Este libro es un regalo de mi hermana por mi cumpleaños, así que no hablaré mal de él. Como dice el refrán:
A caballo regalado no le mires el dentado.
(Popular)
Entonces escribiré sobre los personajes, que son lo mejorcito de la obra, sobre todo Mattia.
Mattia...
Uno siente cierta fascinación por los personajes como este muchacho, que recuerda a sus colegas en otros barrios y otras soledades.
Los matemáticos como John Nash y Wll Hunting, por ejemplo, creados para el cine para admiración de los seres comunes, o no tanto.
John Nash... ¿creado para el cine? Para lo que a mí me importa sí: los seres vivos, algunos, parecen nacidos para ser carne de fábula.
Cientos de casos, miles:
Rodrígo Diaz de Vivar, que se habría perdido entre las fechas de los libros de historias si no fuera porque fue plasmado en cantos épicos y obras de teatro. Luego muchos le pondrían la geta de o Charlton Heston o de un dibujo animado.
¡Cyrano de Bergerac! ¿No fue arrojado al mundo para que Gérard Depardieu le prestara las narices? O, años antes, José Ferrer. Llegó un tal Edmond Rostand y le reflejó por el espejo de su romanticismo.
Cada uno tenemos nuestro espejo romántico, por el que van desfilando las realidades que deformamos a nuestro antojo.
John Nash, más que John Forbes Nash, es un Russell Crowe sin traje de romano poniendo caras raras.
El John Nash de la ficción -al personaje real no tengo el gusto de conocerle- es un tipo que podría ser feliz si le dejaran en paz entre sus fórmulas matemáticas y amigos invisibles.
A Will Hunting le sucede lo contrario, él es feliz con su vidilla de chico de barrio y su currelo de barrendero en la uni, hasta que llega el pelma de turno, que siempre tiene el careto de Robin Williams, y le indica el camino de perfección por donde pasean su palmito los tipos con altas responsabilidades.
Mattia, el prota de esta novela, es más parecido a John Forbes que a Will. Tiene la singularidad, además, que todo lo que percibe lo pasa por el tamiz de su fría inteligencia para convertirlo en ecuación.
Un ejemplo, va en coche con Alice -la prota- y casi se estampan contra un muro. Sabe que ha estado a punto de palmarla y:
Mattia miraba la pared, tan próxima, y pensaba que impactar contra aquella superficie rígida habría supuesto la liberación brusca de la energía cinética que ahora le hacía temblar las piernas.
Así con todo, hasta cuando se morrea con alguna en contra de su voluntad.
Le imaginamos caminando por la calle y que se le cruza alguna aprovechada que le ofrece sus encantos, entonces él en vez de nalgas verá geometrías y ángulos, y como humano que es sentirá una erección, pero matemática, más que carnal.
Así como con los matemáticos sucede con los literatos, por eso me caen bien los matemáticos, porque traducen la realidad a una serie de símbolos donde recrearse.
Un poeta vería níveos montes y obscuros precipicios abisales donde caer y perderse por sus galerías.
Tanto los unos como los otros están majaretas, más pa allá que pa acá, pero que nadie les juzgue, ya que ellos han conseguido una utopía donde vivir, ¡oh, reino de felicidad que ha de ser reconquistado!
A Mattia, en cuanto le sacan de los números le da la neura, se le secan las manos y se hace pupita, mutilándose.
A los freakies hay que dejarnos con nuestras movidas, sólo así un día seremos John Forbes Nash o Juan Ramón Jiménez.
La protagonista, Alice, la verdad es que me interesa menos, tiene su gracia porque es un poco traviesa, le roba el vestido de novia a su madre y se lo pone y le obliga a Mattia a ponerse un traje para hacerse fotos de tal guisa, mientras que el matemátio está deseando huir a su reino de números, donde las incógnitas se resuelven sobre un papel, no hay que enfrentarse con seres irracionales como lo son las chicas enamoradas.
Pero Alice tienee un problema, no le gusta comer, y a mí la gente que no le gusta comer me da mal rollo, yo veo a una gachí y lo primero que pienso es en alimentarla -¿no soy acaso cocinero?-. Opíparas orgías, banquetes y bacanales.
