jueves, 4 de noviembre de 2010

Los reencuentros felices. William Blake: sabio, loco, místico.

Autorretrato


Debo crear un Sistema o ser esclavizado
por otro Hombre. No quiero razonar y comparar:
lo mío es Crear...
William Blake

En Desgracia, aquel libro de Coetzee que comenté hace semanas, se decía aquel proverbio de William Blake:
Mejor matar a un niño en su cuna que alimentar deseos que no se llevan a la práctica.
Claro es que, sacados de su contexto, los proverbios pueden llevar a engaño. Cobran su sentido dentro de la obra, dentro del paisaje, del tiempo, de la corriente literaria, de la propia individualidad.
Ese proverbio está sacado del libro: Matrimonio del cielo y el infierno, del apartado Proverbios del infierno, que tantas perlas de sabiduría ha ido soltando a lo largo del tiempo por todos los libros de citas. Quien habla ahí es un diablo, y dice cosas que inspiraría a los poetas por venir.
Los mismos Héroes del silencio asimilaban en el mejor disco de rock de la historia aquello de:
El camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría.
He aquí más proverbios del infierno transcritos o escritos por aquel ser que, según su esposa:
El señor Blake no me brinda mucha compañía: pasa mucho de su tiempo en el Paraíso.
Aquí van, seleccionados por su discípulo Pasolosdíasvolviéndomeloco,también conocido como Pasolosdíasbuscandoenpenumbra:
El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.
Aquel cuyo rostro no irradia luz nunca será estrella.
La eternidad está enamorada de las creaciones del tiempo.
Las horas de la locura las mide el reloj,
pero ningún reloj puede medir las horas de la sabiduría.
No hay pájaro que vuele demasiado alto si lo hace con sus propias alas.
Si el necio persistiera en sus necedades llegaría a sabio.
Las prisiones se construyen con piedras de Ley; los burdeles con ladrillos de religión.
La desnudez de la mujer es obra de Dios.
Lo que hoy está probado, en su momento era sólo algo imaginado.
La cisterna contiene; el manantial rebosa.
Un pensamiento llena la inmensidad.
Quien ha sufrido tus imposiciones, te conoce.
Si otros no hubiesen sido tontos, lo seríamos nosotros.
El alma rebosante de dulce deleite jamás será profanada.
La condena estimula, la bendición relaja.
La cabeza lo Sublime; el corazón, lo patético; los genitales, la Belleza; manos y pies la Proporción.
La exuberancia es belleza.
El perfeccionamiento traza caminos rectos; pero los torcidos y sin perfeccionar son los caminos del Genio.
¡Suficiente! o demasiado.

Sin embargo esto es sólo una mínima parte de la inmensa obra del genio: sus poemas, sus otros escritos, sus simbólicos dibujos vienen a perfilar el paisaje sin fronteras del artista.
Imaginación frente a los sentidos que sólo ven materia y frente a la ley. Anarquía. Precursor, como todos los genios, en este caso precursor del romanticismo y del simbolismo. Donde yo aprendo, en estas escuelas, en esta Escuela del Alma, donde aún soy párvulo.
Donde yo calmo esta sed que no se acaba nunca: en estos sabios, místicos, locos veneros.
Santa ignorancia que nos mantiene vivos, un ignorante tiene que aprender mucho aún, el que todo lo sabe no aprende ya nada: está muerto.
Otros veneros hay donde yo bebo, donde está casi todo por descubrir, por aprender.
Eterna infancia del alma, en los viejos y dañados pupitres de madera en las frías aulas de paredes con desconchones.
Está por ejemplo el maestro Antonio Machado, otro sabio con proverbios, y con poemas que reflejan muy bien este estado del Ser frágil y en contínuo aprendizaje:
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Él, el arquetipo del Maestro, viene de muy atrás, del comienzo, como todo arquetipo. Va de un tiempo a otro, está en una patria y en otra. La misma sabiduría para gentes que no se conocen, de ahí bebomos los de aquí, y los de allí.
El Eclesiastés, nunca dejaré de insistir en la importancia de este libro, su sencillez libera más que todos los libros de autoayuda que se publican hoy, proverbios para grabar en cada recodo del camino.



