Carente de todo
disidente de nada
Últimamente, sin base en lo cotidiano ni motivo aparente, así porque así, se me viene a la quijotera aquel mito de Caín, primogénito de Adán y consuegro de razas extrabíblicas.
A Caín nos acercamos con antipatía, y como todo lo antipático tiene en la cosa literaria un magnetismo positivo, aproximémonos desprejuiciados y curiosos a algunos retazos de malditismo inspirados en su nombre.
Como mi escasa cultura (un alumno en perpétuo estado de aprendizaje, aprendiz de todo y erudito de nada) evita que haga un tratado, recurriré a mi educación sentimental, a todo aquello que he amado y por tanto he sentido como mío, con esa inercia que da el querer ser un rey cuando se es un ganapán delicuescente.
Perdón por la lírica retórica, preparando estoy otro capítulo umbraliano, y como siempre en Manicomio le hacemos la manicura a la musa para que abofetee bien esta mejilla cristiana que masoquista y amante pide: dame otra ostia.
En mi perfil sentimental, digo, encuentro versos y versículos que vienen a mi memoria. Pero empecemos por el principio, por la génesis del personaje:
4:1 Conoció el hombre a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: "He adquirido un varón con el favor del Señor."
4:2 Volvió a dar a luz, y tuvo a Abel su hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador.
4:3 Pasó algún tiempo, y Caín hizo al Señor una oblación de los frutos del suelo.
4:4 También Abel hizo una oblación de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. El Señor miró propicio a Abel y su oblación,
4:5 mas no miró propicio a Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro.
4:6 El Señor dijo a Caín: "¿Por qué andas irritado, y por qué se ha abatido tu rostro?
4:7 ¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar."
4:8 Caín, dijo a su hermano Abel: "Vamos afuera." Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató.
4:9 El Señor dijo a Caín: "¿Dónde está tu hermano Abel? Contestó: "No sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?"
4:10 Replicó el Señor: "¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo.
4:11 Pues bien: maldito seas, lejos de este suelo que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.
4:12 Aunque labres el suelo, no te dará más su fruto. Vagabundo y errante serás en la tierra."
4:13 Entonces dijo Caín al Señor: "Mi culpa es demasiado grande para soportarla.
4:14 Es decir que hoy me echas de este suelo y he de esconderme de tu presencia, convertido en vagabundo errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará."
4:15 Le respondió el Señor: "Al contrario, quienquiera que matare a Caín, lo pagará siete veces." Y el Señor puso una señal a Caín para que nadie que le encontrase le atacara.
4:16 Caín salió de la presencia del Señor, y se estableció en el país de Nod, al oriente de Edén.
Luego sigue con la estirpe de Caín:
4:17 Conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc. Estaba construyendo una ciudad, y la llamó Enoc, como el nombre de su hijo.
4:18 A Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mejuyael, Mejuyael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lámek.
4:19 Lámek tomó dos mujeres: la primera llamada Adá, y la segunda Sillá.
4:20 Adá dio a luz a Yabal, el cual vino a ser padre de los que habitan en tiendas y crían ganado.
4:21 El nombre de su hermano era Yubal, padre de cuantos tocan la cítara y la flauta.
4:22 Sillá por su parte engendró a Túbal Caín, padre de todos los forjadores de cobre y hierro. Hermano de Túbal Caín fue Naamá.
Con lo cual, todos los de la península somos hijos de Caín, según San Isidoro de Sevilla y según leyendas varias, pues hijos de Tubal somos vascos e íberos, primos hermanos, como así se consideró a los gitanos -así lo leí en el Gargoris y Habidis de Sánchez Dragó-.
Los gitanos son raza maldita y huyente al ser herederos directos de la marca de Caín.
Como lo son también, en Literatura, algunos atractivos personajes, como aquellos de Herman Hesse en su novela Demian -que recogió el testigo, que nos lanzó el testigo-.
Los personajes de Hesse que llevan la marca de Caín se reconocen entre ellos, ajenos a una mediocridad servil de abeles culturales. Como así también sucedía en El lobo estepario.
Hay que difenciar la tradición moral religiosa de la cultural en lo tocante a lo cainita. Aquí nos interesa la fábula, ya se ocupan los politicos y los líderes mediáticos de opinión de dictaminar quien es hoy Caín, quien es hoy Abel; o quien lo fue en su momento.
Hoy nos interesan Borges, Cernuda, Hesse, Blas de Otero, o la misma Autoridad Divina y Poética del Génesis.
Vale que Cernuda hablaba de unos caines concretos, pero la palabra poética tiene el don de alabar y acusar -en este caso- no a unos caínes, si no a todos los caínes que en el mundo han sido.
Hermosísimo el poeta de Luis Cernuda, que luego daría lugar a evocativas canciones y buenas películas.
