domingo, 26 de diciembre de 2010
Rutinas navideñas (II) El despropósito de los propósitos para el año nuevo
Vale, debería escribir antes sobre los aguinaldos, la Noche Buena, los Santos Inocentes ... y ya de paso integrar en estos comentarios sobre las rutinas mis últimas lecturas -cuentos navideños por plumas españolas, Amor y Pedagogía de Unamuno- y últimas películas vistas.
Es lo que me había propuesto.
Nos proponemos hacer algo como si el futuro fuera ya la ilusión de este presente sin pensar que el futuro es otro estado. Nosotros mañana seremos quizá otros: obispos, ministros, prostitutas, lacayos, pajes, mangantes o cabareteras. Quien sabe lo que nos deparará el hado.
Este manicomio es un caos, obligar a mis locos a que sigan un orden cronológico y decente es pedir aguinaldos a misterescrogees. Un orden racional y cartesianos métodos, pedirme esto a mí es intentar sacar moneda de un monedero roto. Se me escapan las pesetas de la razón, ¿a dónde? Por el bolsillo también roto a la entrepierna: razón genital.
Razón genital: pensar por erecciones. Si algo no me pone, como que nada, monada de moneda.
Pero yo había venido aquí a hablar de la psicóloga Cordelia Fine y de los propósitos para el año nuevo.
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Hoy, al igual que ayer y anteayer, ha sido día laborable para mí. Me levanto a las siete después de cuatro horas de un sueño sobrecargado de turrones, langostinos y diversos alcoholes y camino hacia el metro.
(Ayer,día de Navidad, no salía metro hasta las ocho, así que he tenido que ir andando, con un fondo de adolescentes fumando hachís y de jovencitos odiándose a punto de la lucha en la puerta de los pubs. Feliz Navidad, pensaba yo con el frío del amanecer mordiéndome las manos.)
Esta tarde he bajado la dosis navideña, sólo tres cañas con un amigo en el bar del mago, que otra vez nos ha hecho el truco de la propina volando por los aires para caer en el bolsillo de su camisa. Algo así necesitaría yo para mis sueños: lanzarlos al aire para que volvieran a mi bolsillo realizados.
De vuelta a casa, enciendo el televisor para ver cómo celebran la navidad el Luisma y compañía y me encuentro con que en la 2 Eduardo Punset dedica su sabia curiosidad a Cordelia Fine en su programa Redes.
Cordelia Fine nos explica por qué esa rutina de los propósitos para el nuevo año no suele funcionar: sobrecargamos la mente consciente de expectativas, lo que nos crea ansiedad por querer hacerlo todo a la vez, así que no hacemos nada.
En la tele, una chica frente al árbol de Navidad mira los propósitos en forma de tarjeta en vez de campanillas: dejar de fumar, no enfadarme con mi madre, ir al gimnasio tres veces por semana, no comer dulces ... A todos nos ha pasado eso alguna vez.
Prometemos, nos prometemos, defraudamos y nos defraudamos. Ansiedad, baja autoestima.
Cordelia dice que nuestro cerebro no está preparado para hacer varias cosas a la vez, así que esta sobrecarga hace que se bloquee.
Recomienda que nos centremos en un solo propósito, todas nuestra actividad se centrará en este deseo y necesidad, la victoria sobre nosotros mismos así tendrá más posibilidades.
Hace años yo era el tonto de los propósitos diarios. Me gustaba en un papel en blanco planificarme la tarde, el día, la semana, el mes. Actividades y lecturas, con buen orden e intercalando ensayo con poesía con novela, y dentro de la novela novela de aquí con novela de allendelosmares...
Al final no cumplía nada. Bueno, seamos justos, casi nada.
Si decía: leeré ensayo, luego estudiaré francés, luego después de cenar me pondré con Poe; era muy posible que no hiciera nada de eso y terminara leyendo por ejemplo a Stevenson y escribiendo algún relato redentor. A mí la escritura siempre me a resultado como un bálsamo contra la culpa.
Siempre, con el nuevo año, me propongo ciertas cosas. Al final el perro que uno lleva dentro perrea, ladra algo, mueve el rabo, bosteza, y se pone boca arriba para que le rasquen la barriguita.
Vida perra, quien fuera perro y no persona con propósitos.
Sin embargo, algo se propone este manicomio interior, de este año no pasa ...
Mañana o pasado sí, hablaremos de las rosas púrpuras del Cairo, o de Unamuno, o de todos los aguinaldos que el alma pide a la razón a cambio de algo de lírica e ingenuidad. Pero la razón es tan tacaña, tan misterescrooge...
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2 comentarios:
Mira por donde que ya sé yo el porqué de que mi calendario no lo cumplo nunca: exceso de todo a la misma vez.
Cachis... hay gente inteligente por esta vida, de verdad...nunca habría pensado en ello...
Yo me propongo hacer un post sobre Riña de gatos. A ver si es verdad...
Sí, por favor, esa novela de don Eduardo Mendoza no tiene mala pinta.
Estoy leyendo un relato delicioso del libro de relatos navideños/día de acción de gracias de Truman Capote.
Esta tarde, leyendo el epílogo de Unamuno, he tenido un ataque de hilaridad que ni con Tom Sharpe ni con el Eduardo Mendoza de Sin noticias de Gurb. Ya explicaré por qué. Don Miguel era un humorista, trágico, eso sí, pero humorista, un torero de la literatura.
Esto de estar leyendo varios libros a la vez a finales de año, ¿no será contraproducente? Porque además estoy con los relatos navideños de clásicos españoles...
Luego el Ulises, que a mediados de Enero dará a luz un nuevo capítulo: mi post.
Así que a ver cómo se concentra uno con tanto popurrí ...
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