Esa moneda, amor, esa moneda...
Esa moneda fue acuñada en la Real Casa de la Moneda, en Madrid, allá por los albores del nuevo siglo, y hoy podría jurar, ya con su alma, que es la moneda más viajada y manida, pasando por manos mil, cambiado su valor de objeto neutro por valores tan diversos como el valor de una escarola, el valor de un bebedero de canarios, el valor de un guante de ducha, el valor una entrada de museo, el valor de un sobre de cromos, el valor de un libro de saldo, y el valor de dos soldaditos de plomo en el rastro, uno manco y otro cojo.
El día de su nacimiento fue como un vómito de plata. Brillo de Cuproníquel, corazón de latón, de níquel su sangre sólida.
Convivió los primeros días en monedero de plástico con algunas iguales de menos precio pero no menos valía, porque si con una moneda menor das tu limosna, o compras pan, y con una de más masa un mal tabaco, o va en el juego...
También había ahí de los cuarenta una rubia peseta, con larga vida y un millón de usuarios, que lo mismo sirvió en sus primeros años para pagar caricias como en los últimos para caer de suelo en suelo, sin que nadie se parase a recogerla, menos ese ser supersticioso que fue su última dueña.
Esa moneda, amor, esa moneda cuya historia narro, de dos euros pero de azarosa valía, fue cobrando su alma según iba, o venía, reflejante espejo de muchas caras y no menos secretos.
En la mesilla de noche de alguna desnudez fue contagiada. Luego sus dueños siguientes sintieron en sus dedos la vibración erótica de unas nalgas descocadas.
En el cesto de la iglesia fue acto generoso entre tanta purrela. Se la quedó el monaguillo para jugar futbolines.
En los toros fue cambiada por un farias. Yo era de metal, casi de piedra, y aquí me veis, convertida en humo desintegrado en la plenitud del olé de una veróinca.
En el kiosko algún fascículo inacabado sobre el arte del encaje de bolillos. Más un chicle de fresa ácida que regalaste a aquel niño, para entretener su gazucilla hasta la hora del papeo.
Esa moneda, amor, esta moneda...
No hay comentarios:
Publicar un comentario