jueves, 27 de agosto de 2009

Umbraliana (III). El simulteanismo mágico/ histórico de Madrid



Madrid es ir con las manos en los bolsillos como nadie en el mundo.
(Ramón Gómez de la Serna)

Esta cita le sirve a Umbral para su libro de crónicas Amar en Madrid, libro que adquirí gratis hace más de diez años porque lo regalaban de expurgo en la biblioteca, tan descuajaringado y demediado estaba.
Hoy hace dos años que la crónica de la ciudad va sin su sello.

Madrid no es una ciudad sucesiva, si no simultánea, que Madrid está dándose siempre todo entero, de golpe, como una mujer que se desnuda a desgarrones.
En cada piedra blanca y carolina de Colmenar, dorada por el medio resol de la resoleada tarde, hay, había una populosidad de siglos, de gentes, de motines, pronunciamientos y asonadas, de modo y manera que en la luz de estraza de Madrid está o estaba todo presente.
(…) está presencia total de Madrid en Madrid, esta totalidad del presente, este estar todo Madrid lleno de Madrid…
(Francisco Umbral. Los tranvías. Trilogía de Madrid.)


Años antes, yo escribía cosas empapadas de este misticismo umbraliano, habiendo leído a Umbral pero sin haber leído aún su Trilogía. Es lo que llama él el simulteanismo mágico/ histórico de Madrid.
Es la obsesión por recuperar la Ucronía donde todos los tiempos se funden.
La fascinación que hace año y medio me llevó a escribir estos haikus, inspirados por unas fotografías antiguas del barrio de Aluche:



Ucronía

1

Tiempo sin tiempo.
Todos los tiempos. Todo
lo que fue, es.

2

Trae el futuro
recupera el pasado.
Hazlos presente.

3

Todo lo que fue
y todo lo que será
aquí y ahora.

(Salix Babilónica)



Aniversario.

28 de Agosto del año 2007, el mejor escritor vivo en lengua castellana muere en el recitado de lo que hubiera podido ser su último artículo, alucinado y agonizante.
Como un torero en el ruedo, trabajando, cogido esta vez por la cornamenta mil veces toreada.
29 de Agosto del año 2007, permanece en mi memoria aquel perfil que hiciera sobre Ortega en Las Palabras de la Tribu, cuando cuenta que a su muerte él compra todos los periódicos para leer todas las neurológicas y todos los artículos que honran al maestro.
Ese día llueve, y el joven Umbral, camina leyendo la prensa ávidamente, protegido el espíritu por un paraguas de letras, mojado el traje, el cuerpo, los papeles.
Honro yo su memoria comprando todos los periódicos de Madrid, y así haré en los días sucesivos. Aún guardo una bolsa con todo aquello.
Pero ese 29 de Agosto no llueve, sol y calor de estío de camino al tren. En Atocha, me encuentro con R, compañero de trabajo y de viaje, al que nunca le gustó Umbral.
Días antes, yo le regalo a R el Gargantua y Pantagruel, clásico tocado por la gracia que versa sobre todos los excesos. Días después, él me regala Trilogía de Madrid, clásico tocado por la gracia que versa sobre todos los excesos y carencias de los literatos en Madrid. Cuando hago saber a los akabaos este trueque, alguno me dice que he hecho mal, pero es que Umbral no gusta a todo el mundo, pero al que le gusta le mantiene alucinado. Los alucinados, los cuerpos gloriosos, los tipos retratados por el maestro y leídos de su mano.
A la noche de aquel 29 de Agosto guardo luto de la manera en que a él le gustaría, bebiendo y leyendo. Soy fotografiado por un amigo en camiseta sin mangas, quedo muy umbraliano, muy cuerpo glorioso para gusto de todo alucinado.

2 comentarios:

Camilo José Cela dijo...

Usted, don Paco, usted sí es un cadaver exquisito...

El cocinero ilustrado dijo...

Don Camilo, exquisita fue la merluza que yo le sazone´ y meti en su papillote, una de las ultimas que usted se metio pal cuerpo.
En aquel restaurante vasco donde desaprendi tanto bueno, por el 2001.
Reverencialmente:
Un admirador.