La leyenda
Son dos maneras diferentes de entender la canción, pero son dos personajes similares: Enrique Urquijo y Joaquín Sabina colaboraban y compartían canciones. Los dos, temperamentos acuarios, con esa empatía de los signos iguales, compusieron canciones tan emblemáticas de cada cual como Y nos dieron las diez / Ojos de gata.
Como podéis comprobar después de escucharlas, Sabina le puso su toque canalla, satírico, amargo sin perder una risueña compostura de gentelman cañí. Enrique, líder en aquel tiempo del grupo de la nueva ola Los Secretos, le mojó con la lluviosa y romanticona melancolía habitual. La misma canción llega a tener dos sentidos diferentes.
De todos es sabido el cariño y admiración que siente Sabina por Chavela Vargas, quizá porque van por el mismo camino musical, y ella ha cantado ese desgarro que Sabina ha ido aprendiendo y asimilando a lo largo de su carrera.
Con la voz rota del desengaño y el exceso.
Un día Joaquín Sabina le compuso un poema a Chavela, y como hizo otras veces se lo entregó a su colega Enrique para que se lo musicara.
Quizá Enrique estaba pasando una de sus malas rachas y olvidó en cualquier sitio de la casa aquel poema. Enrique trasladaba su sensibilidad extrema, herida, a sus canciones.
Álvaro Urquijo no era tan celebrado como su hermano Enrique, era la otra mitad creativa de Los Secretos, sus canciones pocas veces llegaban a las radiofórmulas aunque compusiera canciones tan bellas como Qué sólo estás. No es que permaneciera en la sombra, es que quizá en los grupos con carismas especiales como el de Enrique los otros se echan a un lado prudentemente. Después del fallecimiento del hermano, Álvaro supo tomar las riendas del grupo para llevarlo al lugar que se merece, el de una fama indiscutible, consolidada, y tratándose de él sin artificios ni ruidos. Yo de adolescente compraba cintas de Los Secretos, y me fijaba bien quien componía qué canción, y valoraba lo mismo a Álvaro que a Enrique.
Sigamos con la leyenda. Un día Álvaro encontró el papel olvidado con los versos de Sabina. Lo leyó y le puso la música, no recuerdo si después de hablarlo con su hermano, quizá Enrique le dijo: haz lo que quieras. Toda esto que cuento lo leí en una entrevista a Álvaro hace años.
El caso es que esa combinación dio buen fruto: el de una de las mejores canciones que se hayan hecho como homenaje: Por el boulevard de los sueños rotos.
Chavela
De Chavela Vargas tengo tres discos, uno de ellos doble. He tenido dificultades a la hora de escoger, me gustan de verdad las suficientes como para llenar un blog, más que un post. Así que me he dejado llevar por el estremecimiento, por aquellas que me tocaron la fibra sensible alguna vez que las escuché.
Y si quieren saber de mi pasado
es preciso decir otra mentira
les diré que llegué
de un mundo raro
que no sé del dolor
que triunfé en el amor
y que nunca he llorado
Nada me han enseñado los años
siempre caigo en los mismos errores
otra vez a brindar con extraños
y a llorar por los mismos dolores
A esta canción la siento emparentada con la siguiente, tanto que muchas veces creí que eran la misma. Sin embargo, es cierto que Ojalá que te vaya bonito parece una continuación natural de En el último trago.
Estos versos me parecen los más hermosos aunque amargos que alguien haya escrito a causa de un desamor:
Cuantas cosas quedaron prendidas
hasta dentro del fondo de mi alma
cuantas luces dejaste encendidas
yo no se como voy a apagarlas
Aquí podemos escuchar qué voz tenía Chavela de más joven. Macorina es mi debilidad, una canción erótica deliciosa, sensualísima. Pocas veces se ofrece un canto así, tan explicito y sin que produzca vergüenza ajena.
Tata Dios es una despedida, alguien llega al final de sus días y ofrece su canto triste, resignado.
Si, porque te quiero, quieres, llorona
quieres que te quiera más
¡Si ya te he dado la vida, llorona!
¿Qué más quieres, quieres más?
Pero de todas ellas la que prefiero antes que ninguna es La llorona, es de una de esas canciones que uno puede escuchar una y otra vez sin que pierda su poder de estremecer, de transmitir su amargura.
Hace años una noche -y si alguna de aquellas que me acompañaba me lee lo recordará- subía con dos amigas de la universidad por el Paseo del Prado hacia Cibeles cantando la canción a voz en grito, casi de madrugada, para escándalo de noctívagos y tempranos paseantes.
Es una canción extraña, una rareza y pese a ser una rareza es conocida universalmente y cantada por varias voces en distintas versiones que en mi opinión se enriquecen entre ellas. Terminaría siendo, si se unieran sus versiones, una canción infinita, siendo ya infinitamente bella en cualquiera de ellas.
Otros la han cantado y en todas las voces me gusta, pero es en Chavela donde adquiere su grandeza, en su voz rota y llorosa.
Coda
Noche de bodas
7 comentarios:
Como carezco del nivel de cultura pertinente para responder a su comentario le dejo un presente
http://www.youtube.com/watch?v=9SBEVBHWweE
Gracias, Hilvanes.
Esa canción es maravillosa, viene a tocar la fibra redentora, aquella que hizo del cristianismo una Fe de amor y de perdón.
Si acaso me atreviera, le dedicaría un artículo a la Magdalena, y a todas las magdalenas que en el mundo han sido.
¿Me atrevo o no me atrevo?
YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES YES
a lo de las magdalenas
Da gloria leerle, Su Majestad... :)
Hablamos pa vernos alguna tarde de agosto, cuando no tenga el curso, fale?
A sus pies, príncipe ;)
Hilvanes, cuente con ello, ya que las magdalenas -proustianas o no- han sido alimento fundamental en literatura. Además, el otro día, buscando un palabro en internet, me encontré con un blog muy curioso.
¡¡¡Gaaaaaaabsss!!! Qué alegría verte por esta mi casa -aunque nos vemos a menudo en los madriles, no es lo mismo, se agradecen tus visitas-. En Agosto algunas tardes hemos refrescarnos con unas cervezas en esas terrazas cerca de su casa. Tampoco está de más un cine, o la compra de algún libro, quiero engrosar mi exigua biblioteca con algún ensayo de Roberto Calasso, noto afinidades en su percepción de la literatura.
Besos para todas.
La locura que viene de las ninfas le pega...
Ya lo dije algún día: la locura que viene de las ninfas, mi locura.
Calasso tiene la luminosa idea de que la locura, más que un trastorno psicológico, es un mal -o un bien- causado por esos seres llamados dioses, demonios, ninfas...
Y yo, que estoy loco, lo es porque yo la ví, a la ninfa... desde muy niño vivo con su recuerdo, por eso la busco en los textos, en las pinturas, en la música, en las personas, y a veces la encuentro, y cuando se deja amar, amo.
YSQA.
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