miércoles, 5 de febrero de 2020
Una reflexión sobre el poder de la música sobre la escritura
La música ayuda, y mucho.
Si no fuera por ella me sería arduo encontrar las palabras: dentro del río revuelto, como cajón de sastre donde todo debiera ser posible, la música es caña y es anzuelo, donde pescar todos esos pececillos que son las palabras que bailarán al son de la cuerda de la caña.
Porque, ay, la cuerda de la caña vibra y es sonora como la del violín, la guitarra o la lira.
O quizá es que el pececillo soy yo, pues basta que por la calle, en cualquier lugar o momento, salte una melodía, una canción, para que me eleve al aire salvándome del río obscuro de mi mismo.
Casi todo lo que he escrito ha sido con música de fondo.
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