jueves, 17 de junio de 2010

16 de Junio del 2010

Despertares



Recuerdo de un hermoso sueño

La aurora de un Domingo cualquiera del año 2002.
Lucha ancestral del día con la noche, sin embargo no hay lucha en esa primera impresión.
Abro los ojos: las primeras notas de claridad para la melodía del día.
Vuelvo a adormecerme, y en el duermevela siento que el día es construído por unos minúsculos albañilitos vestidos de blanco, son ellos los que van colocando los microladrillos de claridad del nuevo día.
Horas después le cuento a una amiga el sueño.
-Me parece que fue un sueño muy bonito.
A mí sin embargo me llenó de angustia.

Los despertadores al unísono

Son las siete de la mañana y yo voy camino del metro con la bolsa de la ropa del trabajo al hombro. A mi alrededor las viviendas de la calle Ocaña, que es una prolongación de mi calle, la calle Los Yébenes.
Surgen rinrines de algunas ventanas mancillando la virginal quietud del nuevo día.

Las tres gracias prerrafaelistas.

Siendo infiel a la monotonía diaria rechazo el vagón de metro de siempre, atraído por tres gracias contemporáneas que entran en un vagón anterior. Sin embargo no son nada rubensianas, más bien son prerrafaelistas, que es el tipo de estética que uno prefiere en cuanto la realidad imita al arte.
Leo un corto artículo de Agustín Fernández Mallo y comienzo otro más extenso de Juan Bonilla, en el que especula con alineaciones futbolística con literatos.
Salgo del vagón con el artículo sin terminar junto con otras tres gracias prerrafaelistas, no son las mismas que conmigo entraron.

El laurel, el apio y el comino

No han de faltar en ninguna cocina.
Quien no usa el laurel, no triunfa, ese es mi lema.
El laurel, como sabrá todo aquel que tenga nociones de mitología e historia grecolatina, es el árbol en que se convirtió la ninfa Dafne al ser perseguida por ese sol negro y ansioso: Apolo. Luego el mamón se apoderó, ¡oh, vil! de unas hojitas de Dafne para coronarse e ir por ahí presumiendo cual si fuese el torero Dominguín presumiendo que se lo había montado con Ava Gadner.
Lo digo con conocimiento de mis sexo, muchachas: cuando un varón presume de sus hazañas, es digno de admirar por su poder fabulador, no por la hazaña.
A los ídolos del deporte -ya por entonces había nadales y fernandosalonsos- se les daba como premio a sus victoria una corona de laurel. Hoy dale tú, a Nadal, a Fernando Alonso, un ramito de laurel por su victoria...
Luego está el apio, que descubrí hace ocho años currelando en las cocinas del Corte Inglés. No hay tallo que picado regale fragancia más exquisita. Yo se lo añado hasta las croquetas. Y encima es planta bonita, de hojilla verdecita, brillante.
Luego el comino, cada vez lo aprecio más, sobre todo en los guisos a base de pescados, como las papas o el arroz con bacalao. Sin embargo el comino es aconsejable en todos los platos de legumbres, -ayer hicimos lentejas y le añadimos cominos machacados en mortero-, pues evita las indecorosas flatulencias.
En la novela de Joyce, el Ulises, se habla de estas cosas: cacas, pedos, onanismos... No se apure la lectora, que este es un blog serio. De vanguardia, sí, pero serio. En todos mis escritos, como en mis guisos, añado hojitas de laurel -para acercarme a los dioses-, apio -por eso de aromatizar el texto y evocar de buena gana-, y comino -para evitar naturalismos-.

La cólera de Aquiles

Vale que es de otro libro: La Iliada. Vale que no tiene que ver con mi caso.
Pero queda bien como título de capítulo.
Limpiamos el arcón: sacamos los víveres, descongelamos el chisme, lo limpiamos, lo desinfectamos, volvimos a colocar raudos y veloces el género para no romper la cadena del frío... mientras que yo aullaba justicia a cualquiera que que se me pusiera a tiro.
En el cuadrante de Agosto me querían hacer trabajar como si fuera un chino, o un feligrés calvinista. Pero soy español, y católico.
Luego todo quedó en un malentendido. Y como en aquel soneto cervantino:

Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.


Proveedores

Uno
Los miércoles viene el de los bollos.
Nos anuncia que se pira de vacaciones, que la semana que viene no viene con su camioneta repletita de cruasanes, conchas, palmeritas, magdalenas valencianas, magdalenas supremas, sobaos pasiegos y cañas de chocolate.
Nos aconseja que hagamos pedido doble.
Amenazamos con pedir bollos al que nos provee de pan de molde los lunes.
Nos obsequia con unas napolitanas rellenas de cacao.
Hacemos voto de fidelidad.
En este cuento, niñines, vemos de qué manera podemos regatear buscando el beneficio propio sin causar mal ajeno. Sabias moralejas que pueden serviros en un futuro.

