sábado, 31 de julio de 2010

Manhattan en el olivar de Atocha


Para el autobús escogí la joya de Novalis, La nostalgia de lo invisible, de Antonio Pau, en la editorial Trotta. Así en los primeros capítulos me sumerjo en la edad en que Alemania era cien reinos al igual que yo soy cien locos.
Érase que se era un príncipe encantado en un reino chiquito, etcétera.
El germen del romanticismo, ¿qué es romanticismo?

Soñamos con viajes por el universo, ¿es que no está el universo en nosotros? No conocemos las profundidades de nuestro espíritu. Hacia dentro va el camino misterioso. En nosotros, o en ninguna parte, está la eternidad con sus mundos -el pasado y el futuro-.
Novalis

Luego en Trotta, por el mismo autor, están los sugerentes títulos Rainer María Rilke. La belleza y el espanto, y Hölderlin. El rayo envuelto en canción.
Reconozco que a Novalis le conozco menos, pero Holdërlin y Rilke son cimas que rayan el infinito, ¿o es que acaso no están ya en él?
Cuando hablo de infinito hablo del no tiempo y el no lugar donde están todos los tiempos y todos los lugares.
Por aquel entonces no había naciones, había soberanías. Reinos, ducados, principados... Un enjambre cuyo origen se confunde con la mitología, de ahí vienen todos los cuentos que han hecho de nosotros lo que somos, ocultos esquemas, invisibles moldes, palacios en ruinas donde habitamos en permanente sueño de remodelación.
Por eso, cuando voy por Atocha, a veces recuerdo que fue un olivar, y sigo caminando por el olivar, aunque ferrocarriles, museos, edificios y restaurantes me reclamen.

Exposición sobre Manhattan en el Reina Sofía





Ayer estuvimos viendo la exposición sobre Manhattan que el Reina Sofía tiene preparada.
Unos cuarenta ladrones en la cueva del museo, unos cuarenta fotógrafos en las galerías con las paredes demasiado vacías, para mi gusto. Yo soy más barroco, casi rococó. En todos los sentidos.
Hubo de todo, desde fotos de ladrillos -en los dos sentidos del término- hasta célebres hallazgos, como esas fotografías de David Wojnarowicz/ Arthur Rimbaud.






5 comentarios:

HIlvanes dijo...

Romanticismo: el mundo y la naturalez como escenario del drama humano y la cultura clásica como fuente rica en sabiduría y valores.

"Un enjambre cuyo origen se confunde con la mitología, de ahí vienen todos los cuentos que han hecho de nosotros lo que somos, ocultos esquemas, invisibles moldes, palacios en ruinas donde habitamos en permanente sueño de remodelación", la pena es que este hombre moderno que bebe de la mitología ha muerto y en su lugar se ha erigido un hombre nuevo que es de reciclaje y como tal, ha perdido muchos de sus componentes siendo ahora un conglomerado fácilmente maleable...

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

"Un conglomerado fácilmente maleable, usted lo ha dicho".
Hacen de nosotros lo que quieren, ¿es posible ser libre, en esta época mediática? O eres de unos, o eres de otros. El término "libertad" significa lo que el grupo al que se es afín signifique.
Personalmente, en cosas de política, tengo un cacao mental digno de una jaula de grillos, pero una cosa tengo clara: estoy en contra del pensamiento único, y de aquellos que demonizan a los que opinan de otra manera.
Los grupos mediáticos quedan definidos claramente, sólo hay que mover el dial unos centímetros, o mirar varios periódicos.
Podría contar el chiste y decir que soy de extremo centro, pero si eso también supone adscribirse a determinados dictados mejor sigo agitado yéndome de izquierda a derecha, con síndrome de péndulo.
Lo mejor, sin miedo como Ícaro, es hacerse unas alas y volar para escapar de estas cadenas.
Los intelectuales deberían dar ejemplo y volar hasta quemarse, e incluyo así a los artistas:
ha de permanecer libre, y nunca, nunca, a favor del que gobierna. Podrá hacer campaña, votar, alabar, sí, pero ante todo deberá ser crítico, lo que decía el otro día: mantener en jaque contínuo al entronizado.
Nunca ser fiel a un partido, por pequeño y radical que sea, porque hasta estos forman parte del sistema, son hasta necesarios para dar sentido al tío de la vara que lleva el mando.
Así recuerdo que lo decía Herbert Marcuse en El hombre unidimensional, y esto viene a cuento a que ese hombre unidimensional, de pensamiento único, sin posibilidad de escape, es ese ser que es un conglomerado de réplicas y y aspiraciones fácilmente maleable.
Mejor será si acaso divagar, será mejor, acaso, llevarse mal con taurinos y antitaurinos antes que ser lo que hay que ser. Que se echen sobre tí fariseos y saduceos: entonces estarás en buen camino. Cuando enemigos acérrimos como romanos y judíos encuentren su amistad en tu martirio, es que surgió la hipocresía frente a la autenticidad.
Pero no nos pongamos mesiánicos.
Algo muy parecido a los planteamientos de Marcuse cantaba en sus poemas uno de esos raros genios que dio el siglo XX: el lobo Pier Paolo Pasolini. Venía a decir que hasta los antisistemas venían a ser parte del sistema, problemática quizá, pero sí necesaria.
He estado leyendo esta noche poemas suyos, publico uno en mi jardín.
Gracias por su aportación, Hilvanes.

Hilvanes dijo...

Cómo va esta lectura???

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Su lectura queda como semilla.
Fue apresurada y provechosa, al no ser de mi propiedad no quise detenerme en él, ya sabe usted que yo necesito subrayar, meditar, recurrir.
Centré mi atención en diversos capítulos, sobre todo en aquellos en que el eternamente joven Novalis se forma, y luego en los que sale a la luz su genio junto a otros genios contemporáneos: Hölderlin, Goethe...
Han quedado grabados, también, esos pasajes en el que el poeta se perfila como prototipo de artista enfermizo, fue una persona a la que la enfermedad le hizo ser como fue. Estudiante aplicadísimo y lider creativo de sus hermanos, para los que inventaba o representaba ficciones. Leía los cuentos y luego los contaba en esas noches sin televisión, radio o juergas. No superó la edad de los treinta años, y su gran amor, su prometida Sophie, murió años antes que él, también de tuberculosis.
Quiero tener los tres libros: Rilke, Hölderlin, Novalis.
Es, la de Novalis, una época muy interesante de la historia europea, nación en una alemania aun no unificada, esa europa de cien reinos y cien reyes de donde surgieron los cuentos que hoy son fabulosos pero que seguramente tuvieron su parte de realidad. Que fueron leyenda.

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

¡Quise decir nació, no nación! Je, je, je...