Son ellos, los vencedores, los caínes sempiternos:
Un español habla de su tierra
Las playas, parameras
Al rubio sol durmiendo,
Los oteros, las vegas
En paz, a solas, lejos;
Los castillos, ermitas,
Cortijos y conventos,
La vida con la historia,
Tan dulces al recuerdo,
Ellos, los vencedores
Caínes sempiternos,
De todo me arrancaron.
Me dejan el destierro.
Una mano divina
Tu tierra alzó en mi cuerpo
Y allí la voz dispuso
Que hablase tu silencio.
Contigo solo estaba,
En ti sola creyendo;
Pensar tu nombre ahora
Envenena mis sueños.
Amargos son los días
De la vida, viviendo
Sólo una larga espera
A fuerza de recuerdos.
Un día, tú ya libre
De la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿Qué ha de decir un muerto?
Ví lpor primera vez la película de Pilar Miró, basada en la obra de Joaquín Leguina, hace unos cuantos lustros. No me gustó.
Hace un año volví a verla y entonces la valoré la perspectiva que dan unos añitos de más. Sí me gustó.
Unos versos de Borges cantados por Loquillo, sin embargo, son los que me han incitado a escribir este post, pues se me venían a la mollera así porque así, sin motivo aparente:
Milonga de dos hermanos
Traiga cuentos la guitarra
de cuando el fierro brillaba,
cuentos de truco y de taba,
de cuadreras y de copas,
cuentos de la Costa Brava
y el Camino de las Tropas.
Venga una historia de ayer
que apreciarán los más lerdos;
el destino no hace acuerdos
y nadie se lo reproche
ya estoy viendo que esta noche
vienen del Sur los recuerdos.
Velay, señores, la historia
de los hermanos Iberra,
hombres de amor y de guerra
y en el peligro primeros,
la flor de los cuchilleros
y ahora los tapa la tierra.
Suelen al hombre perder
la soberbia o la codicia:
también el coraje envicia
a quien le da noche y día
el que era menor debía
más muertes a la justicia.
Cuando Juan Iberra vio
que el menor lo aventajaba,
la paciencia se le acaba
y le armó no sé qué lazo
le dio muerte de un balazo,
allá por la Costa Brava.
Sin demora y sin apuro
lo fue tendiendo en la vía
para que el tren lo pisara.
El tren lo dejó sin cara,
que es lo que el mayor quería.
Así de manera fiel
conté la historia hasta el fin;
es la historia de Caín
que sigue matando a Abel
Pero escuchemos el poema de su voz, de la voz vidente del gran Borges:
Hay cientos de versiones de Caín, positivas y negativas, ya que lo mismo -según el marco-, un Caín puede ser un Abel, y viceversa.
Si tú, que tienes fama de hombre bueno o mujer buena, puedes ser un Abel de andar por casa, sin embargo quizá tus frutos pueden ser despreciados por un diosecillo actual de poder establecido, porque no le bailas su gracia. Y puedes estar matando abeles cada día, con solo rechazar ciertas servidumbres.
Aun así, no nos engañemos: somos más sangre de Abel que de Caín, nosotros, que nunca hicimos daño a nadie, y que solemos morir asesinados por las cainitas realidades cotidianas.
Escrito está. Tu nombre está ya listo,
temblando en un papel. Aquel que dice:
abel, abel, abel ... o yo, tú, él ...
Blas de Otero
Para finalizar, las versiones de Doré y de William Blake:
4 comentarios:
No me lo puedo creer...se ha olvidado de Unamuno y su Don Abel...no me lo puedo creeR...AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
¡Es cierto!
¿Ven cómo es cierta mi condición delicuescente?
Recuerdo con añoranza la hermosa tarde de Noviembre en que leí Abel Martín, hace casi diez años.
Es uno de esos libros que se devoran, y quizá por eso, tristemente, no recuerdo mucho de la trama.
La Tía Tula, Niebla... son otras tantas lecturas que tuve en Otoño.
Yo y mi manía de las lecturas estacionales, ¿es Unamuno una lectura para el Otoño? Al igual que a Ramón Gómez de la Serna.
Luego hay otra novela que vendría bien al tema: Los Abel, de Ana María Matute. Pero, tanto una como la otra, ¿no serían mejor dejarlas para otro post que podría titularse: Versiones de Abel?
Gracias por recordarme Abel Sánchez -a punto que he estado de escribir: Abel Martín-.
NO conozco ese libro de la Matute, pero sí conozco todo de don Miguel, casi todo.
Para mi don Miguel está más allá del tiempo y de los estilos. Único y original, pasional y melancólico, desterrado y con cátedra, don Miguel venció y convenció...
Y además fue considerado aquí y allende los pirineos como un fliósofo. Por algo sale en mis libros de lecturas de Filosofía de COU.
Al igual que Antonio Machado, otro poeta filósofo que tenemos como admirado común.
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