domingo, 4 de octubre de 2009

Un Dios Salvaje, de Jasmina Reza



Voy muy poco al teatro, ya me gustaría ir más, pero es necesaria gente que quiera sesión de teatro y una economía solvente. Esto último, al menos, para ver las grandes obras en cartelera. Según parece, en Madrid hay buena cartelera actualmente, Ana Belén en la Fedra de Eurípides, no me gustaría perdérmela…
Pero una vez al mes sería cosa buena, ¿no te cuestan tres cubatas casi lo que cuesta una sesión de las baratas?
Sin embargo, así como en el cine me he perdido mucho para olvidar también mucho, puedo recordar cada una de las obras de teatro, gozando de todas. Sobre todo tengo buenos recuerdos de los musicales, Los Miserables, por ejemplo.
Como pillamos las entradas a última hora –el día anterior, que es decir tarde-, sólo pudimos encontrar butaca donde antaño estaba el gallinero, como quien dice.
Aun así, uno para esos casos se pone elegante, con camisa de estreno y americana de pana oscura. Después de un café rápido en el starbucks –ese gran invento- vamos pasando y mirando alrededor, como un esnob le digo a la chica que conmigo va: la gente viene al teatro como quien va al supermercado. Me contesta: al teatro hay que ir elegante. Ella va de negro, con minifalda que al pasar por Sol se le levanta con el aliento del metro, grita: ¡no quiero ir de Marilyn! Le digo: o de Kelly LeBrock, en La Mujer de Rojo. Me dice: No es lo mismo Marilyn que Kelly LeBrock. Le digo: yo me enamoré de ella en La Mujer Explosiva. Me dice: en La Mujer Explosiva estaba muy bien, en eso te doy la razón.
En la mujer explosiva dos adolescentes con la hormona en sazón y bragas en la cabeza creaban por ordenador a Kelly LeBrock, con retazos de otras, como los labios de Marilyn.
En el teatro, delante se sienta una parejita de estudiantes. Él tiene pinta de futuro intelectual o gilipuertas, la chica le habla y el chico saca un libro y se pone a leer, hasta que se apagan las luces y suena la música y aparecen los cuatro jinetes de Un Dios Salvaje en escena. Luego, durante la obra, la chica acercara su cabecita al hombro de él, apartándola enseguida, ya que no había correspondencia por parte del futuro tontolaba y actual cretino.
Aún recuerdo aquella otra obra de Yasmina Reza, Arte, con Fltotats, Pou e Hipólito. Me acuerdo de cómo, justo al salir del teatro, compré el libro-Guión. Creo que lo he leído un par de veces, para recobrar esa fascinación inmensa que sentí por la obra, por todo el tinglado montado alrededor de una pintura en blanco.
Aquí el meollo viene de una pelea de niños, en la que al final no queda muy claro quien es la víctima, quien el verdugo. A partir de ahí se monta la guerra de todos contra todos de los adultos, de las parejas que haciendo piña en un principio terminan arañándose, pasando a ser guerra de sexos haciendo piña las mujeres y piña los hombres, terminando también ellas mismas y ellos mismos enfrentados. En ese caos quien es la concienciada pacifista termina siendo la más agresiva e histérica. Quien parece más egoísta –absorbido con ciertos sarcasmo hacia los demás por sus conversaciones de móvil por motivos de trabajo- luego resulta ser el que intenta arreglar las flores esparcidas, tiradas en el escenario por su esposa, la más fina y elegante, que termina desmadrándose.
Pequeña alegoría de las relaciones humanas en occidente y en familias de clase media-alta, Un Dios Salvaje es una comedia -¿tragicomedia?- profunda, nada superficial, inteligentísima, un texto de pura ironía que termina siendo sarcasmo abierto.
Como si Oscar Wilde se desmelenara y tirara la loza del te contra las paredes y hubiera guerra de tartas con los victorianos sándwiches de pepino.
La sobriedad del escenario de la acción –sobriedad de los escenarios de Reza- contrasta con la complejidad de los personajes.
Las interpretaciones son soberbias, sobre todo las de Pere Ponce –sarcástico con conversaciones de móvil- y Maribel Verdú.
Sobre todo la Verdú, haciendo de distinguida o pija sin afectación alguna, cosa difícil, por lo estereotipado de esta tribu tan ancha como larga.

