Joyce tiene cuarenta años, no parece probable que así ocurra. No lo he leído cuidadosamente; y sólo una vez; y es muy oscuro; por lo tanto seguramente he dejado de percibir sus méritos en una proporción superior a la justa.
Juez: (con los morritos así y los ojitos asá, sopesando a Virginia, de arrriba abajo) vale, venga, el siguiente.
Usurpador: (buscando en la introducción de su ejemplar del Ulises) Llamo como testigo a Juan Benet.
Venus la de las nalgas hermosas: (ronroneando) que entre.
Juan Benet: (cita) El Ulises es un cuadro de costumbres hipertrofiado por la palabrería. Y denle recuerdos de mi parte al joven Marías.
Calipigia: (enamorada ante un literato de verdad, pues hartita está de convivir con cien locos que son cien aficionados) de su parte, desde esta región ocultamente furibunda. Y vosotros, a ver si aprendéis de un ingeniero de caminos que en literatura creó nuevos caminos.
Príncipe y Pasolosdíasbuscandoenpenumbra: (humillados y ofendidos) sí, Señoría, lo que vos tengáis menester, Señora mía, a sus pies, Señora, besamos sus lindos piececitos desnudos, Señora, písanos, Señora, patéanos, Señora ...
Emperatriz: (altiva) Babosos, vais a inundar esta sala del juzgado de lo penal que nos ha sido cedida para juzgar a un hombre y su obra, cochinos.
Cerdos homéricos: (gruñendo) déjanos mordisquear tus pies con ternura, permítenos olfatear el polvo de los caminos por tí recorridos caminos de hombres sabios que a tí rindieron pleitesía, ¡oh, musa!
Circe: condenados a la piel del marrano hasta que no os comportéis. Por hoy ya basta. Se interrumpe la sesión hasta nuevo aviso, nueva orden, o lo que se diga en las películas de jodiwood de abogados. Deberes hasta entonces: lectura de Dublinesca, de don Enrique Vila-Matas, un iniciado, un caballero la orden de Finnegans.
Puercos: (arrebuscando bellotas metafísicas) Majestuosa, así haremos, ¡oh, Ninfa, oh, venero de inspiración!
Emperatriz: (desnuda y letal) Basta, desalojen mi casa de justicia, hasta entonces.
(Sale Emperatriz, ninfa, contoneándose, pizpireta, correteando, y ellos detrás, a la caza, como dos escritores de raza -porcina-).

Coda:
En todas las relaciones entre Apolo y las ninfas -relaciones tortuosas, de atracción, persecución y fuga, felices sólo una vez, cuando Apolo se transformó en lobo durante el coito con la ninfa Cirene- quedará esto sobreentendido: que Apolo fue el primer invasor y usurpador de un saber que no le pertenecía, un saber líquido, fluido, al cual el dios le impondrá su metro.
Roberto Calasso. La locura que viene de las ninfas.

4 comentarios:

Hilvanes dijo...

A mi me gustaría que viniera aquí a hablarnos del capítulo donde la tetera habla, donde las mesas hablan, etc...

Por cierto, ya sé que no voy a leer el Ulises de James Joyce: Usted se ha vuelto más loco aún si cabe !!!

Un saludo a todo el tribunal. Que lo ha hecho muy bien.

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Ese capítulo que usted menciona es el más loco de todos, Circe, donde el autor se toma algo raro, delira, deja la escritura, entonces los personajes evitando la sempiterna vigilancia del narrador que todo lo sabe, se van a un burdel y les ocurre de todo, se les aparecen espíritus, se reencarnan en lo que fueron de niños, las ninfas del relieve del cabecero de la cama de Leopold Bloom cuentan secretos de alcoba ...
Pero está escrito de una manera rara, rara, rara, es difícil discernir, como en la mayoría de los capítulos, quien habla, quien piensa, o que es lo que habla o que es lo que piensa.
Si Jamesjoyce Rex hubiera sido más misericordioso con sus súbditos -tosos los que hemos leído su Ulises somos sus súbditos, lo que ocurre es que mientras unos acatan su mandato y alaban su explendor, yo soy un ácrata, un sublevado, un proscrito- y hubiera escrito Circe de una manera llana, clara, le habría salido un capítulo soberbio, y lo que le salió fue un batiburrillo con más burro que bata.
Ayer como fiscal no pude presentar otro de los cargos: el despilfarro de papel y tinta de imprenta. Con trescientas páginas el Ulises sería una criaturita adorable, y no ese monstruo de casi dos decenas de cabezas con cien ojos cada una.
Pero bueno, próximamente debatiremos, o más bien nos batiremos.
Saludaré, de su parte, al tribunal.

Tito Vanguardias dijo...

Oh, heavens!

Hlvanes dijo...

Lo que es la primacía de la forma sobre el contenido, pienso... Vaya con el Tío Vanguardias.