miércoles, 19 de agosto de 2009

Elogio de lo breve

Lo bueno, si breve, dos veces bueno, según dicen que dicen los italianos. ¿Y quien dijo aquello de que las grandes esencias se encierran en tarros pequeños?
Yo ahora me piro y ahí os dejo, unas mini vacaciones demasiado minis, tan pequeñas tan pequeñas que la semana que viene ya estoy de vuelta.
Lo que se dice un paseo.
Es la tónica habitual, el verano anterior no tuve vacación alguna, aunque esos días libres me sabían a gloria, como de crucero por el mediterráneo: islas griegas, Corfú, Sicilia años veinte, Cerdeña y todas esas mariconadas publicitadas en prensa para bochorno y enojo de currelillas.
Lo mío es currar los veranos al cien por cien, y si acaso pellizcar de aquí y allí algo para unir más de dos días y así poder hacer algo, poca cosa, pero cosa excelente, eso si.
Como otros veranos: Santander, La Serena, Ávila, Toledo…
No pilllo un Agosto completo, ni a la mitad ni al cuarto, desde el año 2001. Así como te lo digo.
Ahora me voy de ruta gastronómica, es decir, que si me he pasado todo este tiempo cocinando para otros, ahora otros cocinarán para mí.
Pero no a mantel puesto, que no, si no a pie de barra, tapeando.

Las tapas.
La tapa es un micro manjar que ha de reunir en su reducida rebanada la esencia de un plato.
Está a la orden del día tomar el pincho de tortilla o la cazuelita de paella. Hasta de migas la ponen algunos.
No cansan, pero tampoco llenan, pero no importa, siempre hay otra caña para otra tapa.

Los libros.
Pedro Páramo, de Juan Rulfo.
El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad.
Baterbly el escribiente, de Herman Melville.
Y mi preferida, por esa capa de lluvia que todo lo cubre, ¿qué no la has leído? Grandiosa y genuina como un grueso tomazo de mil paginas, pero es novela corta:
La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares.

Las canciones.


Los cortometrajes.
Ya sean de pelis o de dibus.



Las mujeres.
Siento cierta debilidad por las mujeres pequeñas de alma inmensa y carácter fuerte. Ahí esta por ejemplo la pin-up Verónica Lake, con sus 1´51 centímetros de gracia:



Coda
Pero no seas ruin y mezquino conmigo, no apartes de mí lo grande, que tambien es digno de elogio. Que ya me ocuparé yo de catarlo poco a poco.
Aquellos tres meses de veraneo de la infancia.
Los banquetes pantagruélicos.
Los gruesos novelones decimonónicos, ¡ay, esa Regenta!
Las largas películas de toda una tarde de Sábado o de Domingo, con anuncios para meadas y meriendas. Se me ocurre Kill Bill, al completo.
Las largas sinfonías, los infinitos temas de jazz y de rock duro.



O las Venus barrocas, renacentistas, prerrafaelistas, de cualquier tiempo y lugar.

5 comentarios:

Oscar Wilde dijo...

Vaya! ... pero, ¿usted, aún viaja?

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

¡Oh, excelso!
Honrado estoy por su augusta presencia, joven greñudo y de amaneradas maneras, valga la dedundante redundancia.
No solo aun viajo, si no que hallo incombustibles goces y gozos en las variopintas vicisitudes de tamañas y particulares odiseas.
Una reverenda reverencia, Mister.

Gabs dijo...

A sus pies, Su Alteza.
Aquí una servidora ya de vuelta de una semanita de vacances, le presenta sus respetos :)
Me ha encantado eso de las pelis de sobremesa que duraban toda la tarde con sus pausas para meadas y meriendas XDDD
Qué grande es usté, Príncipe!
Besotes plebeyos

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Querida amiga:
feliz regreso.
Tenemos pendiente un mejicano con su santo, que diria Elvira Lindo.

Adolfo dijo...

http://www.jorgeeduardobenavides.com/prensa/pdf/20030927elpepi_40.pdf