sábado, 17 de julio de 2010

Resucitar a través del subrayado (II)



... y el placer de reencontrar
el limbo de un tiempo que se nos va...


(El autor de este artículo no tiene por qué estar plenamente de acuerdo con las propias opiniones aquí vertidas. Es, además, continuación de otro elaborado hace un año.)


Subrayar es uno de esos placeres a los que se da el lector que tiene en propiedad un libro.
Últimamente subrayaba poco, los libros que leía o eran prestados -qué falta educación, subrayar sin permiso del que generosamente presta, es como llenarle al amigo o a la amiga la casa con graffitis, el cuerpo con tattoos sin previo aviso- o eran un bien de uso común, público, complejo vitamínico para el ciudadanito de a pie que ha de desarrollar el cacumen y el buen discernimiento -subrayar un libro de biblioteca es como obligar al resto del universo a pensar como tú, un vandálico acto fascistoide, vale que yo a veces he agradecido en un ensayo para un trabajo o un examen el que otro ya hubiera hecho antes que yo la labor de síntesis, pero eso... ¿es o no es mentalidad de esclavo?
Esta noche, retardando la hora de la cena, he leído el prólogo y los dos primeros capítulos de Fiesta. Un par de frases me han llamado la atención, así que como mi lápiz al uso está empanado -o empaginado- en el Ulises, me he incorporado de mi tálamo lector y he buscado un lapicerillo del Ikea, que ya que esta factoría del mecano del mueble tiene la generosidad de regalarlos a sus clientes, los aprovecho para darles usos diversos: como la pérdida y el encuentro por sorpresa en viejos abrigos, o para subrayar. Bendito Ikea.
El narrador es el protagonista, un periodista que está en su redacción, tan tranquilo, cuando le llega un amigo repentinamente adinerado para intentar convencerle de que se vayan a Sudamérica. Nones, le dice el periodista, que ya suponemos que es el ingenioso de la historia. La vida pasa rápido, le reprocha el otro, el tiempo se me escapa, siento que no estoy viviendo de verdad mi vida. A lo que responde el periolisto:
Nadie vive por completo su vida excepto los toreros.
(Ernesto Hemingway).

Entonces se me ha ocurrido, revitalizado por el subrayado, como resucitado, el crear este post.
Para calmar sus ansias viajeras le invita a una copa, y en la narración de los hechos en la página siguiente, supongo que refiriéndose a su oficio, (porque si yo me pillo a mí mismo de manos caídas en el currelo me llega el pavor a que se me queme el ragout, o las alubias; mi ética profesional depende de los paladares y los estómagos, más que de la estética, para estético mi blog, que no me da el sustento):
Una parte muy importante de la ética profesional consiste es que parezca que nunca trabajas.
(E.H.)

Parece sacado de una obra de Oscar Wilde.
Y por hoy ya basta, que tengo una lata de cerveza bien fría esperándome en el frigo, para borrar con espuma los subrayados equívocos del ánima.

8 comentarios:

Hilvanes dijo...

Este post hay que leerlo escuchando Jazz...

Hilvanes dijo...

One Pregunta...Usted no usa puntos de lectura??? Sería interesante saber sobre esa costumbre que al igual que el subrayado también tiene su religión...

Yo siempre subrayo.

Y confieso. En libros públicos, también. Pero porque el libro ya venía previamente subrayado y requetepintado...hice mi pequeña aportación a la patria...

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

De jazz sería algo así como un be bop, que sería como un subrayado intuitivo y casi sin tener que ver con el texto, algo así como esto:
http://www.youtube.com/watch?v=09BB1pci8_o
Ya advertí que no me hacía responsable de las propias opiniones vertidas: ¡confieso que yo también he subrayado libros de la biblioteca pública! Aunque de eso ya hace lustros.
Es interesante el tema del punto de lectura, yo tengo varios, de cuero y de tela, que me trajeron de Londres, luego están los que regalan en las librerías.
Pero como punto de lectura termino usando papelitos con direcciones apuntadas, tarjetas de presentación, listas de la compra, los mismos la piceros, alguna reseña recortada del periódico, fotos, postales ...
Lo que dicen que es mala costumbre es la de doblar la página donde uno se quedó, como recordatorio.
De todas maneras cuando abro un libro que ya haya leído o haya dejado a medio leer, me encuentro con una palanca que abre el baúl de los recuerdos. Hasta entradas de cine desteñidas, y algún pase a la piscina para señorita y caballero.

hIlVaneS dijo...

Tengo una caja con puntos de lectura. Cada uno de ellos distintos de los demás.

Los tengo de los niños Anne Geddes, de la librería Todo Libros que son muy bonitos, del Corte que son de propaganda de libros best-seller.

A veces también recortes de periodicos.


Uno que es un peluche...

Dos de imanes que también son fotos de Geddes...

Uno de metal que es un gato.

Uno semejando un papiro egipcio que es de Egipto. Fue un regalo.

Algunos de fabricación propia...

A veces sí doblo las páginas...pero solo a veces...

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

A mano, y sin estar dentro de ningún libro, tengo:
-de cartón, del día del libro, obsequio de las bibliotecas públicas de Madrid. Tiene un sol de cabecera, así que el punto está peinado a lo panki. Son dos.
- de cuero, uno que pone Tabasco, es de color café con leche, y tiene una efigie de un tipo que parece ser precolombino, de cara cuadriculada
-dos de cartón, de publicidad: Besitrán, equilibrio necesario, Pfizer neurociencias. Qué sé yo que mente perversa hizo llegar a mis manos tal desaguisado.
-Otro del Vincent Van Gogh museum, de Amsterdam, de cartón plastificado. Tiene un autorretrato de don Vincent fumando en pipa y con gorro de paja. Es azul, ¿me lo trajo mi amiga de Holanda o algún amigo o familiar que viajó allí?
-Un recuerdo de luna de miel de unos amigos, que estuvieron en Costa-Rica, con cinco variedades de serpientes en su cartón plastificado.
-En otro de cartón plastificado, figura en la parte frontal del punto un barco con la bandera holandesa, y en la parte trasera un texto en holandés, en la cabecera pone: VOC-schip Amsterdam.
Posiblemente me lo regalara la misma persona que me trajo el del Van-Gogh.
-Uno de cuero con flecos, en azul marino: Harrods. Kinghtsbridge. Con un gran palacio en oro, igual que las letras. Este me lo trajo mi hermana una de las veces que estuvo en Londres, junto con tés variados y galletas de mantequilla. Los otros puntos de Harrods seguro que están en otros libros.
-En el libro Fiesta, un punto publicidad de la casa del libro, donde lo compré. Un sorteo que no he leído para qué es, lo mismo es un suicidio colectivo que será televisado y noticiado por mi guapa Mamen Mendizábal: Cuarenta letraheridos se suicidan usando como navaja unos puntos de lectura de la casa del libro.
-En el Ulises, un punto de lectura de cartón plastificado, de Oxford, con 16 fotografías con motivos pintorescos del estudiantil pueblo.
Este comentario parece más un capítulo de Perec que un comentario.

Príncipe de ArroyoLuche dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Príncipe de ArroyoLuche dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Y los de blogger ya podrían regalar puntos de lectura, en vez de triplicar los comentarios.