domingo, 1 de noviembre de 2009

Los Hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson

... y puso la cafetera.



Ay Mama Inés
Ay Mama Inés
Todos los suecos
tomamos café


Cambien la palabra negros por la palabra suecos, y servirá de banda sonora original para la primera parte de la primera parte de la saga Millennium, también conocida por la trilogía de culto -no sé por qué- y por trilogía Salander.
Una de las cosas que más me ha gustado de la novela es que sus personajes están todo el día tomando café, normalmente solo, sin leche y sin azúcar, y a menudo, aunque menos, café latte, es decir, con leche, sin azúcar.
Un sueco visita a otro sueco y antes de saludarse ya están poniendo la cafetera y colocando las tazas. Si un sueco se despierta a media noche y no logra conciliar el sueño, se pone la cafetera y se bebe un café mientras reflexiona alguna trama económica, periodística, judicial o criminal. Un sueco, solo en casa, al levantarse, a media mañana, a media tarde, y después de la cena, pone la cafetera y se toma un café.
Además comen rebanadas de pan con queso, mucho pescado ahumado, albóndigas, guisos de carne de alce y de otros pintorescos cérvidos nórdicos.
Y beben un orujo de allí, cuyo nombre ahora no recuerdo, no me acuerdo ni de los nombres de los personajes ni de los nombres de las ciudades de la novela.
En Suecia, en verano hace calor y en invierno mucho frío, la diferencia con España es que allí en Invierno hace un frío de unos 30 grados bajo cero. Imagínate que un español sale de casa con esa temperatura. Un sueco, con esa costumbre del frío, hace vida normal, entre estanterías de Ikea y cafeteras y albóndigas de Bambi y que seguramente aderecerá con salsas de arándanos u otras frutas del bosque. Un español quedará momificado nada más poner un pie en la calle, ostia, Manolo, mira cómo patino...
Está de moda Estocolmo, y en la tele echan programas tipo españoles por el mundo en los que salen paisanos que viven por allá arriba -según los mapas-. Yo no me pierdo ni uno, uno aprende mucho con los programas de la tele, como qué quiere decir la expresión hacerse el sueco. Y es que resulta que a los suecos no les gusta entrar en conflictos, si alguien tiene ganas de entrar en polémica, el sueco hará un gesto gentil y escurrirá el bulto. Yo soy muy gentil y muy sueco, llegado el caso.
Uno de los mayores aciertos, según Vargas-Llosa y yo mismo, es el personaje femenino de la outsider Salander. Es el gran acierto de esta novela.
Hay una trama judicial, una trama económica, una trama periodística, y una trama criminal, que es la principal. A diferencia de tanto best-seller -cuidado, que esta novela reúne todos los tópicos de lo que se entiende por best-seller-, hay un toque original, y es que la trama principal, la solución del enigma, se resuelva cien páginas antes de finalizar la obra.
Uno vuela por las páginas leyendo a velocidad vertiginosa, hasta llegar a la quinientos ochenta o así, entonces para, sosegadamente, se pone la cafetera, y lee la solución de otras tramas menores, entrelazadas todas entre sí.
También hay sexo y violencia, cómo no, y después de cada polvo y de cada agresión se toman un café.
Yo lo que busco en este tipo de obras es algo que encontraba de niño en las novelas de Enid Blyton, enumeración más o menos narrada de rutinas y manías. Yo leía las novelas de Los Cinco, más que por la trama de misterio, por ver lo que comían, y es que esos muchachos estaban todo el día devorando sándwiches, salchichas, pasteles, huevos con tocino; todo regado con té y cerveza de jengibre.
Los personajes dramáticos de Wilde toman mucho té y sándwiches de pepino.
Pepe Carvalho, el detective más grande, se pasa el día comiendo mucho y bueno, que es lo que hay que hacer, según piensa éste, cuando uno come solo, para olvidar que está solo. En las novelas de Vázquez Montalbán siempre hay una trama gastronómica donde siempre gana el buen comer, allí los malos siempre comen mal y poco.
Las novelas más geniales, como El Quijote de Cervantes y el Gargantúa de Rebelais, enumeran manjares con evocadoras descripciones. Memorables las bodas de Camacho …
Claro es que también busco el suspense, que el escritor de turno me meta en su intriga. Pero esto es lo de menos, tampoco soy un buen lector de novelas de intriga, en cuanto los personajes se dedican a la resolución del caso, sin comer, ni amar, ni reflexionar sobre cualquier cosa ajena a la trama, pues me suelo aburrir mazo.
Un par de horas después de dar por finalizada la novela me he puesto la peli en el dvd. Ni punto de comparación. Si después de leerte un tochazo de 700 páginas te ves su representación en un par de horas, es como si visualizaras un resumen bastante raquítico, mutilado. Así que de la peli mejor que no opino -eso sí, la reconstrucción de los hechos a través de los negativos de las fotografías escaneadas logran adaptar para la pantalla todo ese misterio de la novela-. Si hubiera dejado pasar un par de meses, seguro que algo habría sacado en claro.

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