jueves, 27 de agosto de 2015

Relato de infancia y juventud en cuatro motivos


Uno




Nací después de la lluvia. La melodía Après la pluie, de Eric Satie, vino a conformar mi húmeda y cadenciosa personalidad, redimida por el momento feliz en que las nubes deshechas dejan que el sol ejerza su imperio, que calienta la tierra, llenándolo todo de fragancias azules, verdes y amarillas, de un dorado metal, de un mental abandono a la cadencia.
Al igual que otras abuelas hilvanan tejidos para vestir a sus nietos, mi abuela tejía al piano melodías de Satie, de Chopin, de Faurè, que cubrieron mi alma de lluvia y sol.


Dos




Dibujos animados en la sobremesa y por la tarde. Dibujos animados que representaban una realidad ideal donde sería divertido vivir, donde no habría problema sin solución. Yo de mayor sería el inspector Gadget de la existencia, con respuesta para todo. Era, mientras tanto, de niño, tan parecido a él, que él mismo era. Con respuestas para todo, sí, pero torpes. Y al final eran los demás los que terminaban solucionando los problemas. Más me hubiera valido querer ser como McGiver, que sin tanto gadget todo lo solucionaba con resolutivo ingenio.


Tres




La vida era un misterio que debía ser resuelto. En aquel tiempo devorábamos los libros de aventuras, de misterio, donde una incógnita abría un pasadizo secreto, ¿hacia dónde? Cuevas, casas, islas. Todo camino hacia la respuesta es obscuro, toda solución es justa, toda aventura enmarcada en el encanto y en lo mítico.


Cuatro


Cupido y Psique, de François Gérard


Estudiábamos en una biblioteca del barrio donde era más apetecible salir a fumar, a jugar a los futbolines, o ya que estábamos ahí, a merodear entre las estanterías de libros. Un día descubrí el mito de Eros y Psique, uno de los más bellos que fueran representados plásticamente. Buscar, descubrir, conquistar ... quizá ésto sea lo más hermoso que hay en mí, yo, que no conozco verdad, que no sé, al fin, qué es bondad, sí sé que mirar y escuchar es cierto y es bueno. Yo buscaba entre los libros, yo descubría, yo conquistaba las páginas y las hacía mías. Me enamoré por primera vez con dieciocho años, momento en el que se abrieron las puertas del palacio de las princesas encantadas, inaccesibles. Yo era Cupido enamorado, un dios más entre millones de diosecillos enamorados. Yo quería con Psique volar, llevar a esta bella muchacha a mi palacio triste. Hasta la misma Afrodita sentía celos de su belleza.


No hay comentarios: