sábado, 7 de noviembre de 2009

Manicomio musical. Pop para el siglo XXI

Bienvenidos al siglo XXI
Están cerradas por stock
las puertas.
Yo mismo

Comenzaré este post como comienza sus monólogos ese gran humorista llamado César Vidal, que junto a Jiménez Losantos forma parte de una nueva generación de cómicos adeptos al esperpento y el absurdo más hilarantes.
Corría el año milnovecientosnoveintaitrés cuando este muchacho llamado David asistía por las tardes a las clases de Hostelería -rama de Cocina- de la Casa de Campo, dedicando las mañanas a leer libros de métrica y a practicar todas las composiciones poéticas propuestas por don Fernando Lázaro Carreter en aquel libro... Cómo se comenta un texto literario, o quízá otro, qué sé yo, qué sabe nadie.
No se me escapaba nada: sonetos, redondillas, coplas, liras, tetrástrofos monorrimos, serventesios y villancicos.
No recuerdo ahora mismo la composición del villancico, pero sí recuerdo los primeros versos que elaboré como ejercicio: Bienvenidos al siglo XXI/ están cerradas por stock/ las puertas... y ahí se quedó la profecía. Seguro que se hallará el poemilla al completo en cualquier hoja de cuaderno en cualquier carpeta entre poemas fotocopiados de Blas de Otero y Neruda, dibujos obscenos, letras de canciones de los Héroes del Silencio y de Antonio Vega, chicas de la revista Interviú y cánticos rojiblancos.
Pues bien, he ahí, en mí, un ejemplo de esquizofrenia posmoderna profética y precursora de lo que hay hoy, aquí, ya entraditos en el siglo XXI.
Por entonces mis amigos y yo escuchábamos eso: Antonio Vega, El último de la fia, Héroes del silencio, Celtas Cortos, Loquillo... mientras que las revistas de música señalaban a otros grupos como exponentes de la música generacional.
Tanto la crítica como el consumidor mayoritario han hablado distintos idiomas siempre, pero ahora mismo dudo que sea, en música, por una cuestión de elitismo, sino que es una cuestión de edades. Y es que los críticos musicales siempre tendrán más años y gustos distantes a los de los adolescentes y veinteañeros.
Leo en las revistas Rockdelux y Mondosonoro a quienes consideran hoy como los mejores de esta década que finaliza, que supongo será precursora en tantas cosas. Todos los nombres me suenan, y soy oyente de algunos de ellos, todos me gustan.
Hoy, digo, la crítica y yo estamos de acuerdo, por lo menos en ésto. Mira, oye y disfruta conmigo.
Hay demasiadas músicas, demasiados libros, demasiada baratija y demasiado de todo. Reina un caótico berenjenal por doquier. Están cerradas por stock las puertas del entendimiento. Lo diré siempre: es necesaria la crítica como son necesarias las señales, las guías, sobre todo en estos días de efímeras imposturas y postines.











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