miércoles, 1 de diciembre de 2010

Aviso para navegantes (II)



Supongo que habrá una direrencia entre un grafómano y un grafomaníaco. Creo que el segundo término me lo acabo de inventar, ahí quede para la posteridad y las notas a pie de página.
El grafómano escribe compulsivamente, como el gran Ramón Gómez de la Serna, que es nuestro tío vanguardias patrio.
Luego están los grafomaníacos como James Joyce, que escriben estrepitosamente. La verdad, el capítulo XVI me está haciendo llorar de impotencia. En estas páginas el tío vanguardias irlandés -creo que él es el culpable de la crisis irlandesa, y en mi paranoia afirmo que el contagio está próximo por culpa mía, por leer tal virus- intenta escribir mal. Un capítulo más para la vanguardia: la mala prosa.
Bueno, no seamos injustos, bravo por Joyce, que el buen señor se ha ganado a pulso su tema en los temarios de Literatura.
Joyce es para la literatura lo que Ornette Coleman es para el Jazz: he aquí una pluma libre, he allí un saxo libre. Un día, viviendo aún en casa de mis mayores, puse en el salón mi disco de Ornette Coleman. Desde entonces me miran raro. Desde que leo a Joyce también miro raro yo a todos aquellos que me rodean. Les leo el pensamiento, y están desesperados con la compra de Navidad y con la goleada del Barsa del lunes. Al salir de la biblioteca una mujer de ojos lobunos me ha mirado libidinosamente: pensaba ella como los personajes de Joyce, así que no me he enterado de nada y lo he dejado pasar.
... escaleras resbaladizas no me acuerdo ahora del artículo del código que pivón tú que miras gilipollas me parece que no me llega para un paquete de fortuna ...
Así que no sé si lo de pivón iba por mí o lo de gilimili.
Cuando desentierre al tío vanguardias -irlandés- de su merecido descanso tendré que preguntarle, entre tantísimas cosas, cómo hacía él eso de la telepatía, porque yo me siento desdichado cuando le leo la mente al prójimo. Y a la prójima.
En la biblioteca he tomado en préstamo relatos. Un librico de Truman Capote en Anagrama con dos cuentos de Navidad y uno de Acción de Gracias -de nada-, y otro que es la tercera parte de una antología de cuentos de Navidad escritos por españolitos plumillas, desde Valle-Inclán hasta Francisco Ayala.
Tumbado en la cama no he podido evitar leer un microrrelato de Ramón el Magno, nuestro particular tío vanguardias, Ramón Gómez de la Serna espejo de aspirantes al Parnaso. Ya lo publicaré en mi jardín cuando se acerquen estas fechas tan señaladas con sus turrones, sus mensajes de Su Majestad, sus Gordos de la lotería.
Qué pena que ya no esté el calvo perturbado -como decía el añorado Antonio Gasset- de la Lotería de Navidad, rodeado de haditas desnudas y repartiendo suerte soplándose una mano -otros somos telépatas, país... - .
Ramón de las Altas Cumbres es a la Literatura lo que Louis Amstrong al jazz: constante pura delicia en cada frase el uno, y en cada fraseo el otro:



Podría retardar la lectura del Ulises a nueve meses, que es lo que se tarda en parir un niño, pero la bestia será sietemesina. El catorce de Enero escribiré un post sobre el Ulises, algún día antes, algún día después, y lo haré bebiendo cerveza negra. Lo tenía pensado para el catorce de Diciembre, pero entre capítulo y capítulo estoy teniendo otras lecturas, hay más Literatura después de Joyce, no todo va a ser vanguardia free jazz en este valle de lágrimas, también hay turrón, garrapiñadas, Ramón el Inconmensurable, polvos, polvorones, Louis Amstrong y mazapanes.
No todo va a ser, en esta vida, obscura vanguardia.
También hay vanguardia para mofletudos rorós.
Esta antología editada por Clan pinta bien, digna de ser comprada para engordar la biblioteca: el primer tomo son relatos de Año Nuevo de Ramón Adalid de las Vanguardias, el segundo son cuentos navideños desde Bécquer hasta Galdós, el tercero es el que tengo en mis manos que antes mencioné: Baroja, Valle, Pardo Bazán ... El microrrelato prometido es precursor, inteligente y conciso, brillante, heterodoxo.
No se esperaba menos de aquel que creaba magisterio montado en un elefante.
Lean si no Ramón y las Vanguardias, de su discípulo aventajado Francisco Umbral.


Aquí un irlandés petrificado por la crisis que Joyce causó.

Los Ramones: El Grande, El Magno, Adalid de las Vanguardias ...

3 comentarios:

hilvan dijo...

ay, y el Uno, dónde dónde...

uis,la palabra de verificación pone cines...

Hilvanes dijo...

El Gran Ramón, el Gran Amnstrong... el uno sí sé cual es, no ponga el enlace... Coleman: es rarito, sí.

Yo me he agenciado La torneé de Dios del Gran Jardiel. Ya le contaré. Con ella ya habré leído las 4 novelas de Jardiel.

Ya haré el post de Perec, el viernes, pongamos por ejemplo.

"Un día, viviendo aún en casa de mis mayores, puse en el salón mi disco de Ornette Coleman. Desde entonces me miran raro". Que bueno... pues lo mío es peor. A mi me miran raro despues de poner un día a Tino Casal...

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Tino Casal es grande, anda que no vibro yo cada vez que escucho su versión de Eloise.
"... dolor en tus caricias
y cuentos chinos
yo
seguiré siendo tu perro fiel... "
http://www.youtube.com/watch?v=-tZVHCkrmjo&feature=related

Se me olvidó hacer referencia en este post al capítulo que usted me facilitó de Perec, pero ya hablaremos de él más adelante, de él y de los inventarios y esa querencia suya por lo infraordinario, haciendo extraordinarias páginas literarias.
Viva Perec.
Y viva don Enrique Jardiel Poncela, que junto a Ramón y otros forma parte de la escuela más ingeniosa y humorística que vieron los muros de la patria nuestra.
Zapatero, nuestro presidente, sería un buen personaje de esa literatura, con su facilidad de cambiar de práctica ideológica como quien dice. Esquizoide él, esquizoides por ello sus súbditos: nosotros.
Sin embargo de alguna manera habrá que salir de la crisis, Europa ahora aplaude estas medidas zapateriles. Echo de menos a Tip y a Coll -discípulos de los jardieles, los tonos, los mihuras ... - hablando del gobierno.