viernes, 10 de diciembre de 2010

Emoción e impresionistas (II). Jardines.



Pánico en la red. Engaño.


Uno ya no puede fiarse de nada: buscando Noches en los jardines de España, de Manuel de Falla, en ese tesoro del que tanta buena moneda saco, al meter hoy la mano he encontrado  esta cagada. Concierto de Aranjuez, de Manuel de Falla. Ole por el cachondo que así se ha lucido.
No es la primera vez que me pasa. No quiero ni recordar cuando fue ese primer tropiezo.
Pero bueno, nada es perfecto, y quien de lo gratis se nutre ha de estar dispuesto a alguna indigestión que otra. Es inevitable sentir pánico, y que engañándote engañes tú a los demás.
Somos, por lo general, gentes ingenuas, bien intencionadas, y si a alguien se le ocurre escribir desde su rincón: Las afinidades electivas, drama en tres actos de don Luis de Góngora y Argote, ¿por qué no creer, si antes uno no ha sido informado?
Así pasará siempre, donde haya un excedente de información: caos y alguna que otra mentirijilla. Sobre todo en política.
La célebre y hermosa El concierto de Aranjuez fue compuesta por el maestro Joaquín Rodrigo, ciego desde los tres años. Aunque más ciego fue el vidente que jugó al azar con  Falla y obras ajenas. Busquemos en ese otro tesoro, youtube, aunque con la mosca tras la oreja.



Pánico en Ópera. El zancudo.


Tengo una amiga que siempre se retrasa, pero yo que soy medio budista, medio judeocristiano, tengo paciencia y tengo imaginación, sobre todo imaginación emocional; así que me planto buenecito yo, junto a la parada de metro de Ópera, cigarrito en mano, y abro los ojos. Y miro.
Y veo cosas, y paro el pensamiento, tan sólo siento.
Escondo la lógica, la inteligencia, el análisis que Umberto Eco aconsejaba en sus ensayos para degustar los objetos artísticos y así no ser un integrado, y transformo los objetos en frutos, frutos artísticos, convierto  la crítica en emoción.
Así se sienten en pureza inocente, infantil, pueril: el miedo, el entusiasmo, el goce y la tristeza.
Sin tamices.
Este Miércoles, esperando, sentí pánico ante el zancudo que se paseaba por esos alrededores.
Era de noche ya, casi cerrada. Si entras en el metro de día y sales de noche la percepción es tocada por la extrañeza.
En el centro de Madrid abundan sobre todo las estatuas humanas, o los humanos-estatua que con su gravedad de esfinge te exigen atención y y si caen unas monedas, mejor.
No hace mucho vi otro zancudo, en las fiestas de San Isidro, con curiosidad.
Pero esta vez fue distinto, decidí sacar al niño que aún late, tan miedoso. Y tuve un acceso de pánico.
El zancudo rojinegro y cornudo, de cuatro metros lo menos, en la noche alumbrado de neones era un espectro infernal que a todos nos miraba como si quisiera llevarnos al mismísimo diablo.
Ahora recuerdo aquella vez que mi padre me llevó a ver los gigantes y cabezudos, cómo lloré con miedo al ver a un demonio que con tridente me atizaba. Luego se descabezó y con ternura me consoló; era una mujer, de quince, veinte, treinta años, y yo tenía cinco o seis.
Siempre fui muy impresionable, y hablando de impresiones, vayamos al Impresionismo, que tanto objeto artístico fabricó, aunque yo prefiero decir: jardín donde tanto fruto artístico germinó.
Así que abrí los ojos y miré los cuadros, dejándome embriagar sin razonar apenas.
De vez en cuando hice la tontería de acercarme para ver las pinceladas, para intentar comprender de qué manera se había elaborado el milagro del juego de la luz y de la sombra. Es decir, que saqué el umbertoeco que todos los amantes del Arte llevamos dentro. Es inevitable.
Cuando nos alejamos para mirar la pintura, el milagro se opera dentro de nosotros mismos, pero por obra del genio artístico, el creador.
Como veis, niñines, así lo dicen los guías espirituales, a Dios se le halla dentro de nosotros mismos, pero por obra del Creador.
Después de este arrebato místico, pasemos a la exposición.


Jardines impresionistas.


Me gustó mucho, me pareció maravillosa.
Forman últimamente la Fundación CajaMadrid y el Museo Thyssen-Bornemisza un bonito matrimonio, pero viven separados. Ella, la Fundación, tiene sus puertas abiertas, acoge a pobres y ricos por igual, sin importar el talante ni el vestido. Él, el Museo, es hombre rico que cobra por ver su morada.
Yo siempre voy donde ella, a él no le frecuento. Bueno, nunca le visité, me vale y me basta con lo que ella me quiera dar.
Me parece altamente recomendable, pásese quien quiera y pueda por la Plaza de San Martín a esperar cola, la sopa de los pobres del añorado mote Monte de Piedad. La sopa está caliente, nutritiva, deliciosa.
Para más información, pinche aquí.
En mi jardín colgaré algunos de estos jardines.


Un jardín es el alma:
Umbríos rincones y soleados recodos.
Abrojos, flores, arbustos, árboles frutales o no, árboles de hoja perenne y de hoja caduca.
Jardines franceses donde todo está bien, en su lugar, de manera lógica, racional.
Jardines románticos ideales de lluvia, bajo la tormenta.
Jardines ingleses, como desordenados,  misteriosos y semiasalvajados, algo caóticos ...
Pero no olvidemos que la perfección no es más que un caos bien avenido, no sujeta a otro canon que el del sentir de una persona, una moda, una época, un lugar, una cultura.




4 comentarios:

Hilvanes dijo...

Yo recomiendo la lectura de Como se hace una tesis de Umberto Eco, a pesar de que no se vaya a realizar un doctorado...

Hilvanes dijo...

Qué será del Museo Thyssen-Bornemisza cuando la baronesa Thyssen se jubile?

Pues Usted ponga como autor de las Afinidades Electivas a Góngora, que verá el colapso que se ocasiona...

Leyendo el artículo de Marco Antonio de la Parra y los comentarios que Usted hace sobre el Tío Vanguardias, me está entrando el apetito de leer el Ulises...

Pues sí tiene buena pinta la colección... qué maravilloso !!!

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Supongo que será igual de interesante que lo que leí de él: Apocalípticos e Integrados.
Me recomiendan siempre El péndulo de Foucault, novela paródica de toda aquella fiebre que vendría años despúes de códigosdavincis y demás conspiraciones.
No sería mala idea, esta de colapsar la red con antologías del disparate como si fuesen estudios. Por ejemplo:
El filósofo ceutí don Luís Cernuda, que curiosamente compuso célebres letras para coplas como "La bien pagá"...
Y así de esta manera no habrá erudito que reconozca a las criaturas de la Literatura.
Confusión y caos. Tiempo al tiempo. En el siglo XXII, si es que llegamos, se hablará de "La casa de Bernarda Alba", ensayo arquitectónico que sentó las bases de la construcción dodecafónica gracias a la lúcida pluma de la autora siciliana Alfonsina Storni ...

HIlvanes dijo...

Compré el pendulo hace unos 7 años. Recuerdo que un amigo mío lo leía en el instituto. Decía no enterarse de mucho. Yo aún no lo he leido por lo mismo que guerra y paz, el volumen de sus páginas me asusta.

Pero quizás, todo sea cuestión de ordenarse y compaginar las lecturas, estas tan voluminosas, intercaladas.