Dos
El cubano que trabaja para la empresa de conservas nos cuenta ilusionado que se va a meter en una academia para estudiar. Quiere ser cocinero, como nosotros, y quiere presentarse a las plazas convocadas para el año próximo.
¡Oh, ingénuo, oh, víctima! Nos dice precio de matrícula, mensualidad a pagar.
Le comentamos que no se convocarán plazas en largo tiempo, que doña Esperanza Aguirre lo quiere privatizar todo, y que los de la academia le quieren timar.
Recomendamos que se informe bien antes de pagar un euro.
En este cuento, niños, observamos de qué manera el inmigrante, atraído por el canto de sirenas neoliberales, viene en busca de progreso y bonanza. Todo está bien, trabaja mucho, hasta cansarse, para ganar algo de dinero, no demasiado. Pero enseguida ese dinero será atraído por el timo de la inversión en un futuro cómodo.
Moraleja: información versus publicidad.

Crítica literaria

Este apartado pretende ser innovador. Nunca antes, en la historia de la literatura, se había hecho crítica en este formato.
(En una sala con olor a desinfectante, los empleados desayunan. Dos de ellos hablan de libros. Ego tiene un blog, Ella es lectora infatigable)
Ego:
Ahora estoy leyendo el Quinteto de Buenos Aires. Me tiene atrapado.
Ella:
Yo sigo con El Asedio, del Reverte, me está costando, menudo tostón, pero lo terminaré, ya me queda poco.
Ego:
Mi madre se está leyendo El lector, le está gustando mucho, no es muy larga. Es una historia de amor con su trama judicial. Cuando se lo termine, te lo dejo.
(Ego mira al respetable, o sea, ustedes)
Ego:
Absténganse de voluminosas lecturas superventas. Vayan mejor a lo breve superventas. Lo superventas, si breve, dos veces breve.

Crítica al crítico

Y te quedaste tan a gusto.

La vergüenza

Suiza 1 - España 0

El libro

Ulises, de James Joyce, en Cátedra, colección Letras Universales. Edición de Francisco García Tortosa.
Entre las páginas del tomo se encuentra:
-Una entrada de cine descolorida, con fecha del 17/11/04, entrada sacada a las 20:25. El cine es el Real Cinema, en la Plaza de Sta Isabel, conocida como Plaza de la Ópera. La película es El señor Ibrahim y las Flores del Corán.
Recuerdo que fui a verla con una compi de la facultad. Es muy posible que luego fuéramos a cenarnos a un kebab, por sugestión peliculera.
-Tres papelitos con tres números de teléfono apuntados bajo los nombres de dos chicas y un chico: N, C, y J. Otro papelito con una dirección en Vallecas, con el nombre de la parada de metro junto a su simbolito dibujado por mí.
Son el nombre de dos compañeras y un compañero del lugar donde trabajé aquel verano. La dirección pertenece al Hogar del Refugiado, en Vallecas.
-Páginas blancas encuadernadas, con sus letras negras. Hoy nos centramos en el capítulo primero: Telémaco. Después de su lectura leemos la nota introductoria del prólogo perteneciente a ese capítulo. Su espíritu global, que me deja encantado, se reduce a la palabra con que termina éste: Usurpador.
Buck Mulligan es un tipo que me cae bien, así, de primeras. Está siempre de buen humor, canturreando.
El Stephen Dedalus es un sosainas, un pelín borde.
Lo que me pone del episodio en cuestión es el opíparo desayuno que se montan.
La cosa por ahora apunta.

Crítica al crítico. 2.

Y te quedaste tan a gusto.

Sandwich de pollo para un bloomsday

Ingredientes:
Peguga de pollo a la plancha, cortada en tiritas.
Un tomate.
Crema de queso azul.
Mahonesa.
Dos rebanadas de pan de molde tostadas por una cara.
Elaboración:
Pasar el pollo a la plancha, cortar el tomate en finas rodajitas, tostar el pan en la sartén por una cara.
Untar la crema de queso en una de las caras del pan no tostada.
Untar mahonesa en la otra cara del pan no tostada. Emparedarlo todo entre las dos rebanadas, si es preciso emparedar el hambre, las ansias, las ganas de comer.

Cerveza negra

Es la que se bebe en Dublín, y la que habitualmente bebo yo cuando le pongo los cuernos a la rubia. Tiene un regustillo a café que se posa en la garganta. Es nutritiva, calórica, reconfortante.



Agarremos una gloriosa borrachera que asombre a los druídicos druidas.
Buck Mulligan.

2 comentarios:

Hilvanes dijo...

El apio es bueno para la tensión arterial.

No recuerdo con cual de las especias aborrecí las lentejas. Apenas las como desde entonces...me cuesta...es como los bebés...empiezo a hacer pucheros...

Hace poco comenté que me iba a preparar determinada oposición. Se me comentó a quien estaba reservado dicho grupo funcionarial...

Pues ya pasó el Bloomsday...tantas ganas teníamos...

Contesté a mi encuesta, si es que se ve...porque hasta me he quedado sin contador ... jope...

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Hilvanes, yo estuve en una academia famosa para prepararme en esa empresa de titanes que es el opositar.
Menudo timo.
Ni la constancia ni la concentración son mis cualidades, todo lo compenso con una ferviente imaginación, un optimismo pueril y mi proverbial sonrisa de querube mofletudo.
El Bloomsday es como Itaca, no importa el día en sí mismo, si no los preparativos y los comentarios.
La ilusión, ese traje para esta triste fragilidad real.