martes, 24 de noviembre de 2009

Deseo de ser punk, de Belén Gopegui



En vez de estudiar, me he puesto a escribirte. No eres un puto personaje inventado ni eres mi puto amor platónico. Te he encontrado y tú sí tienes música.

Así finaliza el primer capítulo de esta novela íntegra y honesta, que trata de la búsqueda de la autenticidad y la actitud, temas que ya sabes tú que me son no sólo interesantes, sino imprescindibles.
Y la música no es un puto pretexto, pues para Martina, muchacha de dieciséis años, la música es esa actitud auténtica que se busca. Desde las primeras páginas me he sentido identificado con la voz de Martina, admirando, eso sí, ciertos poéticos aciertos del estilo de Belén Gopeui.

... imagina que se te rompe algo, el vaso, por ejemplo, ese que tiras sin querer, y la gente se limita a traer una bayeta para el agua y una escoba para los cristales. Pero imagina que tú no quieres la bayeta. Querías ese vaso. Te importaba ese vaso. No entiendes que esté roto. Y entonces te pones a recoger los cristales uno a uno. Y tratas de pegarlos. Aunque, claro, intentas hacer eso, se te ha olvidado secar el agua con la bayeta. Y también se te ha olvidado la hora que es. Y, encima, hay veces que las cosas se rompen en siete trozos y vale, las puedes pegar. Pero a veces se rompen en cien o más.

Monólogo interior de una adolescente, purificado por el filtro literario de esta escritora de extraño atractivo y fiero pensamiento, quien haya leído algo suyo o alguna entrevista conocerá su actitud moral ante este sociedad herida, repleta de vasos rotos que se van quedando por el camino.


Es un libro cargado de sentencias, como un revólver no mortífero de balas, si no agresivo de salsa picante, quien haya leído el libro sabrá de qué hablo.
Así encabeza la Gopegui esta novela, con los versos del loco mayor del reino:

Sitting Bull (Toro Sentado) ha muerto: no hay tambores que anuncien su llegada a las Grandes Praderas. Deseo de ser Piel Roja.
Leopoldo María Panero.

Cita que como puedes ver, da pie al título de la obra.
Ha tenido excelentes críticas, pero yo no se la aconsejaría a todo el mundo. A no ser que se acojan a la técnica en la lectura del distanciamiento, tan errónea. Tú puedes leer con distanciamiento una novela de terror del virtuoso Stephen King, o El Señor de los Anillos. Un mundo aparte como vía de escape por unas horas. Pero este libro es real, Martina lo dice en cualquier página en su búsqueda de la autenticidad, que no quiere elfos ni duendes, busca personas. Si te implicas como lector activo, identificándote, no te gustará, a no ser que sientas como el personaje, y yo he tenido la suerte de encontrar en Martina a alguien muy parecido a mí, en constante reflexión y baremo.
En su manera de entender la música por ejemplo, yo encontré mi música hace ya años, y quizá no sea la de Martina, pero ella en su búsqueda aspira a ese código que yo he encontrado, y aunque a veces llegue a él y lo encuentre roto, día a día intento reconstruírlo, porque quizá sea lo único que me mantiene en pié, o lo único que comprendo o simplemente intuyo como certeza.
No tiene más de doscientas páginas, pero vale una larguísima reflexión, esta novela.
Si la lees, y si puedes, escucha para profundizar en el alma de Martina toda la música sobre la que medita y que escucha, en pasajes memorables, como cuando con su amiga Vera cantan este tema de los Foo Fighters en el Jardín Botánico.




O Martina escuchando en la biblioteca pública el Total eclipse of the heart de Bonnie Tyler que encabeza este post.
O en el mismo lugar peru otro día, la oración de Johnny Cash.



Muchas de las canciones que se mencionan son canciones que oían sus padres, Lucas, todos los adultos, canciones que a ella le parecen algo blandas, pero que sí le parece que tienen un código. Como esta de los Crosby, Still and Nash:



Luego están las que ella y sus amigos escuchan, Fe de Ratas:


Reincidentes:


AC/DC:


Guns and Roses:


Pero es esta canción de Iggy Pop la estancia donde Martina se encuentra y donde quiere estar, el grito, que no el lamento, que quiere lanzar al mundo. Hay dos versiones, una corta y triste, y otra larga, “emoción en estado puro”, que es la que da sentido a la locura genial de esta Martina:




gimme danger, little stranger
and I'll give you a piece
gimme danger, little stranger
and I'll feel your disease

there's nothing in my dreams
Just some ugly memories
kiss me like the ocean breeze

(hey!)

Now if you will be my lover
i will shiver insane
but if you can be my master
i will do anything

there's nothing left to life
but a pair glassy eyes
raze my feelings one more time

(yeah!)

find a little strip and find a little stranger
yeah you're gonna feel my hand

said:
I got a little angel, want a little danger
honey you're gonna feel my hand
swear you're gonna feel my hand
swear you're gonna feel my hand

gimme danger
little stranger
gimme danger
little stranger
gimme danger
little stranger

gimme danger
little stranger

gimme danger
little stranger

can you feel me?
you gotta feel me!
you gotta feel this

little stranger...


Belén Copegui y "Deseo de ser punk". (Un idioma sin fronteras)

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