4 comentarios:

Gabs dijo...

A sus pies, Príncipe...
Siento el retraso, esta vida social (despedidas de soltera, bodas..) q me acontece me deja sin fuerzas para bucear en sus escritos, snif!
Tengo muchas ganas de ver esta obra, si para mas inri, me dice usté que chapó, pues no se diga mas...
Yo iré el jueves a ver "Adulterios" ya te contaré... tengo muchas ganas de ver a la Barranco en acción :)
un besote plebeyo para su alteza real

Hoja Lata dijo...

Perdone usted, pero ese futuro intelectual al que se refiere, quizás rechazó a la damita porque fue a ver el teatro y no a hacer un cameo.

Ya que dice que al teatro hay que ir elegante, sepa que también hay que ir a verlo con todos los respetos, a los actores y al público en general y a los que están sentados alrededor, en particular.

Yo le recomiendo que no deje de ir a ver Fedra.

Ana Belén soberbia. Suponemos que Hipólito, como ya tendrá tablas, habrá pulido el personaje. Y eso que cuando nosotros asistimos a la primera representación, si si si, a la primera, en asiosos no hay quien nos gane, a pesar de ser novato en estos lides el chico de los Serrano (que nos perdone, pero no recordamos...leches ... que sí, que recordamos), decía que Fran Perea, hizo una actuación impresionante...bárbara... pero necesitaba madurar...como el almíbar en la fruta...

Ahora que para actor en teatro: Asier Etxeandía. IMPRESIONANTE, no sabríamos ni como valorarlo, se para el corazón al verle actuar...IMPRESIONANTE....

Axier, por si nos lees, un abrazo...

Anónimo dijo...

Discrepamos (hoy estamos como el tiempo) con el starbuff...el café sabe a papel...usted, buen bebedor de café, debería saber que el café ha de tomarse en taza, porque guarda el sabor y el aroma ... y sin azuucaarrr...

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Querida Gabs:
Plebe-yo, es decir, que pa plebe, el menda. De alteza real, pues 1, 76, masomenos.
Entonces, ¿llegaste bien de allende los mares?
¿Y que tal te trataron los americanos?
Ya me contaras que tal los Adulterios de la Barranco.
Achuchones humanistas.
Señor/a HojaLata:
Segun tengo entendido, Mr. Etxeandia hizo del centauro Quiron en Medea. Y visto que en Manicomio somos centuria -cien locos- ¿cree usted que podria dirigir este caotico desenfreno y marcha atras, cual corazones jardielanos?
De acuerdo con usted en lo que se refiere al respeto de obra/actores/publico, todos integrantes de una misma actividad. Mi critica a ese pequeño Trapiello -era igualito a don Andres pero con treinta años menos- no es critica al tiempo del telon abierto, si no al tiempo antes de.
He de confesar que yo -por supuesto me veo reflejado en ese mozo-, con diecinueve años, hice lo mismo con otra moza, con la que hice buenas migas estudiando matracas en una academia. Pues un dia se sento´ a mi lado queriendo entablar conversacion conmigo, y yo, despues de un somero y cortes pero frio saludo, quise hacerme el interesante metiendo mis narices en El Castillo de Kafka. A partir de ese dia hizo caso omiso de mi presencia. Asi que los reproches mas que a el iban dirigidos a mi, ¡oh, culpa, oh, corazones despechados!
Anonimo:
A mi con el cafe me sucede que me gusta de cualquier modo y manera, menos descafeinado. Eso si, he de reconocer que en cualquier recipiente de loza sabe mejor.
En lo del azucar si que disiento, necesito la glucosa para edificar esta cabecita loca que tengo, puber y en continuo proceso de edificacion.
Arrodillado de hinojos con afectada cortesia, agradezco sus visitas.
Que sean por muchas veces.