Todo es vanidad, y atrapar vientos.
3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su duro trabajo con que se afana debajo del sol? 4 Generación va, y generación viene; pero la tierra siempre permanece. 5 El sol sale, y el sol se pone. Vuelve a su lugar y de allí sale de nuevo. 6 El viento sopla hacia el sur y gira hacia el norte; va girando de continuo, y de nuevo vuelve el viento a sus giros. 7 Todos los ríos van al mar, pero el mar no se llena. Al lugar adonde los ríos corren, allí vuelven a correr. 8 Todas las cosas son fatigosas, y nadie es capaz de explicarlas. El ojo no se harta de ver, ni el oído se sacia de oír. 9 Lo que fue, eso será; y lo que ha sido hecho, eso se hará. Nada hay nuevo debajo del sol. 10 ¿Hay algo de lo que se pueda decir: "Mira, esto es nuevo"? Ya sucedió en las edades que nos han precedido. 11 No hay memoria de lo primero, ni tampoco de lo que será postrero. No habrá memoria de ello entre los que serán después.
Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras. En toda sazón sean tus ropas blancas y no falte ungüento sobre tu cabeza. Vive la vida con la mujer que amas, todo el espacio de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol. Cualquier cosa que esté a tu alcance el hacerla, hazla según tus fuerzas, porque no existirá obra ni razones ni ciencia ni sabiduría en el she'ol a donde te encaminas»
Basado en este libro los Byrds hicieron una hermosa canción, que cuelgo en mi Jardín pues es uno de esos himnos de este Manicomio.
En el Tao Te King, otro libro de sabiduría, vemos la misma sabiduría:

El que conoce lo que es suficiente es rico.

Pero leamos el capítulo 3 completo:

No ensalzar los talentos
para que el pueblo no compita.
No estimar lo que es difícil de adquirir
para que el pueblo no se haga ladrón.
No mostrar lo codiciable
para que su corazón no se ofusque.
El sabio gobierna de modo que
vacía el corazón de deseos,
llena el vientre de alimentos,
debilita la ambición,
y fortalece hasta los huesos.
Así evita que el pueblo tenga codicia
y ambiciones,
para que los oportunistas
no busquen aventajarse de los otros.
Quien practica la no-acción,
todo lo gobierna.

Navegando siglos por la corriente de Sabiduría otros maestros vienen a decir lo mismo, contradiciéndose, uniéndose; porque en la contradicción y lucha, en la confusión, poniendo en duda la sabiduría que ha sido establecida, surgiendo del caos y del vacío y de la nada surge la Sabiduría (llegué por el dolor a la alegría, dijo José Hierro). A partir de las ruinas se crea el reino, a partir de la prisión se rompen las cadenas para la libertad, como en San Juan de la Cruz, otro maestro, que componía en una celda para la cima más alta, los más bellos, sabios, locos, místicos poemas. El misticismo no es más que la locura en estado de gracia, cuando el alma conoce, sabe: un místico es un sabio enloquecido, porque lleva en sí la fuente de la que beberán otros.
No podría faltar, entre los sabios, el más loco de todos, del que tanto hablo, Hölderlin:
Tú quisieras un mundo; por eso lo tienes todo y no tienes nada.
Ella sigue divina y pura entre la ruina de los tiempos

Recuerda este último verso de Hölderlin a un poema de Juan Eduardo Cirlot, con el que vengo a cerrar esta introducción a William Blake, repasando algunos -sólo algunos- de esos maestros en los que veo algo en común, una extraña y familiar manera de alumbrar el mundo, los territorios de tinieblas en los que nos hallamos perdidos.

Triste, mi corazón, como los ángeles
que sólo son cenizas estelares,
polvo de las galaxias más oscuras,
consunciones de cánticos ausentes.

Mis manos me acompañan hasta el bosque
donde un instante estuvo tu fulgor
de pronto recobrado por los ávidos
poderes de la nada y de lo nunca.

Me caigo en torno mío y me deshago
en un montón de letras en que apenas
tu nombre de amatistas y de muérdago,
Bronwyn, no se desgasta con el tiempo.

Seguramente a William Blake le gustaría esta cita de Cirlot:

…para que un libro exista no es preciso ni siquiera editarlo, ni aún escribirlo. Basta haberlo pensado verdaderamente. Hay placas de resonancia y de registro en el universo que tienen más valor que los oídos o las miradas del oyente y del lector, aunque éste no sea jamás desdeñable.

Cirlot, que es poeta simbolista más allá de toda vanguardia, y hace uso de toda vanguardia para crear su particular universo que nos parece como un añorado reencuentro.
Como particular universo es el de su precursor, Blake, del que seguiré escribiendo mañana.
Blake, tan diferente a mí que se parece a mis sueños.
Motor de poesía: por él, junto a otros demiurgos, comenzó la maquinaria de mis intenciones a funcionar.
No tengo más ambición que la de seguir admirándome por la mágica monotonía de la lluvia tras los cristales. Desterrada toda vanidad, el vacío que deja se llenará con el caudal de versos de aquellos maestros.
Empapad la tierra ardiente de la sequía, caed gotas como el llanto; buscad si no en esos místicos, sabios, locos veneros.
Hay en mi juventud un reencuentro feliz, conocí la poesía y los dibujos de William Blake, y era como si siempre hubieran estado conmigo.
Y por hoy basta, mañana seguimos.

Beatriz se dirige a Dante desde el carro

2 comentarios:

La sobrina no reconocida de Vila-Matas dijo...

qué ganas de leer el post... ay ay ay ... a la noche pasaré...

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Aunque el post preparado para hoy lo tengo ya más o menos perfilado, esperaré al menos un par de días, para dar tiempo.