Se casa Alice con un tipo que cocina muy bien -pese a que se parece a Robin Williams de lo pelma y don perfecto que es-, que la primera noche le hace un risotto y unas verduritas rellenas de carne picada y va ella y tira un tomate por el w.c. sin que le vea y tira de la cadena y le inunda la casa. Luego hay boda, claro.
Mattia es un perturbado que sólo entiende de álgebras y geometrías, pero al muchacho al menos se le ve que come, corta los filetes en perfectos cuadraditos, hace ecuaciones con ellos, descompones sus esencias en términos químicos, pero luego se lo come todo.
Como yo cuando le compongo una elegía a las viandas, luego voy y me las como.
5 comentarios:
A Usted, y perdone el atrevimiento, le ha gustado el libro lo mismo que a la mayor parte de los españoles que lo han leido: un pimiento.
Ha intentado salvar al libro de la quema a través de sus personajes. Bueno de uno de sus personajes.
Y eso, querido lector, no vale.
El libro es malo, malo y requetemalo.
Malo malísimo...
Mattia, por mucho que a Usted le haya enternecido, que al igual que el resto de los personajes, el escritor ha querido darles un tratamiento psicológico, pero le ha salido mal la estrategia.
O quizás el libro necesitaba una segunda lectura para coger peso y hacer sus revisiones.
Las prisas de los editores, ya se sabe. Que han querido vendernos la moto como el primer libro de un señor matemático que qué bien lo ha hecho.
Y un pimiento...
Pues Mattia, además de medio autista es un egocéntrico que solo se quiere a si mismo y lo que los demás piensen: vease el triste desenlace de como se desenlaza del lastre que le suponía su hermano (o hermana ya no recuerdo).
Y a Alice, pues una anorexica que ni te da pena ni lástima sino todo lo contrario (que por otro lado es lo que suele pasar con estas persosas que sufren esa enfermedad)
Y encima yo tengo dos ejemplares. Porque lo compré después de oir que qué gran libro y otros elogios en la radio...me hago caso de cualquiera... y luego me lo regalaron por Navidad...
El primer ejemplar, el comprado por mi, lo había prestado, y con la llegada del segundo, al prestatario le dije que no me lo devolviera...total...
No debiera de hablar tan mal de un libro. Pido perdón. De hecho, el autor del blog, puede eliminar este comentario.
Pero como dice Vila-Matas y compañía, el lector debe ser inteligente y activo...
Quizás el libro está dirigido a un público para el cual no está escrito. Quizás el libro sea para jóvenes de 14 y 15 años y no para adultos...
Los personajes me parecían un poco cargantes.
Cuando Alice ve a la desaparecida hermana de Mattia y le hace venir del pais donde trabaja para luego nada, por ejemplo...
Lo interesante, quería decir, es cierta singularidad en Mattia que me atrae de ciertos personajes del imaginario del cine, como son Nash y Hunting.
¡Cómo voy a borrar su aportación, eso nunca! Me ha parecido requetebién.
Y, la lectura, siempre será activa o no será, que si no el tío Enrique se nos enfada y no nos enlaza nunca.
Cuando leía esta novela, tenía esa sensación que usted dice, como si se tratara de una novela para adolescentes, me recordaba a los libros de la colección Gran Angular.
Pues entonces
...catalogemos como literatura juvenil al libro de autos y salvémosle ...
Madrecita, ¿entonces es un truñaco de libro? por q el título es de lo más sugerente...
Sigo viva, príncipe, solo que no tengo nada de tiempo!! me tienen full en la ofi y entregando últimos encargos freelance... pero ¡¡volveré!! ;D
Besotes
¡Querida Gabs!
Sinceramente, no me ha disgustado la lectura, pero no entiendo tanto bombo.
A veces tenía la sensación de que el autor tenía ganas de terminar prontito, no ha elaborado demasiado una trama y unos personajes que podrían haber dado más de sí.
Posiblemente a tí te guste más, quien sabe, ya sabemos que en este crisol de las letras hay colores para todas las miradas.
Esperaré tu vuelta candorosamente.
Publicar un comentario