viernes, 21 de mayo de 2010

Un posmoderno nace, no se hace.



Hay dos clases de posmodernos. Los que viven su fragmentación como una crisis enloquecedora (en realidad no son verdaderos posmodernos, sino modernos disfrazados) y los que viven su fragmentación como una fascinante colección de cromos multicolores. Yo, me temo, soy de la segunda clase. No sólo me siento posmoderno por la sencilla razón de que mis gustos, lo quiera yo o no lo quiera, resultan ser bastante posmodernos, sino porque me gustan mis gustos y disfruto con ellos.

Andrés Ibáñez. Nolugares

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No sólo los nolugares son espacios donde solazarse, luego están los notiempos, que en conjunción con los nolugares dan lugar -nunca mejor dicho- a ese perfecto caos donde todo es posible.
Todo lo que fue y será, aquí y ahora, en este momento y en este recodo.
Queda abierta, bondadosamente, la posibilidad, generosamente.
Me gusta recordar algo que hace años creí haber olvidado.
Me gusta reconocer, en unos ojos nuevos, en unas nuevas maneras, los amados ojos, queridos gestos, que atesoré algún día.
O simplemenente me gusta imaginar lo que nunca tuve fabricado con retazos de algo que sí fue mío, sería como fabricar un alma más, para el mundo.
Me gusta el olor frutal con que se inauguran todas las primaveras, aunque en este año la inauguración se ha retardado.
Me gusta leer literatura de evasión y de invasión. La primera porque te hace olvidar y te atonta felizmente como unas jarritas de cerveza, la segunda porque se te mete dentro, como un acto de posesión, y te cambia durante meses, te transfigura, y según la calidad literaria dura más o dura menos. Hay veces -¡oh, Sto Cortázar!- que se te queda dentro para siempre, como un okupa que mira tú por donde te instruye y edifica.
Me gusta, por la calle, adivinar en cada cual la vida que lleva. Y en las mujeres creer una promesa, no mancillada gracias a la ignorancia mía, sin la experiencia que da el conocimiento. ¡Oh, cada momento es propicio para el romance!
Me gustan tantas músicas y tantas costumbres como combinaciones existen en la escala musical y en las culturas.
Me gusta tener tiempo para malgastarlo, o biengastarlo, que nunca uno perdió el tiempo, si acaso fue el tiempo el que le perdió a uno.

4 comentarios:

HIlvanees dijo...

Qué bonito...!!! volveré a leerlo...jooo...yo no sé que seré...ni post ni ante ni mediante...esto es un desastre...

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Usted, Hilvanes, más bien es afin al modernismo que al posmodernismo.
El que es afin al modernismo, sabe lo que quiere, y el posmoderno, lo quiere todo sin saber exactamente qué.
Gracias por la albanza, es de esas cosas que podrían haber salido mejor, pero es que los amigos me solicitaban, y lo tuve que dejar a la mitad.
Quizá haya un continuará...

Hilvanes y Retales dijo...

No tengo tan claro que sea modernista, leido el artículo de don ... ya he olvidado el nombre, por cierto, este señor es el mismo que el de Mortadelo y Filemón...???

Una vez fui a Alcántara. Luego volví. He ido creo recordar tres veces en total.

Y cuando veo un puente, recuerdo el de Alcántara, alto, largo, inhiesto como surtidor de sombra sobre agua clara...recuerdo a aquel señor que te hablaba de la historia pasada...a cambio de nada...recuerdo las calles llenas e Ortensias... el silencio de la historia que no pide recompensas... el monasterio triste por el paso del tiempo, sus paredes sin adornos, el polvo girando en los ventanales, las costillas que crecían a la sombra del claustro...recuerdo a mis compañeros de clase, recuerdo al señor del autobus, ..., recuerdo a mi amiga R. y a M.L. y a I.

Y el tiempo arranca sentimientos a los recuerdos pasados...aquel tiempo que fue, y no volverá...

Cuando veo un puente, recuerdo al Puente de Alcántara...

y a todos aquellos puentes que no he visto....

y a todos aquellos puentes que nunca cruzaré...

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Nunca sabemos qué puentes cruzaremos y cuales no, ¿acaso somos dioses para conocer nuestro destino?
Un abuelo mío, el materno -que dicen que me parezco a él físicamente mucho-, era de San Vicente de Alcántara, me gustaría conocer esa zona.
Andrés Ibáñez tiene un cierto parecido con el creador de Mortadelo, ¡y no sólo en el nombre!
Yo leo sus artículos en el abcd todas las semanas, me parece que siempre acierta a la hora de dar luz ciertos territorios en sombra.