miércoles, 3 de febrero de 2010

Los libros del deshielo



He husmeado por la leonera que tengo por alcoba y he buscado un puñado de libros que no superen las doscientas páginas, casi al azar, con más intuición y capricho que lógica y sentido del deber.
Libros para las semanas del deshielo, la segunda parte del invierno, que ya sabemos el final, estamos de acuerdo: los brotes verdes en las ramitas, las temperaturas no bajarán de cinco, Urano luchará contra el frío en amanerada carrera hacia el calor y por fin, Neptuno, romperá el hielo a base de sueños y libros de muy diversa índole.
-Que son, ¿libros ardientes?
No están leídos aún, y es más, quizá reseñe más. Son libros que me ayudarán a entrar en calor, Juan García Hortelano me ha dejado helado, valga la rima asonante.

Hay que ser sublime sin interrupción. El dandy debe vivir y morir ante el espejo.
Charles Baudelaire

Luego Umbral diría que no se puede ser sublime todo el día, por eso quizá el Umbrales siga siendo, a pesar de haber conocido yo, ya, a Don Juan García, el mejor de los mejores. Y eso que Hotelano le iguala y manitene mejor que él el ritmo narrativo.
Mundo de genios...
Pues bien, Juan García Hortelano lo es a lo largo de mil páginas, pero no adelantaré palabras, que en el próximo artículo vomitaré mi rabia en arameo. Menudo concierto barroco que estoy acabando de digerir.
Pero es como quien tiene una novia, una mujer, un amigo, que es perfecto y que todo lo hace bien, que se le coge asco, envidia, celos, odio. Así es el personaje de Mary Tribune, un dechado de virtudes, y además buena persona y sufridora. Así también es el libro.
Así que en meses no pienso leer un libro que supere las doscientas páginas, porque le Mary Tribune no son mil, son cincomil, por toda la juerga literaria que se corre en cada párrafo.
Lector masoquista, así debía llamarse este blog, allá donde haya una novela que supere las quinientas y que sea rarita, lo que se dice Literatura y no convencinal best-seller, voy yo y lo leo. Pese a mi dislexia.
No tuve suficiente con Perec en este Otoño, que el Invierno lo ocupo con el Hortelano.
Así que ahí van, los libros del deshielo, que reseñaré después de la reseña hortelana, como penitencia por mi narcisista ego lector. Hasta la Primavera. Novelas la mayoría de género, pues, ensayos sin grasa, digo:
(No precisamente por este orden)

-El diablo cojuelo, de Luis Vélez de Guevara, ediciones Susaeta.
Comenzaré y terminaré con picaresca.

-Historia de la vida del Buscón, llamado Don Pablos, ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños. Ed. Planeta
También tengo edición en Austral, pero la de Planeta tiene prólogo a cargo de un don Fulano y notas a pie de página. Ya sabemos de mi masoca leer.

-Crónicas de la guerra civil. Un poeta en el frente, de Miguel Hernández, colección para el diario Público.
Estamos en su centenario, y tengo curiosidad por leer las reflexiones de un poeta bajo el signo de Marte.

-El paraíso de la reina Sibila, de Antoine de la Sale, en Siruela.
Un relato medieval, que hará mis delicias alguna tarde.

-Violación, de Chester Himes, de la colección Etiqueta Negra para ediciones Jucar.
Hace meses que no me tomo un trago de lo bueno.

-Una noche en sus brazos, de Penny Jordan, colección Bianca, editorial Harlequín.
No, no estoy de coña, he aquí un admirador de la Tellado, y si te escandaliza más que el título o el nombre de la autora, te escandaliza digo editorial y colección, pues ya no doy más pistas de ediciones. Paso de ser un lector sublime todos los días. Y yo he leído a Perec, tú no...

-Carta al padre, de Franz Kafka.
Sí, ya sé que las mezclas no son buenas, que hacen daño, que dan pena, que se acaba por...
Vamos, que situar a Kafka junto a la colección Bianca de Harlequín sólo se le ocurre a un degenerado perverso sin entrañas, oye. Pues lo que soy yo.

-Memorias de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez.
Que uno tiene que leer de todo, e informarse de melancolías.

-El jugador, de Fiodoro Dostoyevski
Dicen que es autobiográfica, oiga.

-El arte de amar, de Eric Fromm.
El más cercano de todos aquellos maestros de la escuela de Fránkfort.

2 comentarios:

Hilvanes y Retales dijo...

Salvo un par de excepciones, qué libros más raros...

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

¡No hay libros raros! Tan sólo hay libros desconocidos.
David, el intelectual de la clase que lee libros raros, así me llama una de la facul, y yo, timidín, me ruborizo.
Sólo soy firme en una cosa, en materia lectora:
Hay que leer de todo, con espíritu crítico, pero de todo.
Se aprende más de lo que uno encuentra en la vida que de lo que otros le señalan como caudal de sabiduría.
Cada persona es un mundo.
Y yo soy todo un caso.