jueves, 14 de noviembre de 2013

Azorín Zombi contra el lector gafapasta de novela erótica basura



Leer hace unas semanas 50 Sombras de Grey me ha supuesto una experiencia tan indigesta como en su momento la lectura de La Voluntad de Azorín (link). Y es que los extremos se tocan.

Una espesa y cobriza niebla como felpudo vintage cubre el Camposanto. Se abre la tierra como parrús de parturienta, y como si de un feto encorbatado y pulcro pero polvoriento de cenizas se tratase, resurge de su piltra José Martínez Ruíz, Azorín, ni muerto ni vivo -como algunas de sus más célebres páginas-, si no zombi. La ofensa ha roto su descanso, el ofendido atraviesa el bello púbico de la noche, que el ofensor tiemble.
Azorín retratado por Zuloaga.
Cara de Zombi, sin duda.

Azorín es un señor que escribe demasiado bien. La señorita James escribe demasiado mal.
La señorita James hace un relato entretenidísimo y de fácil lectura. Azorín hace un relato plomo, la suya es una pelma lectura.
Azorín usa de una riqueza léxica apabullante, palabros de índole diversa vivos y muertos, algunos ni lo uno ni lo otro, palabras zombies que te atacan y muerden las entendederas. La señorita James ...
-Señora, por favor -se pone roja de ira-.
-Disculpe -me pongo colorado como un tomate.
La señora James no es ni sencilla ni siquiera simple. Es pobre.
Imagino un fructífero y simbiótico matrimono entre este par de dos.

Zombi Azorín, rojo de ira como un tomate, atraviesa el cuerpo desnudo de doncella que es la estepa castellana después de abandonar la niebla pubis dirigiéndose al pozo del ombligo de Anastasia Steele. Pisa bien, sádico caminar. La tierra se estremece de dolor y de placer y se pone colorada.

Hoy, a día 14 de Noviembre del año 2013, sigue la huelga de limpieza en Madrid, las calles llenas de inmundicia y podredumbre. Los establecimientos, antes de la huelga, ya ofrecían comida basura que devorábamos. Las librerías, ya antes de la huelga, ofrecían igualmente con vistosas portadas sus novelas basura.
Por internet nos descargábamos, piratamente, alta literatura y literatura basura, antes de la huelga. Es decir: la huelga de limpieza ha existido siempre. La gente devora y devora litros de tinta basura y kilos de papel basura.
Nos solidarizamos con los obreros de la limpieza que hacen huelga. Nos sentimos hermanos, también, con los que se niegan al donoso escrutinio en las librerías. Todo es según como se lea, basura que tú me dieras, basura que me metía. El lector gafapasta -Montura Carolina Herrera, por cierto- atraviesa los kilos y kilos de desechos y mira goloso los tomitos gordezuelos expuestos en los escaparates. Lo mismo se zampa un Azorín que una señora James, un arroz con bogavante que una burguer ahorraking de un euro.

El ombligo de Anastasia siempre está limpito. Retrógrado, Zombi Azorín, rojo como un tomate censura la núbil desnudez que pisa y la cubre con viejas palabras que hacen pupa. Purito bondage del bueno, oiga. Hasta llegar al tetamen y reescribir los pezones con su afilada pluma de celebérrimo autor ibérico. Anastasia se pone colorada y se estremece de placer. ¡Madre mía!

Tanto daño hace la escasa imaginación léxica como la escasez creadora. Azorín no gustaba de las metáforas, que son la cima de la creatividad literaria. Mucha palabra floral, demasiada aridez. James propone a cambio a su consorte Azorín un desierto léxico pero mucho sexo. El bendito rubor de Anastasia, lo mejor de la novela de la señora James. Pero no tiene más palabras para describirlo que roja como un tomate, que colorada. Y como Anastasia se nos sonroja a cada mirada de Christian Grey, a cada palabra suya, a cada sádico actuar, a cada paso de zombi atormentado, echamos de menos un Azorín Grey que la estimule y la haga pupa con tanto placer. ¡Madre mía! La de veces que se prodigan estas palabras, ¡madre mía!. Me pongo colorada, roja como un tomate.

Termina la lectura el lector gafapasta contoneándose Fuencarral arriba Fuencarral abajo, provocando a los apocalípticos que solo leen mierda y basura bendecida por la élite. Se viste de monaguillo porque así se peca mejor y da más gusto el dolor y el perdón tras el arrepentimiento. Purito bondage literario. Yo me confieso: leí 50 sombras de Grey. El cura dogmático le impone la penitencia de leer el Ulises de Joyce. No, ya lo leí, padre, que dice el lector arrepentido. El cura se rasga las vestiduras y se le ven las vergüenzas. Entra en escena Zombi Azorín con su Anastasia vestida de riqueza léxica. Dispuestos a casarse. ¡El cura está desnudo! Y la tiene muy pequeña. Zombi Azorín le muerde el mínimo cimbel y el culto y elitista sacerdote de la vanguardia literaria se queda sin genitales, sin poder creador, sin ideas, es lo que tiene ser tan tan.
-Que nos case el monaguillo entonces.
Amenazante Zombi Azorín Grey se dirige al gafapasta monaguillo, que acepta sumiso.
Que me den bondage.

Conclusión.

Lo que le falta a una novela tan excitante y original como 50 sombras es un toque de Azorín.
Tiene de por sí, la novelita, psicologismo y buena creación de personaje principal: Anastasia. Grey no es más que un estereotipo de galán de novela romántica pasado por el tamiz de la perversión de la novela erótica.
Y no tengo nada más que decir, sólo que habrá que leer Tess, la de los D'Urberville, de Thomas Hardy, en la que se basa la novela de E.L. James.
Y cuando la adapten al cine, por favor, que me respeten el rubor de Anastasia, tan excitante.
Y sus ojos en blanco zombi, y cuando se muerde el labio, zombi.



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