viernes, 11 de junio de 2010

Sinfonía de Primavera



Hace unos tres años volví a verla, era una de esas películas vistas en la adolescencia que dejan huella. No era comercial, no era importante, pero a mí me impresionó tanto que, cuando supe que había sido programada para un sábado a la noche por uno de esos canales autonómicos de la era analógica -quizá fuera Localia, que junto a Canal 7 y Onda 6 de vez en cuando rescataba una joya de este tipo-, preparé tiempo y cinta de vídeo para atesorarla. Aquel sábado no salí, la cerveza me la tomé en casa, con ansias de ser mejor y aprender más de él, admirando la genialidad del loco Schumann, y la belleza de su amada Clara, interpretada por uno de mis amores de aquella adolescencia: la lúbrica Nastassja Kinski.
En los años ochenta en Aluche había un videoclub en cada calle, por veinte duros podías llevarte una peli de erotismo casposo, de artes marciales o bofetadas, o una buena película tan desconocida como exótica que normalmente permanecía siempre sin ser alquilada. Esta era una de esas. Tan desconocida que no está en youtube, y lo que no está en youtube no existe.



De música clásica no sé con quien quedarme, si con los barrocos -¡oh, inagotable Vivaldi!- o con los románticos Schubert y Schumann, locos geniales, a los que no amé si no fue tras escuchar una y otra vez aquellos discos que compraba de saldo. Hay músicas que de tanto escucharse se llegan a detestar, por mucho que fascinen en un principio. Luego la delicadeza de los románticos cuanto más se escucha más se ama. Su belleza no tiene fuegos de artificio, no se anuncia, se mantiene oculta para ser descubierta una vez tras otra.



Un par de sinfonías, un par de conciertos, las Canciones de la Liga -o cofradía- de David... mas algunas obras de Clara Schumann, que también era músico. Es lo que he ido adquiriendo con el paso del tiempo.
¿Cómo no iba a querer entre otros muchos músicos a alguien que entre sus obras tiene una llamada Carnaval?



Coda
El otro día se celebraba el bicentenario del nacimiento de Robert Schumann, y quería dedicar estas palabras a ese gran músico.
Y hablando de aniversarios...
Yo sólo soy yo cuando me olvido de mí mismo, volcado a las palabras, entregado a la música.
En los otros y en sus obras, en todas esas máscaras, es donde quizá cada uno encuentre su propia autenticidad.
Se hablaba por aquel siglo de la guerra de románticos, los partidarios de una tradición -Brahms, Clara Schumann- con los progresistas -Lizt, Wagner-.
Es una cosa de todos los tiempos, esta lucha dialéctica, que parece hecha para nuestro deleite, para los degustadores de pasadas tendencias como si fuesen novísimas novedades. Vanguardistas y tradicionales se nos funden hoy en un solo milagro.
Para este verano, dando el pistoletazo de salida el día 16 de Junio -Bloomsday-, nos hemos propuesto releer a Joyce, para celebrar el aniversario de esa ocurrencia llamada Ulises, que según dicen fue puro progreso literario, siendo hoy fruto de tradición vanguardista, todo un clásico.
Digo releer porque hace cuatro años que lo comencé, y gustándome lo dejé por la página doscientos, o trescientos. Cosas de la vida, problemáticas cotidianas, otras obras se entrecruzan y otros deberes han de ocupar el tiempo.
Algo aprenderemos,digo yo, ahora que somos jóvenes y el invierno es tan largo...

No hay comentarios: